Capítulo 7

2.9K 224 9
                                    

Daniel

El resto del día me perdí la presencia de Clarissa, la busqué en cada clase pero simplemente no la veía. Empecé a pensar que la chica era un fantasma o una bruja, lo que pensaras primero. Jess no me soltó en todo el día, francamente no entendí cómo es que antes lo soportaba.

AHÍ me di cuenta de que Clarissa era bruja, me había hechizado. Ahora solo debía decidir si me quedaba con el embrujo o hacía todo lo posible por eliminarlo. Eso lo decidiría después del domingo. Estoy seguro que una tarde entera con ella, sería suficiente para determinar de dónde provenía su atractivo.

También creía que esa tarde me curaría de la clarissitis aguda que estaba padeciendo. Y pasando eso, volvería a ver atractiva a Jess y le pediría que fuera mi novia y la llenaría de besos y comprobaría si los rumores sobre ella eran ciertos y...

La vi.

Y todo se fue por el desagüe, otra vez.

Ella caminaba por delante de nosotros, de pronto se detuvo, tan súbitamente que me espantó. Tal vez estaba enferma, quizás le pasaba algo, parecía necesitar ayuda. Así que sin pensarlo, hice que Jess me soltara y fui prácticamente corriendo hacia Clarissa.

La sujeté del brazo y la giré hacia a mí, creo que con un poco más de fuerza de la que pretendía, aunque ella no se quejó. Parecía como en trance.

—Clarissa, ¿estás bien?

Ella no contestaba y mi nivel de miedo estaba más allá del normal, ¿Qué le pasaba? ¿Cómo podía ayudarla? Estaba preguntándome eso, cuando se soltó de mi agarre. Me miró como si fuera el demonio personificado y salió corriendo.

Chica loca.

Jess me alcanzó unos segundos después. Volvió a sujetarme del brazo.

—Te dije que era rara...

Como siempre, tan solo asentí. Eso siempre me libraba de problemas. Seguimos caminando sin problemas, ya que yo vivía más cerca que Jess pues, prácticamente ella fue la que me dejó en mi casa. Vaya, que en esta relación la señorita era yo. Eso no le sentó bien a mi orgullo.

Tuve la mala suerte de que mi madre estuviera en casa cuando llegué, ella era como un halcón, yo no debía decirle nada. De inmediato notó que no estaba bien. Pero como siempre, tan solo espero hasta que estuve listo para decirle todo.

Estaba sentada en la sala, tomando una infusión y "leyendo" un libro. Pero supe que desde que vio mi expresión al llegar, que no había prestado nada de atención a lo que leía.

Me senté a lado de ella, sin siquiera quitarme el uniforme. Por primera vez, no me dijo nada. Se giró a verme, me vio directo a los ojos y le dije todo.

El choque, mi confusión, el desconcierto que sentía, que lo que antes me agradaba ahora ya no tanto, que ya no miraba igual a Jess, que sentía que estaba enfermo, que me estaba volviendo loco y que la razón de mi locura parecía odiarme. O temerme...ninguna de las dos era algo bueno.

Mi madre me escuchó pacientemente. Cuando terminé de hablar, se levantó, dejó la taza que aún sostenía en su mano en la mesa de centro, posó el libro a lado de ella y se acercó a mí.

—Hijo, el amor es cosa de valientes.

Espera...¿amor? ¿Quién demonios estaba hablando de amor? Ciertamente, yo no. ¿O sí?

Pero ella no había terminado.

—Y siempre hay alguien que lo es más que el otro, creo que en esta ocasión te tocó serlo a ti.

Diciendo esto, se levantó y me dejó solo. Y caí en la cuenta de que tenía razón, debía ser valiente y pelear por esa pelirroja. Tan solo espero que no tenga que pelear demasiado. Aunque no tenía mucha esperanza de que esto fuera fácil, las buenas cosas nunca lo son.

Y te vi... [Editando]Where stories live. Discover now