Capitulo 4 | Parte 2

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Raul Arriaga regresó a la casa. Deslizó la puerta y los dejó solos.

-Si quiero ir - exclamó ella.

-¿En serio?

Le pareció extraño que aceptara la invitación. Cuando normalmente ella evadía las invitaciones de Luis Arriaga cuando quería que la acompañara a cualquier lugar. Solo era cuando ella quería. Eso molestaba a Luis Arriaga.

-Si - contestó -. Tengo mucho sin ir al cine.

Ella se levantó. Limpio los restos de pasto que le quedaron en la ropa con la mano.

-Dile que me espere unos segundos.

-Está bien - dijo confundido.

Luis Arriaga permaneció un momento más sentado, observando como las verdes hojas del arbol se estaban tornando de un amarillo palido. Tuvo un cosquilleo en su brazo derecho, unas cuantas hormigas se habían subido por su ropa. Corrían frenéticas de un lado para otro. Las observo, tratando de encontrar un patrón en sus movimiento, cuando se canso solo las retiró con un movimiento rápido de su mano. Se incorporó y revisó que no tuviera más escondidas entre los pliegues de sus ropas, cuando estuvo seguro de que había retirado todas, Raquel Campa venía de regreso. No parecía que se hubiera hecho algo, llevaba la misma ropa de hace unos momentos. Lo único que noto diferente, y solo lo pudo identificar cuando estaba lo suficientemente cerca, es que tenía el cabello recogido en una cola de caballo y unos bonitos aretes: una pequeña perla de imitación como el único diente de un bebe.

-Te ves bien - lanzó el cumplido sin saber la reacción que tendría Raquel.

-Lo sé - le respondió con cierta arrogancia exagerada.

Raul Arriaga los esperaba en la cochera, fuera del automóvil. Con los dedos de una mano golpeteando en el capó en un ritmo de alguna melodía sin nombre. Llevaba puesta una gorra de beisbol nueva de color negro con el logo del equipo de su universidad, unos jeans impecables, una playera blanca y unas zapatillas deportivas bien cuidadas. Esa vestimenta lo hacía parecer cuatro años menor. 

-Entren que tenemos que llegar en menos de diez minutos - les dijo al verlos llegar a los dos.

Luis Arriaga se fue directo al asiento del copiloto. Con una rápida mirada Raul Arriaga lo detuvo.

-Qué poco caballeroso.

-¿Yo? - respondió consternado Luis Arriaga.

-No puedes dejar que ella se vaya atrás sola.

-Pero parecerá que eres un chofer si vas solo adelante - le dijo Luis.

-Por este dia no me incomoda ser un chofer.

Raul Arriaga abrió la puerta trasera, Raquel le dio las gracias y entró de un salto. Luis Arriaga entró por la puerta trasera de su lado.

Anduvieron un par de minutos en silencio, cada quien observando la vida que les pasaba por su ventanilla, escuchando la música de la radio, una estación que tocaba rock en español e ingles, desde lo más nuevo hasta lo más clásico: Primero tocaron un fragmento de Tiny Dancer de Elton John que fui interrumpido por un anuncio de publicidad para una pasta de dientes, después tocaron Matenme porque me muero de Caifanes, al ultimo fue una canción de Bob Dylan que el presentador olvidó anunciar el nombre. 

-Creo que no vamos a llegar a la función - comentó Luis Arriaga al notar el tiempo transcurrido.

Raul Arriaga bajo un nivel la música.

-No seas tan pesimista

Luis Arriaga dio un suspiro, su hermano regresó el volumen al nivel que estaba. No es que hubiera tráfico aquel día, sino que Luis Arriaga estaba contando el tiempo en las canciones que tocaba la radio, asumio que en esas tres canciones que acababan de tocar habían ya transcurrido más de diez minutos, y no veía que estuvieran cerca del cine de la ciudad.

Una Corta Balada Llamada Vida.Where stories live. Discover now