Capitulo 3 | Parte 5

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Cuando bajaron ya todos estaban dentro. Sentados en el inmenso sillón de la sala. Ya estaban vestidos con sus ropas de antes y parecían estar jugando cartas con apuestas de diez pesos. Cuando los dos llegaron no pasaron desapercibidos, sino que todos los ojos se clavaron en ellos, como si estuvieran interrumpiendo una conversación secreta y con el tema en discordia siendo ellos. Rafa Buenaventura fue el único que se levantó, en su mirada se notaba una furia apaciguada por sus amigos.

-¿Dónde estabas con mi hermana? - pregunto entrecortado por el efecto embrutecedor de la cerveza.

No hubo tiempo para responder, ni para reaccionar, cuando de repente el puño de Rafa Buenaventura impactó en el rostro de Luis Arriaga. El dolor punzante y el calor resultante del golpe desequilibraron a Luis, y si no cayó fue porque se sostuvo con uno de los pilares de la casa. Se avecinaba el segundo impacto, cuando de la nada, como una leona protegiendo a sus crías, Javier Sanchez saltó al rescate. Empujando a Rafa Buenaventura para atrás, y cargando su puño en dos golpes que tumbaron a Rafa Buenaventura y que lo sacaron de su órbita.

Nadie más intervino, los demás presentes permanecían impactados por la pelea, con sus bocas abiertas y sus ojos pelones para no pestañear y perderse el siguiente movimiento. Al procesar lo que acababa de suceder, Valeria trató de ayudar a Luis Arriaga que se mantenía con una mano en el lugar del golpe. Luis Arriaga no quiso quitar la mano, porque unas lágrimas se pronunciaban hasta su barbilla, y solo le dijo que estaba bien, ella no insistió más. Rafa Buenaventura intentó incorporarse, pero su vista seguía girando y sus piernas lo traicionaron. Javier Sanchez revisó a Luis Arriaga, este hizo otra señal de que estaba bien.

-Debemos irnos - le dijo.

Luis Arriaga asintió como pudo entre su dolor. Javier Sanchez al notar que nadie se acercaba, cargó un escupitajo que soltó en el suelo, y después rompió lo más cercano que tenía a su alcance. Salieron corriendo, Luis Arriaga aun con la mano en el rostro, porque no sabía hasta que punto las lágrimas se acomularon en sus ojos. Al llegar a la puerta Valeria los alcanzó, le pasó un papel a Luis Arriaga que sin mirar guardó en uno de sus bolsillos, después ella le dio un beso donde la mano no estaba cubriendo.

-Espero volverte a ver - La escuchó decir antes de salir.

La puerta se cerró.

-Debemos correr - indico Javier Sanchez con una risa de loco.

Luis Arriaga se limpió con su camisa las lágrimas. Y salieron corriendo. Javier Sanchez daba unos saltos de triunfo cada cierto tiempo, y en un punto comenzó a aullar como lobo, Luis Arriga le siguió la corriente y también aulló a la luna. Los dos locos aullando en una noche fueron acompañados por los perros enjaulados en sus mansiones personales y que los veían pasar desquiciados por la calle. Corrieron lo suficiente, aunque nadie los estaba persiguiendo, era más la adrenalina de la pelea la que los impulsaba a seguir moviéndose. Cuando el efecto se terminó, los dos se tumbaron boca arriba en una glorieta con pasto y palmeras resecas. Javier Sanchez revisó el golpe en el rostro de Luis.

-Nada de qué preocuparse campeón. Esas cosas les gustan a las chicas.

-Apenas si lo senti.

Y no mentía, el golpe fue una sensación insignificante, ya que seguía extasiado por el beso de Valeria

-Eso no es nada comparado con lo que le hice a ese cabrón. Ese golpe le quedará por un par de días.

Javier Sanchez lanzó unos golpes al aire, volviendo a contar lo que había sucedido, solo que de una manera exagerada. Los dos se rieron.

-Gracias por defenderme - agradeció Luis Arriaga -. Y perdón por que tuvieras que hacerlo.

-¡Qué va! - Exclamó - Ni modo que no defendiera a mi amigo. Eso es lo que se debe de hacer en esas situaciones.

Una Corta Balada Llamada Vida.Where stories live. Discover now