Capitulo 4 | Confusión

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La mañana amaneció con el presagio de una fría temporada de invierno. El calor se evaporó y dio paso a un gélido día. Luis Arriaga despertó con un sabor amargo en la boca, con la cabeza desamparada en una punzada insoportable. Desconocía los restos de una resaca tras una noche de fiesta, y lo único que pudo pensar es que estaba a punto de tener un resfriado. Tomo una ducha caliente, que demoró más de lo que debía. Al salir se sintió mejor. Tomo el desayuno; unos huevos fritos con dos rebanadas de pan tostado con mantequilla. 

En la mañana ya estaban su padre y su hermano, al igual que su madre con la misma actitud positiva de la mañana anterior. Después de aclarar lo de su golpe falso con la alberca, contestar algunas preguntas de rutina, el tema cambió y después solo se comía, y el único ruido era el de los tenedores al golpear los platos. Un típico desayuno de los domingos, en los que el día no parece el que es, y el tiempo marcha a un ritmo diferente al usual. Al terminar su hermano le ofreció llevarlo al cine, por todas las veces que no había tenido tiempo en las semanas anteriores de convivir con él. En las salas se estaba proyectando la segunda parte de ¨Parque Jurásico¨, solo su hermano había visto la primera película, y Luis Arriaga preguntó si no importaría estar desinformado. Su hermano le hizo un corto resumen: Un millonario crea un parque de diversiones, donde la principal atracción son unos dinosaurios, que logró revivir con la ayuda de unos científicos. El parque deja de funcionar al darse cuenta que no pueden controlar la naturaleza asesina de estos seres y terminan enfrentándose a ellos para poder escapar. Aunque vaga el resumen, a Lusi Arriaga le bastó y aceptó ir al cine con él. 

Aún faltaban varias horas para la función, y para matar el tiempo decidió ir con Raquel Campa, que desde el día anterior quería visitarla para contarle todo lo que le había pasado en la casa de Rafa Buenaventura.

Tocó una vez en la puerta, pero no hubo respuesta. Luis Arriaga espero para volver a tocar en la puerta. Fue hasta el tercer intento que alguien respondió. Ahí estaba Raquel Campa, con el cabello despeinado, aún en pijama, y con la modorra del sueño aun en los ojos. 

-Es muy temprano - expresó en un bostezo.

-Puedo venir más  tarde.

-No, ya estás aquí. Dame solo unos minutos.

Antes de que cerrara la puerta la cabeza de Francisco salió unos segundos, estaba entusiasmado por verlo, solo que no tuvo tiempo para lanzarse hacia él porque en ese momento Raquel cerró la puerta. 

Tardó exactamente cinco minutos en regresar. Llevaba el cabello recogido en una coleta, unos jeans desgastados de las rodillas por el uso, y una camiseta de manga larga de color negro. Se veía fresca y renovada. Francisco no pudo contenerse más, salió disparado de la casa, casi tumbando con su cuerpo a Raquel.

-Mendigo perro - exclamó indignada.

Francisco se lanzó hacia Luis Arriaga, se postró en su pecho con sus dos patas, empujando para atrás, tuvo que hacer fuerza para que no lo tumbara. Luis Arriaga le acarició la cabeza hasta que Francisco se cansó y algo más llamó su atención.

-A veces se le olvida que ya no es un cachorro y que pesa más de treinta kilos.

-No importa, siempre es agradable cuando me saluda.

-Lo digo por mi - reafirmó -. Casi me tira.

Raquel Campa permaneció en el umbral de la puerta, sacó una paleta de su bolsillo, retiró el envoltorio y la introdujo en su boca.

-¿No vas a desayunar algo? - preguntó Luis Arriaga.

-Eso quería.

-Lo siento. - sabía a lo que se referia.

Una Corta Balada Llamada Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora