Capitulo 3 | Parte 3

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Los dos contemplaron la casa que tenían enfrente. Era un diseño moderno. La fachada estaba marcada por varias columnas simétricas que daban la impresión de estar en una fortaleza, las ventanas eran amplias y dejaban ver dentro del hogar, un camino de piedras liza indicaba la entrada, era la única casa con una puerta de tamaño regular. Javier Sanchez presionó el botón del timbre, y ningún sonido se produjo. De hecho el lugar estaba tan silencioso y tranquilo, que daba la impresión de que estaba abandonado. Sin embargo, en cuestión de unos segundos alguien abrió la puerta, era una muchacha con un vestido amarillo y estampado con flores azules, tenia el cabello recogido y una sonrisa amabable, en su mejilla tenia el rastro del betun de un pastel. Javier Sanchez la saludo como si fuera una vieja amiga, los tres se presentaron y la muchacha los dejo pasar sin cuestionar si eran realmente amigos de Rafa Buenaventura. Entraron, la casa era extremadamente amplia por dentro, sin divisiones entre la sala y la cocina o el comedor, todo estaba a la vista. Las decoraciones variaban entre esculturas modernas de figuras abstractas, hasta lámparas antiguas con hilos de oro en sus marcos. Lo que más llamaba la atención era un cuadro a un costado de la sala, era una pintura que Luis Arriaga había visto en alguna revista una vez mientras esperaba su turno en el dentista; Cow Wallpaper, de Andy Warhol. La vio mientras cambiaba las páginas, le llamó la atención las vacas, todas la misma copia, mirando para el mismo lugar, el color rosa resaltando del fondo amarrillo. Le pareció curioso que alguien quisiera pintar sobre unas vacas, y sobre todo le pareció impactante que esa pintura de una vaca fuera inmortalizada a un precio astronómico. No tuvo tiempo para leer toda la nota, ya que justo en ese momento fue llamado por el dentista para su cita, entró y olvidó por completo las vacas por el dolor del diente podrido que se negaba a desprenderse de su boca. Ahora la tenía enfrente, y de un tamaño que le permitía apreciar los detalles de la pintura. Tras observar por unos minutos solo llego a la conclusión, que en efecto esa vaca en especial, se estaba vendiendo por el precio de millones de vacas. 

-¿Crees que sea auténtica? - preguntó Javier Sanchez susurrando.

-No, la auténtica cuesta una fortuna - contestó con seguridad.

La chica del betún en la mejilla los espero hasta que terminaron de ver la pintura sobre la pared, indiferente y abstraída en su mundo. Cuando por fin retomaron el paso, los dos la siguieron llevándolos por un largo pasillo hasta llegar al patio. Una alberca estaba en medio, con azulejos color amarillo y otros color rojo en el fondo que formaban si se prestaba mucha atencion la figura de un oso con la mandibula abierta. A su alrededor estaba un jardín perfectamente podado, una fogata de gas que daba la impresión de nunca haber sido usada por la limpieza que la dominaba. Justo a un lado estaba una palapa, de donde se escuchaban risas histéricas y el murmullo discreto de una conversación privada. Ahí estaban los demás, en trajes de baño y riendo entre sí. Caminaron hasta llegar a ellos, Luis Arriaga permaneció todo el tiempo detrás de Javier Sanchez, fue hasta después que se saludaran de buena gana y se presentaron que Luis Arriaga se tuvo que descubrir de su escudo social.

-El es mi buen amigo Lucho - lo presentó con las manos, como si se tratara de una subasta de animales exóticos.

Los saludó uno por uno, cada quien se presentaba con su nombre, Luis Arriaga trataba de recordar el nombre del que se estaba presentando en el momento, antes de que llegara el siguiente y se presentará con el mismo entusiasmo. Luis Arriaga tuvo el presentimiento de que debía decir en ese momento algo, algún chiste o comentario ingenioso, lo suficiente para romper el hielo y que crearan un vínculo espontáneo. Sin embargo, no tuvo ninguna inspiración para hacerse notar fuera de los saludos.

-¿Acaso eso que tienes en el rostro es el pastel? - preguntó Rafa Buenaventura, al principio parecía que le decía a todos, pero no se tuvo que pensar mucho para darse cuenta que se lo decía a la chica que les había abierto la puerta cuando llegaron. 

Una Corta Balada Llamada Vida.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt