Capitulo 1 | Parte 4

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Tras considerar Luis Arriaga aceptó mostrarle lo que hacía, sobre todo por la mirada hostigante de Raquel Campa que no descansaría hasta lograr que le mostrara su casa. Caminaron hasta la entrada, al estar delante de la puerta Luis Arriaga le dijo que le esperara un momento. El entró rápidamente a revisar cada rincón para que ella no encontrara algo vergonzoso; entró a su cuarto y limpio la ropa del suelo, ordenó todo lo que pudo tan rápido como su mente apresurada le permitió ver. Después de cuatro minutos Luis Arriaga regresó a la entrada, abrió la puerta y ahí estaba Raquel Campa observando directamente a los ojos molesta por haber tenido que esperar. Una de las razones por las que Luis Arriaga había aceptado a que ella entrar era que su madre había salido al supermercado y su hermano estaba presentando el examen para entrar a la universidad, en otras circunstancias él no había aceptó que ella pasara, por el temor de que sus padres y hermano comenzarán un interrogatorio amoroso sobre la relación de ellos dos.

-Si parecen 102 escalones.

Entró seguida de Francisco, Luis Arriaga le pidió que no entrara Francisco, ya que su padre tenía grandes alergias a los animales. Raquel Campa lo volvió a ver con molestia, no dijo nada, su mirada lo decía todo. Con una palabra Francisco dio vueltas en círculo repetidas veces en la entrada sin siquiera intentar entrar al hogar, hasta acostarse con la cabeza sobre sus patas traseras. Raquel Campa avanzaba curiosa por la casa, al pasar por algún marco con una foto, la tomaba y exigia a Luis Arriaga que le contara quienes eran esas personas, o cualquier cosa que le interesaba le pedía a Luis Arriaga que le contará; ¿de dónde provenía ese objeto?, ¿como lo habían conseguido?, ¿le gustaba ese objeto? A la mayoría de estas preguntas no le tenía respuestas, para él esas objetos siempre habían estado en su hogar, a tal punto que estaba tan acostumbrado a ellos que nunca se había detenido a pensar de donde habían aparecido. Aparte la mente de Luis Arraiga estaba tan ocupada buscando cualquier escenario que lo pudiera avergonzar que sus respuestas eran desordenadas. Al llegar a su habitación él dudó en dejarla entrar, pero antes de que lograra tomar una decisión ella ya había abierto la puerta y se encontraba en mitad de su habitación observando todo a su alrededor. Lusi Arriaga se apresuró a entrar y ponerse en su camino.

Su habitación era normal para alguien de su edad, sin contar que apenas tenía un mes en esa casa, por lo tanto su cuarto carecía de su personalidad. No había mucho que ver; una cama pegada a la pared izquierda que hacia que la puerta solo le faltaran unos milímetros para rozarla al ser abierta, un pequeño librero con los libros que le compraba su padre, un escritorio tan limpio y ordenado, un closet con su ropa organizada por su madre, a su lado un espejo de cuerpo completo, el reproductor de CDs colocado justo en el marco de la ventana, un cuadro que su madre había pintado meses después de su nacimiento. Raquel Campa analizó en silencio el lugar, no había mucho que le atrapara su interés.

-¿Entonces qué es lo que haces? - le pregunto.

-Leo o escucho música - dijo sintiéndose juzgado.

Raquel Campa dio unos pasos hasta el librero. Tomaba un libro lo ojeaba un par de veces y lo regresaba desinteresada.

-Tienes muchos libros para alguien de tu edad.

-¿Y eso es malo?

-No, es solo que... Es raro que alguien tenga tantos libros a esta edad.

-Es que mi padre me obligaba a leer desde pequeño, estos son todos los libros que me ha comprado. Él los elige para que yo los lea.

- Entonces, ¿estos libros son de tu padre?

-No, son míos.

-Pero acabas de decir que tu padre los compraba por ti, que él los eligió. Entonces tu nunca has tenido un libro que elijas porque tu quieres.

Una Corta Balada Llamada Vida.Where stories live. Discover now