Capitulo 1 | Parte 3

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Luis Arriaga observó como Raquel Campa rascaba una costilla de Francisco y este movía su pata derecha trasera frenéticamente en contra de su voluntad. Era un pastor alemán, tenía un gran tamaño que intimidaba sin duda a todos los desconocidos, sin embargo, le bastó a Luis Arriaga convivir solo una vez con él para darse cuenta que Francisco no le haría daño. Era juguetón, tenía un viejo peluche ya sin ojos que llevaba con él para todas partes, lo dejaba a sus pies, y si se cometía el error de tomarlo y lanzarlo lo más lejos de ahi, Francisco iría corriendo como tren hasta conseguirlo y traerlo de vuelta, y no te dejaría en paz hasta que lo volvieras a lanzar con todas tus fuerzas.

-No lo lances - Le advirtió Raquel Campa, la primera vez que Francisco le puso el peluche a Luis en los pies.

-Solo quiere jugar.

Lo lanzó tan lejos como se permitió. El gran error del día. No pudo librarse de Francisco hasta después de dos horas, cuando su brazo ya no podía más, pero aun así Francisco tenía la energía intacta.

Raquel Campa caminó hasta el jardín trasero y Luis Arriaga la siguió. No era perfecto, tenía pedazos donde el pasto estaba seco y tenía un color amarillento como el trigo, en algunas partes solo había pedazos de tierra seca. La mayoría de estas imperfecciones estaban del lado de la casa de Luis Arriaga, lo cual era comprensible porque esa casa tenía un año entero sin ser habitada. De la frontera de Raquel Campa se notaba la presencia del cuidado y dedicación. Pegado a su casa, habia varios arbustos, algunas que otras flores, sobre todo rosas de color blanco, que la madre de Raquel cuidaba con sumo cuidado, las regaba todos los dias, y mientras lo hacia les hablaba cual si se trataran de personas. Luis Arriaga pudo sentir el tufo de las flores en aquel día de calor. No tenía muchas ganas de hacer algo, y mucho menos con Raquel, con la cual su presencia aún le hacía sentirse incómodo e intimidado. Mientras la seguía, no pudo evitar pensar en la situación; no tenía idea de que hablaría con ella, ¿ Qué es lo que podían hacer en ese jardín que era divertido para los dos? Su miedo fue erradicado por Raquel.

-¿Cuántos escalones son?

Luis Arriaga meditó la pregunta.

-102 - le respondió con una calidez de orgullo que no comprendía.

-¿Estás seguro? - lo cuestiono - Parecían más.

-Muy seguro.

Si estaba completamente seguro de su respuesta. Desde que Raquel Campa le hizo esa pregunta, Luis Arriaga estaba mortificado por saber la respuesta. Al principio trató de evadir la pregunta de saber cuántos escalones hay en su casa, porque se le hacía absurdo tener esa información, hay cientos de detalles que no se saben de las casas, aunque ya lleve uno viviendo ahí más de una vida. Al final fue derrotado por el aburrimiento y la presencia impecable de la pregunta en su cabeza, hasta que en una tarde se puso a contarlos. Anduvo por toda la casa, contando cada vez que pisaba un escalón. 102 fue el resultado; entre los escalones de la cocina, la sala, para subir al segundo piso, para entrar a los cuartos, escalones por todas partes.

-La mía solo tiene treinta - dijo ella.

Después de eso la conversación fluyó sin parar. Más por parte de ella, que parecía que siempre tenía algo que contar. Apenas si dejaba hablar a Luis Arriaga, y eso que solo para ella asegurarse que le estaba prestando atención. Raquel Campa le contó todo sobre su persona. Raquel Campa era hija única, sus padres estaban casados pero ninguno de los dos estaba en la casa por el trabajo, solo llegaban a dormir, así que no tenían mucho tiempo para convivir con ella, por eso tenía la libertad de hacer lo que ella quisiera. Raquel Campa decía que por esa razón siempre la llenaban con regalos, o cualquier cosa que ella les pidiera sus padres se la daban. Le gustaba tener siempre un regalo nuevo, pero después de un tiempo se hizo monótono y empezó a perder la magia de la sorpresa, por lo tanto ya no les pedía nada. Por esta razón también, siempre podía estar fuera de la casa. A veces caminaba por horas y horas hasta sentirse cansada o hasta que el hambre no la dejara avanzar más, no tenía miedo porque Francisco siempre la acompañaba ¨Con un simple orden Francisco se convierte en una máquina asesina ̈, mencionó ante los ojos incrédulos de Luis Arriaga que observaba como Fracisco babaeaba boca arriaba intentado atrapar su peluche de su barriga. También le contó que su sueño era ser una famosa actriz de cine, estaba fascinada con esa idea; quería ser admirada por las demás personas, que le pidieran autógrafos en la calle, ir a las premiaciones con un vestido espectacular que hiciera que el público hablara sobre eso por semanas. No obstante, la versión de sus sueños cambiaba continuamente, un día soñaba con ser actriz y su mundo se convertía en solo esa idea, solo para el día siguiente llegar y contarle que su sueño que siempre había tenido era ser una piloto de aviones para poder visitar todas las ciudades del mundo.

Una Corta Balada Llamada Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora