Capitulo 10

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Habían timbrado hace cinco minutos y yo era la única que faltaba por salir, Julie se había adelantado bastante, pero no fue con ninguno de los dos muchachos por los que trataba de decidir un romance con el que no se iba a comprometer. El sol se estrellaba con las notas de los arboles dejando como reflejo en las ventanas un brillo parecido al de un cristal.

La gente se iba apresurando, menos Anna que me estaba esperando para irnos al campo amplio para formar. Finalmente salí y nos fuimos alejando del salón muy despacio. Aun sentía rabia por lo que pasó con Julie porque estaba cansada de mis propias esperanzas, que carecían siempre de algún sentido.

Volví a ver la gente de siempre en los mismos lugares, haciendo lo de siempre con las mismas personas con las que se la pasan todos. Ya ni preocupaba buscar a Austin en el campo o en el parque, ni siquiera en buscar a alguno de sus amigos o gente con los que lo he visto hablar frecuentemente. Anna era demasiado alta y la luz me molestaba para poder ver su rostro.

Empezó a practicarme sobre Mitch y lo mucho que le gustaba cuando estaban en la academia francesa donde estudiaba. Ella y el llegaron al mismo colegio junto a varias personas más que ya conocían de dónde venían, ya era para repetir el año que les hacían perder por obligación o para tratar de obtener la promoción para el grado en el que deberían estar.

Me la pasaba diciendo lo mucho que le encantaba su cabello hacia atrás, sus ojos claros y su voz seria pero que siempre estaba de buen humor. Que si pasaban ambos al mismo curso, ella tuviera una oportunidad. Que extrañaba cuando escuchaban canciones en el bus cuando regresaban de la academia y cuando practicaban voleibol juntos.

Solo había platicado con Mitch una vez, y fue más o menos una conversación profunda. No era introvertido o extrovertido, a veces simplemente parecía cansado o tan solo contemplaba las cosas de una manera diferente. Era cómodo, como si hablaras solo sin avergonzarte, pero Mitch tenía algo extraño con el ambiente, parecía que hubiera vivido miles de cosas en una sola cancha que te quedabas mirándola como bobo.

No lo veía exhalar por la boca, nunca suspiraba o se esforzaba por hacerlo. Trataba de no estorbar a nadie, ya que le estorbaba tenerse a sí mismo. Pero era feliz, a pesar de todo lo que podía pasar por su cabeza. Su corazón seguía siendo blando y noble, su personalidad dura y exigente. Confusa e interesante.

Pero había algo detrás, que lo hacía a él, parecía que el sabía algo que los demás no. Algo que le dolía ocultar.

Entendía porque le gustaba a Anna, y porque no me gustaba a mí en vez de Austin. Aunque fuese así odiaba que fuera de esa forma, como si amarlo fuera un error.

Era un error, y a pesar de que lo supiera, no podía estar mejor sin sentirlo.

Como cuando te inyectan una jeringa para aliviar una enfermedad. Dolor con dolor, esa es la clave para sentirse mejor.

-¿Y porque no le hablas?- Le dije mirando sus zapatos, luego arrastré mi mirada hacia su rostro.

-¡Que dices!- Exclamó mirando a sus alrededores –Por supuesto que no-

-¿Por qué no?- Pregunté enarcando una ceja, con aspecto de desafío, mostrando una sonrisa insegura.

-Porque... Agh- volvió a mirar a su alrededor.

-Si no lo haces, ¿Cómo esperas una oportunidad con él en su mismo salón?-

-Ese es el punto, si estamos en el mismo curso será más fácil- Explicó –Además, no tengo excusas para hablarle-

-Sí, tienes una-

-¿Cuál?-

-Te gusta, estaban en la misma academia y terminaron aquí- Le dije cruzada de brazos -¿Qué más alternativas quieres?-

El tiempo necesario para crecer.Where stories live. Discover now