CAPÍTULO 35

3.4K 375 276
                                    


VIVIANA



Mantén a tus amigos cerca, pero a tu enemigos aún más cerca.

Eso fue lo que me dijo Alice hace unos meses cuando le comenté mis sospechas sobre un posible traidor entre nosotros.

Alice no es de compartir muchas palabras, pero si recuerdo que sentí su mirada sobre mi y se acerco para ver que en qué pensaba.

—Nada —respondo.

—Soy abogada, ¿sabes? —dice parándose a mi lado mientras observamos a sus hijos jugar en el césped de la finca. —con mis años de experiencia, es fácil deducir cuando alguien miente.

—¿Me creerías si te dijera qué hay un traidor aquí?

—Claro, también la veo —dice sonriendo. —eres muy curiosa.

—Solo trato de proteger a Chiara.

—Haces bien —dice poniendo su mano en mi hombro. —Solo recuerda esto, "mantén a tus enemigos cerca y a tus enemigos, aún más cerca".

Coloco mi mano sobre la suya y frunce el ceño.

—No, ni se te ocurra salir con unos de tus comentarios —sus dedos se clavan en mi hombro y finjo que no me duele.

—¿Lees mentes?

—He convivido lo suficiente con Roxanne y tú, te pareces un poco a ella.

—Me siento halagada —ella me suelta y sonríe —te robe una sonrisa.

—No te emociones, es porque acabo de ver la cara de esa mujer —dice apuntando a Olivia —va a matarte —sonríe y trago con fuerza al ver a Olivia observarnos con los brazos cruzados. —dile a Chiara, seguro ella también lo sabe.

Cuanta razón tenia ella con sus palabras, al tener a Brina cerca, nos dio la oportunidad de conocer sus movimientos, de saber lo que planeaba el abuelo de Chiara en cada momento.

Alessandra me toma del brazo y me hace subir al helicóptero. Debemos salir de aquí cuanto antes.

—Mi reina —uno de los hombres se acerca —¿Que hacemos?

—La orden sigue, limpien este lugar, yo iré por la médula.

El asiente y se retira. El helicóptero no tarda en elevarse para seguir al siguiente que aterrizará a unos cuantos kilómetros de aquí. No puede ir tan lejos así como estaba.

Recorremos todo el acantilado hasta que finaliza y solo hay playa, donde a unos cuantos metros, se encuentra el helicóptero. En lo que terminamos de acercarnos, aprovecho a cambiarme de roba y me pongo pantalones, una blusa ligera y botas.

No tardamos mucho en aterrizar y me apresuro a bajar junto a Alessandra y seis hombres más.

Nos acercamos al helicóptero con mucha precaución y veo que Raffaele ya no está. Doy la orden de buscar por los alrededores y me meto entre los árboles qué hay más allá.

—No pudo ir muy lejos, el viejo a penas y puede caminar —dice Alessandra.

Continuamos avanzando y la detengo cuando observo movimiento detrás de un árbol junto a ella. La tomo del braza y la atraigo hacia mí antes de que su padre logre golpearla con su bastón.

—¡Debería haberte matado cuando jodiste todo con la Yakuza! —le grita —¡ahora estoy jodido por tu culpa!  —saca su arma y la carga apuntándome a mí —tú irás conmigo —dice sonriendo —me dirás dónde está la cura o te usaré como mi rata de laboratorio.

—A mi me hace falta una rata en mi laboratorio—escucho la voz de Annette saliendo detrás de él —no sabes cuánto me fascina jugar en el laboratorio —sonríe —seguro que encuentro algo más sobre ese veneno o podría inyectarte una dosis más potente para ver cómo daña tu sistema mientras monitoreo el estado de tu cuerpo —Raffaele retrocede y apunta entre elle y yo. —me voy a divertir tanto —dice con esa sonrisa y esa mirada que de verdad la hacen parecer una verdadera loca.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora