CAPÍTULO 18

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ALESSANDRA

Después del atentado, nos la hemos pasado viajando de ciudad en ciudad. Chiara se ha hecho de algunos territorios que Yura había marcado como suyos, pero hay otros que aún no pudimos encontrar su ubicación.

Esta noche estamos en mitad de una isla en algún lugar del sur asiático. Sé que estamos cerca de Tailandia, pero nada más. Hay algunos islotes por los que hemos pasado, que estaban completamente vacíos, pero acá nos encontramos con algo único. Una cueva en la que estaban investigando con algún tipo de veneno.

—No toquen nada si no tren guantes —les advierte Chiara a sus hombres.

—¿Para qué crees que sea todo esto? —le pregunto.

Muchos frascos quedaron destrozados luego del enfrentamiento que hubo contra los hombres de Yura, por suerte, esta vez si veníamos mejor preparadas para lo que sea.

—No lo sé, Hanna ya envió un equipo experto para analizar todo esto —dice con el ceño fruncido.

—Que bueno que la trajimos de nuestro lado —acarició su hombro y puedo notar lo tensa que está.

—Esto no me da buena espina —dice tomando una de las jeringas —¿que les está haciendo? —miramos a las personas que estaban en cautiverio y en un estado totalmente deplorable.

—No deberíamos acercarnos a ellos —le susurro —aún no sabemos qué es todo esto.

—Lo se. —dice viendo a los tres hombres que custodian a los prisioneros. —si la científica dice que el contacto es peligroso, quemaremos el lugar. Con ellos aquí —dice alejándose para salir de la cueva.

Avanzamos hacia el campamento que instalaron y Chiara me pide que esté al pendiente de sus hombres mientras ella toma un baño. La veo alejarse hacia el lugar donde pasamos un arrollo y yo me siento cerca de la fogata donde sus hombres bromean entre ellos.

—Señora —dice uno de ellos riéndose y algo ebrio  —¿qué tal cierto es que usted mato a su esposo porque le pago mal?

—Tan cierto como que puedo hacer que tragues tus bolas y las de tus amigos —los apunto y borran su sonrisa.

—Uy, vaya carácter el que manejan las Santoro —comenta Brina tomando asiento a mi lado. —Estoy segura de que ellas dos puden ponerlos a todos de rodillas en menos de lo que imaginan —se burla.

—No tienes que defenderme —digo cruzándome de brazos.

—Son unos idiotas, siempre lanzan comentarios así, ignóralos —dice pasándome algo que supongo es alcohol.

—No, gracias —me niego a tomar lo que sea que ellos tengan.

—Olvidaba de eres de tragos finos —medio sonríe.

—Olvidaba que eres una entrometida —ella se ríe.

—¿Donde está Chiara? —pregunta viendo hacia los lados.

—Tomando un baño.

—Uy, pues se encontrará con las demás chicas —se levanta. —será mejor que vaya por ellas.

—Te acompaño.

Avanzamos por el sendero que va hacia el arroyo y en el camino nos encontramos a las chicas que están en la misión.

—La reina nos pidió retirarnos —dice una —ya llevábamos un rato ahí.

—Falta una —digo alzando una ceja.

Si hay algo de lo que siempre estoy segura, es que de cuantas personas vienen conmigo y ahora que lo pienso; esa que falta, solamente la conté una vez que estuvimos en esta isla.

HeraWhere stories live. Discover now