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Me desperté con malhumor, me arreglé con un conjunto largo de color rosado, me puse los tacones y tomé mi bolso saliendo de casa.

Llegué al trabajo y me plaste en mi mesa, tenía más trabajo que ayer y eso solo me daba más rabia.

—¿Anoche se fue muy tarde?

—Un poco. Estoy agotada.

—El coronel hoy pidió un desayuno exagerado. —me dijo y me levanté yendo a la cafetería

Tomé la bandeja que tenía fruta, jugo de naranja, café y huevos con tocino.

—Permiso. —entré a la oficina

—Retírese, Irina. —le dijo a una chica

—Pero coronel-

—¡Le di una orden! —le gritó y sentí lástima por ella

Se marchó y puse el desayuno frente al coronel, cerró su laptop y se sentó a comer.

—¿Desayunaste? —me preguntó

—No, coronel.

—Siéntate. —me pidió

Me senté frente a él y me entregó un tenedor, tomé un trozo de fruta y me lo comí.

—¿A qué se debe su amabilidad? —le pregunté

—Me duele la verga. —me dijo y me reí— Y por más que folle con otras no logro sacarla de mi cabeza, señorita Beltrán.

—Bueno, tendrá que seguir aguantando.

—Vamos a cenar hoy. —me pidió

—Creo que usted todavía no lo entiende, su esposa y yo-

—Por fin conseguí el divorcio. —me dijo

—No le creo.

Me plantó los archivos en frente y los leí, efectivamente se estaban divorciando.

—Yo invito. —me dijo

—Sabrina sigue siendo mi amiga.

—¿Después de lo mal que te trató?

—…

—Eso creí.

—No quiero que salga de aquí, coronel.

—¿Entonces si va a ir conmigo?

—Sí, pero que se quede entre usted y yo. —le sonreí— Soy vegetariana.

—Lo sé. —me guiñó el ojo

—No habrá sexo.

—También lo sé.

—Si quiere una aventura conmigo tiene que ganársela. —le dije

—No me imagino que tiene que hacer el hombre que se quiera casar con usted.

—No, no se lo imagina.

Me levanté y tomó mi mano, me entregó un estuche y lo abrí viendo una pulsera.

—Espero le guste.

—Gracias.

—¿Ni si quiera un beso?

—No, coronel.

Salí con una sonrisa, Laurens me frunció el ceño y volví a sentarme, Rachel pasó frente a mi y se detuvo.

—Hola.

—Hola, Rachel. —la saludé

—Que bonita pulsera. —me dijo— ¿Ya conseguiste pareja?

—No, fue un regalo de un amigo.

—Que lindo, oye, ¿Te parece si vamos a cenar hoy? Tienes una mala impresión mía y me gustaría enmendar eso.

—Me gustaría, pero hoy no puedo. Ya te avisaré.

Ella asintió yéndose, continúe con mi trabajo y me detuve abruptamente cuando llegaron gritos a la central.

—¡Vamos a casa! —gritaron y reconocí la voz

—¡No!

Trataron de pasar pero me interpuse.

—¿Tiene cita? —le pregunté

—No seas ridícula y déjame pasar. —me dijo Sabrina

—No puedo.

—¡Que te apartes! —la puerta se abrió de par en par y el coronel quedó pegado a mi espalda

—¿Qué es este escándalo?

—¡No me voy a divorciar! —gritó como loca

—Ya tu hermano consiguió tu firma, fue él mismo quién aceptó y lárgate que pareces verdulera gritando. —le dijo

Me aparté y fui a sentarme a mi silla, todos estaban atentos a la discusión, pero no hubo más porque Christopher se encerró en su oficina y Sabrina empezó a llorar como Magdalena.

Me miró como si yo fuera la causante de todos sus problemas, trató de hablarme pero Bratt llegó alejándola de todos.

—Dios… —murmuré— ¿Qué color crees que se me vería bien? —le pregunté a Laurens

—Un rojo combina genial con su piel morena. —me dijo sonriendo

 —me dijo sonriendo

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Solo Conocidos. (C.M)Where stories live. Discover now