Solo Conocidos. (C.M)

13

Me puse el enterizo rojo, era escotado y corto, estaba bien para el calor que hacía.

Rachel me esperaba afuera y salimos juntas.

—¿Cómo te cayó el coronel? —me preguntó y agradecí que preguntara, tenía muchas dudas

—Es serio.

—Y amargado. —rodó los ojos

—¿Lo conoces bien? —le pregunté

—Trabajamos juntos.

—¿En serio? —me asombré y asintió

—Sí, lamentablemente…

—Veo que te cae muy bien. —sonreí

—Es que es tan prepotente y tan egocéntrico.

—Se le nota.

—¿Tú no tienes novio? —me preguntó

—Estuve a punto de casarme. —sonreí— Pero lo dejé a tan solo días de la boda.

—Por lo menos no lo dejaste en el altar. —me codeó animándome

Me reí y entramos a la discoteca, me caía bien Rachel, era agradable.

—Voy por unos tragos, no tardaré. —le dije y ella se sentó en una mesa

Fui a la barra, pedí unos tragos y sentí alguien posarse a mi lado.

—Con que tú eres esa famosa Julinha. —me dijo y me puse nerviosa

—No sabía que usted era el marido de Sabrina.

—No soy nada de esa bruja.

—Si yo lo hubiera sabido no-

—¿No me habrías dicho que tienes un piercing en el clítoris? —me dijo y por alguna razón el ambiente se había vuelto caluroso

—Fui atrevida, lo siento.

—No te disculpes, nena. Me gustan las mujeres sueltas. —la manera en que me miró me provocó un cosquilleo— ¿Qué te parece si nos olvidamos de Sabrina y pensamos en lo bien que la podríamos pasar juntos?

Arrugué mi entrecejo, negué con una sonrisa y cogí los tragos.

—No soy una mujer que le guste traicionar a sus amigas.

—¿Me estás rechazando? —no borró esa sonrisa tan sensual

—Por más bueno que estés siguen siendo el marido de mi mejor amiga. —le di la espalda— Lamento que no puedas conocer mi piercing.

Llegué hasta la mesa y me sentí acalorada, me bebí el trago en un dos por tres, tenía calor, ¿Por qué hacía tanto calor? No me gustaba sentirme así, tan ganosa de tener que follar.