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—No puedo creerlo. —dijo Rachel

—Me largo. —pasó por el lado de Rachel pero le impedí irse

—Me juzgas a mi pero estás aquí revolcándote con el marido de tu mejor amiga. —le dijo Rachel a Julinha y la acribillé con la mirada

—No disimular tus celos. —le dije yo— Lárgate que ya te dejé las cosas claras.

—Suélteme que me voy. —me dijo Julinha

—¡Que no, joder! Te vas a quedar aquí y punto.  —presioné el agarre

—Yo no tengo nada que hacer aquí. —dijo Rachel

Se marchó y metí a Julinha al departamento, ella cruzó los brazos y me miró.

—Mi Uber está afuera. —dijo

—Julinha-

—Rachel tiene razón, Sabrina era mi mejor amiga y yo estoy aquí contigo…

—Te acostaste conmigo hace mucho tiempo. —le dije

—No sabía que eras tú el marido de Sabrina en ese entonces.

—Pero ahora lo sabes, y así des marcha atrás lo que sentimos no se puede ocultar, Julinha.

—Entonces follemos de una vez. —me dijo malhumorada

—No, no solo por una estúpida discusión.

—Ni que fuéramos pareja.

—No te confundas, no lo digo por eso. Me gusta el sexo con ganas, no con sentimentalismo.

—Entonces ve a buscar tu mujer que solo quiera tener sexo. —me dijo— Porque yo no pienso caer tan rápido en tus planes.

—Hace un momento-

—Fue por el calor del momento, coronel. —se colgó la cartera— Hasta mañana.

Salió del departamento y estrellé el vaso contra el suelo, ¿Cuánto más voy a tener que esperar?

Julinha Beltrán.

¿Cómo se atrevía? Era un patán, atrevido, mujeriego e infiel. Y yo de estúpida iba a-

—¿Julinha? ¿Qué haces por aquí? —me frenó Bratt— Qué casualidad.

—Ah. Hola. —lo saludé y me percaté que tenía a Rachel al lado— Vine a averiguar un departamento, parecen ser bonitos aquí.

—Aquí justo vive mi mejor amigo. —me dijo él con una sonrisa

—¿Ah, si?

—Sí, de hecho es Christopher, tu jefe y el marido de Sabrina. —dijo Rachel

—Ah, ya. Sabrina me comentó eso. —le sonreí— ¿Ya le contaste lo bien que la pasaste en Hawái, Rachel? —le sonreí inocentemente y ella palideció

—Espero que Christopher no haya sido un patán con ambas. —me dijo Bratt

—Oh, conmigo fue normal, con Rachel creo que fue bastante amable. —tomé mi teléfono— Debo irme ya, que la pasen bien.

Me despedí y pedí mi taxi, condujo hasta casa y al llegar me desvestí cayendo a la cama como una bolsa de papa.

La puerta se abrió de par en par y me levanté, Andrés estaba ahí y yo lucía deplorable.

—Sigues con tus fiestas…

—¿Qué pasa si renuncio al contrato? —le dije

—Van a tener que ir al juzgado y le vas a pagar una cantidad de dinero inimaginable.

Volví a lanzarme a la cama exhausta.

—¿Cómo te está yendo? —me preguntó

—Mal. Christopher Morgan es un hijo de perra. —murmuré— Y está buenísimo.

—Una aventura es lo único que tú le ofrecerías a él, y él a ti. Ambos tienes algo en común, el miedo al compromiso. —me dijo y me tensé

—Ya vas a empezar…

—Ian se veía buen tipo, quizá pobre, pero te daba amor.

—Ian no era lo que yo necesitaba…

—Fue el único con el que tuviste algo serio, aparte de Chadd-

—Chadd y yo nunca fuimos nada.

—Estabas loca por él, aún no entiendo porqué nunca fueron nada. —se sentó en la silla

—No quiero hablar más del tema.

—Chadd está por aquí, tiene un excelente trabajo, una fortuna de la cuál podrás vivir y es apuesto, deberías hablar con él.

—¡Que no quiero hablar más del tema! —le grité y él apretó la mandíbula

—Cómo quieras.

Se marchó y yo cerré los ojos con el pulso acelerado, odiaba oír su nombre, cualquier cosa que tuviera que ver con él…

Detestaba recordar lo que me hizo.

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Solo Conocidos. (C.M)Where stories live. Discover now