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—¡Ay no, no, no! —me tiré de la cama

Eran las seis y media y empezaba a las siete.

Me metí al baño y el agua helada me recibió, no había arreglado lo del agua caliente, me vestí, me maquillé y salí corriendo a coger mi carro.

Empecé a conducir con el GPS, pité veinte veces y me crucé como cien semáforos.

Llegué y eran las 7:58, entré deprisa y me encontré con una pelirroja.

—¿Es la nueva? —me preguntó y sentí— Al coronel le gusta que estemos media hora antes. Tenga, llévele esto y preséntese, suerte.

Me encarté con el café y una dona, me acomodé el pelo y toqué la puerta.

—Pase. —su voz sonaba intimidante

—Buenos días, coronel, soy Juli-

—No te pregunté.

Me quedé atónita, ¿Y este maleducado qué o qué?

Me arrebató el café y la dona, me quedé quieta con mis archivos en la mano y me indicó que me sentara.

—No se permiten piercings, no estamos en secundaria para tener que recordárselo. —me dijo

Me quité el piercing de la nariz y lo guardé en mi cartera.

—¿También me tengo que quitar el del clítoris? ¿O ese se permite por qué no se ve? —le dije sin medir mis palabras

—Ya veo porqué a su hermano le urgía deshacerse de usted.

Apreté la mandíbula, ni siquiera me había tomado el tiempo de detallarlo, tenía lo ojos grises, era alto, fornido y tenía los rasgos perfectos.

—No tiene experiencia.

Me incliné señalando una parte de la hoja, noté como su mirada me seguía en cualquier movimiento.

—Empresaria. —le respondí

—Que te regalen empresas no cuenta.

—Pero las he manejado yo, así que si cuenta, señor…

—Morgan, Christopher Morgan, pero para usted soy el coronel Morgan.

—Bien, coronel Morgan.

—Empezamos la semana que viene, todos los días a las seis y media aquí, con mi café, arreglada, con lo que le pida listo, sin piercings y el del clítoris tendría que comprobar si lo tiene, señorita Beltrán.

—Ya le gustaría… —dije entre dientes

—¿Cómo dijo?

—Permiso para retirarme, coronel Morgan.

—Permiso concedido, señorita Beltrán.

Salí de la oficina y me acerqué a la pelirroja.

—Julinha Beltrán, ¿Siempre es así de amargado?

—Sí. —me dijo con una risa— Soy Laurens.

—Encantada.

—Bienvenida a tu tortura, que será trabajar para el coronel Christopher Morgan Harts.

—Bienvenida a tu tortura, que será trabajar para el coronel Christopher Morgan Harts

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Solo Conocidos. (C.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora