Dos Caminos

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***
Un ruido agudo resonó en el oscurecimiento del bosque. Una vaina cayó de la mano de Yuugo. El demonio salvaje que acababa de disparar se desplomó en el suelo después de dos espasmos.

_¿Cuándo llegamos?

Preguntó Ray, permaneciendo en guardia, con su arco aún tenso.

_La entrada no está lejos. Pero los cazadores furtivos seguramente nos siguen de cerca.

El resplandor rojo del crepúsculo que se filtraba entre los árboles proyectaba sombras intrincadas en el perfil de Yuugo.

_No has dormido desde anoche, deberías echar una siesta", le dijo a Ray, bajando su arma.
El chico miró a su alrededor y finalmente soltó su arco.

_¿Realmente crees que podemos descansar?

Replicó.

_Está bien, no te preocupes, te despertaré en una hora. Yo me quedaré de guardia, arriesgando mi vida.

Dijo Yuugo fríamente al chico que lo miraba fijamente.
A pesar de haberle dicho que ayudaría a salvar a Emma, la actitud y lengua mordaz de Yuugo no habían cambiado.
En respuesta, Ray chasqueó la lengua, luego encontró una rama resistente para recostarse y cerró los ojos. Después de echar un vistazo rápido al chico, Yuugo volvió a concentrarse en vigilar los alrededores. Los reflejos morados del atardecer dejaron de penetrar rápidamente en este denso bosque.

(No ha cambiado...)








Pensó mientras observaba los árboles circundantes. Había temido que en trece años el paisaje hubiera cambiado más drásticamente, pero este bosque seguía siendo el mismo, dándole la sensación de viajar al pasado. Si seguían al mismo ritmo y llegaban a la entrada de las cuevas según lo planeado, llegarían al día siguiente al mediodía a Goldy Pond.
La niña Antena había sido capturada por los cazadores furtivos hace un día.
Yuugo esperaba que no fuera un día de caza.
Miró a Ray de nuevo, todavía acurrucado en su rama.

(¿Todo habría sido diferente si hubiera cumplido desde el principio?)

_Tss...

Yuugo se torturaba mentalmente reprochado sus acciones y decisiones que podría haber cambiado.
Ahora que lo pensaba, no había cambiado desde Glory Bell.
En constante competencia con Lucas, siempre tuvo la costumbre de enojarse antes de pensar, y siempre terminaba en discusiones infantiles.
En aquel entonces, creía que esos días durarían para siempre.
Yuugo no podía evitar que sus recuerdos regresaran.
Esta fantasía fue la causa de todo. El sueño de sus hermanos. La visión de su final.
Miraba en silencio el cielo oscurecerse mientras caía la noche.
Nunca debería haber querido llegar a Goldy Pond; si hubiera luchado mejor en este coto de caza secreto, si hubiera logrado derrotar a ese cazador, Leuvis... Nadie habría muerto.
Sus risas deberían haber seguido acompañándolo.







Yuugo recordó el día en que huyó de este bosque, cruzó la estepa y regresó al refugio.
Fue solo cuando estaba frente a la entrada oculta en los sótanos que se dio cuenta de que a partir de ahora, estaría solo.
Se dio cuenta entonces de que el único recuerdo de ellos ahora consistía en la chaqueta que sostenía en un brazo, un guante sin par, este bolígrafo y todo lo que estaba en el refugio.
Gritando, había escrito la palabra "Cazadores" grande en la pared. Y jurando vengar a su familia, la había tachado para no olvidarla nunca.







Todo este odio, sin embargo, no era suficiente para hacer desaparecer el dolor de la soledad.
Su vida solitaria había comenzado ese día. Un día, una semana, un mes, un año...
Yuugo se quedaba dormido en esta habitación con literas, que alguna vez estuvo llena de bullicio, con un nudo en la garganta por la soledad, rezando para que todo fuera una pesadilla.
Se sentía traicionado por la llegada de cada mañana, que seguía contando.
"AYUDA"




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