CAPITULO 23

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El delicado aroma de los cabellos de POCHE le llegaba cada vez que ella giraba la cabeza para comentarle sobre alguna fotografía. Y ahí estaba, tratando de descifrar si ese exquisito aroma era jazmín o manzana con un toque cítrico. No podía descifrarlo, pero le encantaba. ​
POCHE: ¡El ceviche! —exclamó POCHE. Sí, le habían tomado una foto al ceviche—. ¡Joder! Estaba delicioso —insistió mirándola. ​DANIELA se encontraba sentada a su lado, manteniendo la distancia mostrando de vez en cuando su cautelosa sonrisa. ​
DANIELA: Son los mejores de Mochima. Puedes probar muchos por aquí, pero ninguno como esos. ​
POCHE la miró sonriéndole y asintió. ​
POCHE: ¿Te di las gracias? — DANIELA alzó las cejas sin comprender—. Por ese paseo. ¿Te di las gracias? ​
DANIELA: Fue tu idea. Además, pagaste todo. ​
POCHE: Eso no tiene nada que ver. Ese paseo no hubiese sido lo mismo sin ti, así que gracias. ​
Ese agradecimiento le sonó tan sincero a DANIELA, que no supo qué decir. Y cada vez que veía la sonrisa de POCHE, su entusiasmo y la forma apasionada con la que veía cada cosa, se preguntaba qué hacía allí realmente; por qué andaba detrás de su amiga. Y no quiso seguir en el tema porque cada vez que hablaban de Laura, todo se volvía muy oscuro entre ellas y la verdad era que le resultaba agradable esa mujer.
DANIELA: Fue un placer —dijo sin pensarlo realmente. ​
POCHE: ¿Puedo cambiarte por Andrés? ​Finalmente, POCHE vio y escuchó a DANIELA reír de buena gana. ​
DANIELA: No me gustaría dejarlo sin trabajo. ​
POCHE: Que se busque otra cliente —alegó encogiéndose de hombros. ​
DANIELA: Eres muy mala. ​POCHE rio también. ​
POCHE: Solo bromeo —aclaró y volvió su atención a la pantalla—. Andrés ha sido muy amable —y de pronto se detuvo en una fotografía. Ella la había tomado desde la proa, hizo zoom y pulsó el obturador, capturando a DANIELA en su lugar en la cubierta, con la visera de capitán mirando al horizonte—. Te ves bien aquí, pareces realmente una capitana. ​
Y por la forma en que lo dijo, y luego la miró, DANIELA supo que lo creía realmente. Ella miró la fotografía y negó con la cabeza, apenas sonriendo. ​
DANIELA: Debí traer solo las fotografías donde apareces.

DANIELA: Lo sé, aun así, debes tener cuidado. Mira, POCHE no parece una mala persona ni una loca, pero tiene cierta obsesión contigo. Solo quiero que tengas cuidado —alegó con un tono más sereno. ​Laura le sonrió. ​
LAURA: Lo sé y te lo agradezco. Pero quiero pedirte algo —y era que tenía que hacerlo. ​
DANIELA: Lo que quieras. ​
LAURA: Trata de alejarte de ella. Si quieres que tenga cuidado, tú también debes tenerlo. ​
De pronto la petición de su entrañable amiga y mujer de la que estaba enamorada, no le resultó muy agradable. Miró a Laura con un poco de aprehensión estrujándole algo en su interior, pero ella esperaba una respuesta y los segundos pasaban, y cada vez su ceja se iba alzando. ​
DANIELA: Está bien —aceptó finalmente—. No la veré más.

Y esa primera parte de la respuesta de DANIELA hizo que su estómago se contrajera. ​—¿De qué hablaron? ​Laura vio a su amiga entornar los ojos ligeramente. Bebió cerveza antes de responderle. ​
DANIELA: Al principio, un poco de ti. ​
Ella respiró profundo.
LAURA: ¿Y qué hablaron? ​
DANIELA: Me dijo que era periodista, ¿es cierto? —quiso saber e hizo a un lado su pregunta. ​
LAURA: No sé nada de ella, Aidi. ​
DANIELA: Creo que sabes mucho. Estás nerviosa y te fuiste cuando ella apareció. Si pasa algo, dímelo —le pidió con un tono de preocupación. ​
LAURA: No pasa nada. ​
DANIELA: No puedo ayudarte si no me dices qué pasa. ​
Laura sabía cuánto DANIELA la quería y también que su preocupación era genuina y que, si alguien intentaba hacerle daño, ella no lo permitiría, pero de ningún modo podía decirle que POCHE estaba allí tratando de revelar quién era ella. Quién era DANIELA. ​
LAURA: Aidi, no pasa nada, de verdad —insistió y para darle énfasis a sus palabras, le cubrió una mano con la suya—. No sé qué quiere esa mujer, pero lo averiguaré.
DANIELA: ¿Quieres que me vaya?
​Sí, le respondió en su mente, pero no lo vocalizaría. Quería demasiado a DANIELA y no la haría sentir incómoda. ​
LAURA: Sabes que puedes quedarte cuánto quieras —su amiga le sonrió y con sutileza retiró su mano porque sabía lo que significaba ese tipo de contacto para DANIELA—. Entonces, ¿qué hablaron de mí? ​
DANIELA: POCHE me dijo que hay algo de ti que le interesa y no es estar en tu cama. ​
Laura rio. ​
LAURA:¡Eso sí que es extraño! —murmuró con presunción. ​DANIELA solo asintió dándole otro sorbo a su cerveza. ​
DANIELA: Me preguntó qué tanto te conocía. Y creo que tiene que ver con lo que haces en internet.
​¡Maldita sea! Tengo que alejar a esta mujer de mi vida. ​
LAURA: Sabes que un poco de dinero siempre llama la atención. ​
DANIELA: Te lo he advertido —dijo señalando a su alrededor, refiriéndose a la casa en particular—, todos estos lujos pueden traerte problemas. ​
LAURA: Es como quiero vivir, DANI. Trabajo muy duro para tener esto —señaló también a su alrededor. ​

Y de pronto DANIELA se sintió desarmada por el tono en que lo dijo, fue como si de verdad quisiera leer ese libro. Y de pronto se encontró sin poder decir nada porque POCHE se dio la vuelta y entró al lodge, y ella no entraría de nuevo, se lo dijo la mirada del guardia de seguridad que custodiaba la entrada. ​¿Qué acaba de pasar?, se preguntó dando la vuelta y encaminándose hacia la casa de Laura. En pocos minutos ya abría la puerta de acceso, fue cuando vio el auto de su amiga en el estacionamiento. Frunció el ceño extrañada por la inesperada aparición. Cada vez que habló con Laura después de que se fue, parecía que no tenía intenciones de regresar pronto. Entró a la casa y pasó de la sala de estar. ​
DANIELA: ¡Laura! —la llamó y esperó. ​
LAURA: ¡Aquí! ​La respuesta vino desde la cocina. ​
DANIELA: ¡Ey! —la saludó cuando la vio—. ¿Qué sorpresa? ​
Laura preparaba lo que parecía ser una ensalada por todo lo que tenía regado sobre la encimera; estaba vestida con un pijama azul con diseño de nubes blancas. Era extraño que ya estuviera lista para irse a dormir. Pero lo que más curioso le resultó a DANIELA fue que en ningún momento la miró, parecía muy concentrada en lo que hacía. ​
LAURA: Decidí regresar, me aburro, ya sabes —dijo con un tono casual, pero forzado—. ¿Dónde estabas? Dejaste el auto. ​
DANIELA se adentró en la cocina y se sentó en uno de los altos asientos alrededor de la encimera. ​
DANIELA: Fui al lodge. ​
Ella vio a su amiga contener la respiración y estrujar la lechuga que tenía entre las manos, pero rápidamente la soltó, como si no quisiera que su reacción la delatara. Finalmente, Laura levantó la cabeza y la miró. ​
LAURA: ¿Una cerveza? —le ofreció con una sonrisa forzada. ​
DANIELA: Sí. ​
LAURA: ¿Y qué fuiste a hacer allí? —le preguntó metida en el refrigerador buscando la cerveza. ​
DANIELA: Fui a llevarle las fotografías del paseo a POCHE —respondió y vio cómo su amiga arqueó una ceja mientras destapaba la cerveza—. Usé mi cámara —respondió a su muda interrogante. ​Laura le acercó la cerveza y ella se lo agradeció con un gesto con la cabeza. ​
LAURA: Llegué hace casi dos horas —señaló. ​
DANIELA: Hablamos un poco y luego vimos las fotografías. ​

POCHE bufó y la miró de reojo antes de volver a la pantalla. Y ahí estuvieron comentando de vez en cuando algún momento congelado en una imagen hasta que llegó a la fotografía que le había gustado a DANIELA de ella en el arrecife coralino. ​
POCHE: ¡Wow! —murmuró la española—. Los colores son maravillosos. ​
DANIELA pensó que no solo los colores eran maravillosos, ella también, pero no lo dijo. Nunca lo diría. Y ese pensamiento la hizo darse cuenta de que llevaba mucho tiempo ahí. ​
DANIELA: POCHE, es tarde, debo irme —dijo de pronto levantándose. ​
POCHE: Pero... —quiso protestar, pero inmediatamente se dio cuenta de que tal vez DANIELA tenía cosas mejores que hacer que ver fotografías con ella—. Lo siento, te distraje —dijo levantándose. ​
DANIELA: Oh, no, no. Es que es algo tarde. ​
POCHE: Van a ser las diez. ​
DANIELA: Y aquí es una hora poco apropiada para hacer visitas. ​
POCHE: Oh, lo entiendo. Es que en España... es... diferente. ​
DANIELA sonrió.
DANIELA: Lo sé. ​
POCHE: Te acompañaré —le ofreció retirando la memoria del pc, ya había transferido las fotografías a la laptop—. Gracias por traerlas. ​
DANIELA: Por nada. ​
POCHE se encaminó hacia la puerta y DANIELA la siguió. Bajaron las escaleras en silencio. ​
POCHE: Termina ese libro pronto, por favor. ​Ella no pudo evitar sonreír. ​
DANIELA: Lo haré, es que he estado dibujando bastante —dijo rascándose la cabeza. ​
POCHE: ¿Dibujas? —se detuvo de inmediato. ​DANIELA: Sí, un poco. ​
POCHE: ¿Puedo verlo? —preguntó con entusiasmo, pero siguió adelante. ​DANIELA se reprendió por mencionarlo, no solía dejar que extraños vieran sus bocetos. ​
DANIELA: Tal vez algún día. ​
POCHE negó con la cabeza y sonrió. ​
POCHE: Vaya que contigo todo es una batalla. ​
Ya se encontraban en la puerta de entrada del lodge. ​
DANIELA: Lo siento —dijo ella simplemente hundiendo las manos en los bolsillos de su jean. ​
POCHE: Espero tener tiempo para hacerte cambiar un poco. ​
DANIELA frunció el entrecejo. ​
DANIELA: No... creo que... ​
POCHE: Ya lo sé —la cortó—. Gracias por el paseo y las fotografías. Si en algún momento terminas ese libro y estoy aquí, lo esperaré. ​

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⏰ Last updated: Apr 23 ⏰

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