CAPITULO 20

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POCHE se encontraba tendida sobre su cama. Estaba desnuda envuelta en una suave bata de baño; hacía alrededor de una hora que bajó del yate. Se despidió de DANIELA en la puerta de entrada del lodge y la vio caminar, porque era cerca, hacia la casa de Laura. Y ahí estaba ella, sintiéndose particular y completamente feliz con el día que había tenido. Y se debía a que cuando planeó aquel viaje, nunca se imaginó que sería así. ​No solo disfrutó de la belleza del parque, también se encontró cómoda con DANIELA y le alegró que pudieran conversar sin mayores tensiones respecto a Laura, aunque fue muy poco en realidad. También el hacer snorkeling fue una aventura que no cambiaría por nada; ver aquel mundo submarino había sido maravilloso. Ahora entendía por qué a DANIELA le gustaba ese lugar específicamente. Ella tomó muchísimas fotografías y esperaba tenerlas pronto para mostrárselas a Ana y a KIM. ​Después del snorkeling, DANIELA ancló el yate en medio del mar, al menos eso le pareció a ella. Y desde allí vieron la tarde caer y esa fue otra aventura. Escuchar el agua chocar contra el yate, los graznidos de las aves que ya iban en busca de algún lugar para pasar la noche y las nubes arreboladas en el horizonte, fue como detener el tiempo. Aquella imagen de las nubes coloreándose en diferentes tonalidades rojizas, mezclándose con el azul del cielo y la oscuridad que trae consigo la noche, había sido una especie de obra de arte. Una obra de arte que solo puede dibujar la naturaleza, y era tan hermoso y efímero como un suspiro. ​POCHE soltó un profundo suspiro. En aquellos momentos se sintió tan bien, con una paz inigualable. Entonces arriesgó una mirada a DANIELA, que estaba callada como siempre, pero tan sobrecogida como ella por lo que tenían ante sí. ​Ahí, en su habitación, se preguntó si ella estaría también recordando su día o si había sido uno más en su vida en Mochima. Una punzada de tristeza en su pecho le hizo desear que no, porque para ella no fue un día cualquiera. Le hubiese gustado en ese instante tomar el teléfono y llamarla. ¿Por qué no intercambiamos números de teléfonos?

LAURA📞: ¿Qué le dijiste? ​
DANIELA📞: Que hacías algo en internet. Que ganabas bien. ​
LAURA📞: ¿Ella te dijo algo sobre mí? ​
DANIELA📞: Laura, si pasa algo con ella debes decírmelo. ​
LAURA📞: No pasa nada, es solo que no quiero que se obsesione. Además, sabes cómo son las cosas aquí, hay que tener cuidado. ​
El silencio en la línea le dijo a Laura que su amiga estaba considerando sus argumentos. ​
DANIELA📞: Sí, lo sé. ​
Ella respiró aliviada. ​
LAURA📞: Solo no dejes que vaya a casa, ¿de acuerdo? ​
DANIELA📞: Por supuesto. ​
LAURA📞: Bien. Ya tengo que irme. ​
DANIELA📞: De acuerdo. Buenas noches. ​
LAURA📞: Adiós.
​Laura terminó la llamada y se dejó caer en el sofá. Se encontraba en una habitación de hotel en Puerto La Cruz, a donde huyó en cuanto apareció POCHE. Pero ahora tenía que pensar bien si debía quedarse ahí o regresar a Mochima. Si no regresaba era posible que DANIELA y POCHE continuaran en contacto y, aunque su amiga no tenía ni idea, entre una conversación y otra, aquella entrometida periodista podría revelar por qué estaba allí y eso sí que no era bueno. Pero si regresaba, tendría que enfrentarse a POCHE. ​Se encontraba en medio de un camino con una bifurcación. ¿Qué hacer? Tal vez si le daba un poco, tan solo un poco de lo que la periodista buscaba, se iría y la dejaría en paz. Pero para ello, tenía que deshacerse de DANIELA. Porque si su adorada amiga continuaba en medio de aquella situación, todo se iría al mismo infierno. LAURA📞: Sí. Todo bien. Ya sabes, me tomo unos días. ¿Estás en casa? —y cuando Laura preguntaba si se encontraba en casa, se refería a su casa. ​
DANIELA📞: Sí. Como siempre me aprovecho de ti. ​
Laura rio. ​
LAURA📞: Sabes que puedes aprovecharte todo lo que quieras. ​
DANIELA📞: Es lo que hago. Oye..., hay alguien que ha venido preguntando por ti. ​De nuevo una pausa en la línea. ​
LAURA📞: ¿Ah, sí? ​
DANIELA📞: Mju. Una española que está alojada en el lodge.
​La maldición que soltó Laura quedó evidenciada en el profundo suspiro que soltó al teléfono. ​
LAURA📞: ¿Qué le has dicho? ​
DANIELA📞: No tengo mucho que decirle. Solo que no estás. ​
LAURA📞: Bien. ​
DANIELA📞: ¿Pasa algo con ella? ​
Laura soltó una risita incómoda. ​
LAURA📞: Es una de esas mujeres, ya sabes. Le sonríes y crees que le has prometido el cielo. ​
DANIELA📞: Ella parece más interesada que eso. ​
LAURA 📞: ¿Por qué lo dices? ¿Has hablado con ella? ********************************************* Laura esperó la respuesta mordiéndose la uña del pulgar. Que diga que no. Que diga que no, rogó al cielo. ​
DANIELA📞: Sí. ​
¡Maldita sea!, masculló para sus adentro. ​
LAURA📞: ¡¿Cuándo?! ​
DANIELA📞: Bien, vino poco después que te fuiste. Le dije que no estabas y que no sabía cuándo regresarías. Volvió ayer y me invitó a dar un paseo por el parque. ​
Laura respingó y tuvo que hacer malabares para que el teléfono no terminara en el suelo. ​
LAURA📞: ¡¿Qué?! Aidi, dime por favor que no lo aceptaste. ​
DANIELA📞: ¿Por qué te pones así? ¿Pasa algo con ella? ​
Las alarmas de Laura estaban sonando por todo lo alto. Bien, piensa, piensa. Debes calmarte. No hay que inquietar a DANIELA. ​
LAURA📞: No pasa nada. Es que es una desconocida, tal vez sea una loca. ​
DANIELA📞: POCHE no parece que esté loca. ​¡Mierda! La llamó POCHE, eso significaba que sí había aceptado ir con ella o al menos, estuvieron hablando más de lo que le gustaría. Tranquila, DANIELA no sabe nada. No tiene idea. ​
LAURA📞: ¿Has hablado con ella? ​
DANIELA📞: Sí. Fui a ese paseo. De hecho, conduje el yate. ​
LAURA📞: ¿Yate? ​
DANIELA📞: Sí, alquiló uno. Laura, dime si pasa algo con ella, por favor. POCHE me preguntó cómo es que tenías esa casa.
​¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ​
Cuando finalmente salió del baño, sonreía recordando a la española preocupada porque hubiera tiburones. Sin abandonar el gesto, secó el agua de su cuerpo y se puso un bóxer femenino y una camiseta. Su cabello húmedo lo peinó con el cepillo, luego salió de la habitación y fue a la cocina. Ahí se preparó un sándwich, lo comió sin prisas. Cuando terminó, regresó a la habitación y tomó el teléfono, su block, el libro que leía y su cuaderno. ​Cuando salió al área de la piscina, la brisa fresca le erizó la piel. Aspiró el aire limpio, la noche estrellada era perfecta para dejar que la inspiración se sentara a su lado. Fue a la tumbona más cercana a la casa y se tendió en ella; dejó a un lado todo y se quedó únicamente con el block. Lo abrió y pasó algunos bocetos que había hecho, pero se detuvo en el último. Sonrió al ver los trazos que dibujaban perfectamente el rostro de POCHE. Le gustó el boceto, tal vez se lo daría en algún momento la próxima vez que la viera. ​¿La próxima vez? Sí, porque habría una próxima vez. Tenía que darle las fotos que se hicieron durante su paseo. Con un suspiro pasó la hoja y sacó el lápiz del espiral del block, tenía una imagen que plasmar para poder quitársela de la mente. Con absoluta habilidad comenzó a dibujar los trazos, plasmando lo que había en su mente. Media hora después, ya la silueta de POCHE tendida en la tumbona cerca de la proa se dejaba ver claramente. La vista era desde su posición en la cubierta. Muchas veces había dejado de mirar el horizonte por el que navegaba para grabar en su mente cada detalle de esa perfecta imagen que tenía ante sí. ​Su pensamiento quedó en el aire cuando su teléfono sonó. Al mirarlo leyó en la pantalla el nombre de su amiga. Laura. ​
DANIELA📞: Aló. ​
LAURA📞: Ey, Aidi. ¿Cómo estás? ​
A DANIELA le pareció que la pregunta conllevaba más que el interés de saber cómo se encontraba. ​
DANIELA📞: Bien. ¿Todo está bien contigo? ​Hubo una pausa en la línea con la que tuvo la impresión de que Laura intentaba adivinar si su interés iba más allá de cumplir con la convención social de responder a un saludo. ​
Eso era un misterio si lo pensaba un poco, pero ya lo haría la próxima vez. Y al pensar en la próxima vez, sonrió. A pesar de que la mujer parecía una caja fuerte, se sentía cómoda junto a ella. Como si no necesitaran hablar para saber que una estaba ahí, al lado de la otra y eso era suficiente. ​Y ahí, tendida en su cama, POCHE sonrió. Se había dado cuenta de que DANIELA no solo era hermética en cuanto a Laura, también lo era con su vida personal. Porque cada vez que quería saber algo sobre ella, le contestaba con evasivas. Recordó un poco de sus conversaciones. ​
POCHE: ¿Qué haces para vivir? ​
DANIELA: Un poco de todo.
¿Qué incluía un poco de ese todo?, se preguntó. ¿Era mecánica, salvavidas, una asesina a sueldo? Un poco de todo abría tantas posibilidades. ​Y cuando le dijo que era abogada. ​
POCHE: ¿Por qué no ejerces? —le preguntó ella. ​
DANIELA: No es lo que quería.
​¿Y qué es lo que querías, DANIELA? ¿Con qué soñabas? Y con esas interrogantes dándole vueltas en la cabeza, se dibujó ante ella algunas imágenes de DANIELA sonriendo con cierta cautela. De DANIELA riendo cuando habló de tiburones. De DANIELA con el short y el suéter de surfista; tenía que admitirlo, con esa ropa y las gafas, se veía realmente más atractiva de lo que le pareció cuando la conoció. Su cuerpo era delgado, pero se adivinaba fuerte. Sus muslos parecían de acero, su abdomen eran plano y sus senos, aunque pequeños, eran perfectos para atraparlos por completo. ​Se incorporó en la cama como impulsada por un resorte. ¡¿Sus senos?! ¡POCHE, por Dios! Y aunque se reprendió por su pensamiento, en su mente se coló la imagen de los labios de DANIELA cuando saboreó el ceviche. Sus labios eran finos y rosados, y siempre parecían húmedos, provocativos. ​
POCHE: De acuerdo, paremos esto aquí. Ahora mismo —se dijo. *********************************************DANIELA se dio un largo baño para refrescar su cuerpo y deshacerse del agua salada. Permaneció bajó la ducha mucho tiempo, recordando casi segundo a segundo todos los momentos del día que pasó junto a POCHE. Tenía muy buena memoria, así que lo revivía con detalle.




ES TODO POR HOY,UNA DISCULPA POR ANDAR DESAPARECIDA, LES MANDO UN SALUDO Y QUE ESTEN TODOS BIEN. 

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