CAPITULO 15

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DANIELA volvió a la tumbona dispuesta a retomar la lectura; se tendió y tomó de nuevo el libro. La inesperada llegada de POCHE no le dio tiempo a poner el marcalibros en la hoja que leía, así que tuvo que buscarla. Cuando encontró la página, inició la lectura, pero ya su mente estaba fuera de concentración. Sin darse cuenta, y con la vista fija en el inicio de un párrafo, rememoró el momento en que POCHE se adentró en el lugar. Le gustó su sonrisa de entrada, pero su inquietud por cerciorarse de que sus intenciones no fueran otras, la mantuvieron distraída. Sin embargo, ahora, con calma, y aprovechando su buena memoria, la dibujó para sí tal como si la tuviera enfrente. Ella sonrió sin darse cuenta; la española tenía una mirada intensa mezclada con cierta... perspicacia, como si tratara de ir más allá de todo, de sus palabras, incluso de sus ojos. Mantenía la mirada con una determinación poco usual. ​DANIELA hizo a un lado el libro por segunda vez ese día y tomó de la mesa el block. Como una autómata, sacó el lápiz del espiral, abrió el block y buscó una hoja en blanco. Con absoluta destreza, desplazó rápidamente la punta del lápiz sobre la hoja y fue dibujando la silueta de una mujer. Tenía muy claro en su mente la imagen que quería plasmar en esa hoja en blanco y, poco a poco, su idea fue tomando forma. Con cada minuto un detalle se hacía realidad, acentuando la forma de la cara, los ojos, la mirada. ​Después de casi dos horas, DANIELA pudo ver el resultado de su trabajo. Le gustó, se asemejaba mucho a la mujer que quiso plasmar en la hoja y como toda persona con alma de artista, quiso completar su obra; aunque ella no creía en lo absoluto que era una obra. Ese boceto era tan solo un recuerdo que no deseaba olvidar tan fácilmente, así que comenzó a dibujar el mar detrás de la mujer, eso completaría perfectamente tanta belleza. ​Y así, con la inspiración aferrándole el alma, DANIELA vio el sol descender lentamente hasta que las aves surcaron el cielo en busca de un lugar donde pasar la noche. El rumor de las olas llegando a la playa la acompañó también. POCHE lo vio alejarse. Ella volvió la mirada al mar; suspiró profundamente llenándose de aire fresco. Sonrió complacida. Bien, ya tenía una idea en mente, ahora solo esperaba que DANIELA aceptara la invitación que le haría para salir a navegar. Supuso que ese sería un buen comienzo.POCHE: Gracias por tu interés. Y, ya que estamos en ello, me preguntaba si es posible rentar alguna embarcación, un yate pequeño. ​
ANDRES: Por supuesto. Podemos buscarle la mejor opción. ​
POCHE: Te lo agradecería. ​
ANDRES: ¿Cuándo lo necesita? ​
POCHE lo pensó un poco. ​
POCHE: Bien, preciso hacer una invitación antes de poder darte el día. ​
Andrés arqueó una ceja. ​
ANDRES: ¿Puedo ser indiscreto? ​
POCHE soltó una carcajada. ​
POCHE: Sí, puedes serlo —le concedió. ​Andrés intentó no sonreír, pero no tuvo demasiado éxito. ​
ANDRES: ¿Invitará a Laura? ​
POCHE negó antes de responder. ​
POCHE: No —Andrés levantó las cejas algo sorprendido—. ¿Ahora puedo ser yo indiscreta? —le devolvió con una sonrisa mordaz. ​Ahora fue Andrés el que rio. ​
ANDRES: Por supuesto. ​
POCHE: ¿Te gusta Laura? ​POCHE vio al hombre sonrojarse levemente, luego apartó la vista hacia el mar. ​
ANDRES: Sí. Pero imagino que sabes que no tengo oportunidad. Ni yo ni ningún otro hombre. Y, además, soy casado, aunque estoy divorciándome —le aclaró. ​
POCHE: ¡Auch! Lo de no tener oportunidad lo sé. Y te diría que lo siento, pero no es así. ​Andrés volvió a reír. ​
ANDRES: ¿Alguna vez va a decirme cómo la conoce? ¿Cómo obtuvo su dirección? ​POCHE respiró profundo considerando si hablar o no, después de todo, Andrés conocía a Laura y podría serle de ayuda. ​
POCHE: No. Al menos no por el momento. ​
ANDRES: ¿Eres policía? ​
POCHE rio. ​
POCHE: No. No lo soy. ​
ANDRES: ¿Ella está en problemas? ​
POCHE: No. ​
ANDRES: Es bueno saberlo. ​Por un largo momento el silencio los acompañó. ​
POCHE: ¿Tienes alguna idea de cómo Laura se gana la vida? ​
Andrés negó con la cabeza. ​
ANDRES: No. En realidad, las personas de por aquí se hacen esa misma pregunta. Ella siempre está divirtiéndose. Alguna vez alguien dijo que era FreeLancer. Ya sabe, trabajos por internet. ​POCHE se quedó considerando eso. ​
POCHE: Sé de qué hablas.
​De nuevo el silencio cayó entre ellos. ​
ANDRES: Bien, sobre el yate, solo avíseme cuándo lo necesita y lo tendrá. ​
POCHE: Gracias, Andrés. Eres el mejor. ​El hombre sonrió con un poco de timidez. ​
ANDRES: Solo quiero que esté cómoda. Buenas noches, que descanse. ​
POCHE: Buenas noches. ​
Aunque dudaba mucho que se debiera solo a que era su amiga. No sabía por qué, pero le daba la impresión de que DANIELA tenía un interés diferente a la amistad hacia Laura. La forma en que movió la cabeza cuando le preguntó por ella fue diferente a como reacciona una amiga. Esperaba equivocarse, porque si era así, le sería difícil lograr sacarle algo a DANIELA. ​DANIELA. Era hermosa a su estilo, sobre todo cuando entornaba los ojos; su mirada se intensificaba, entonces sus labios se alineaban, haciéndolos más finos. Era un gesto bastante lindo. POCHE sonrió. Ella era tierna, se le notaba a kilómetros . Y esa ternura era tan diferente a la irreverencia que reflejaba Laura. Lo cierto era que no podía verlas como pareja. Eran como agua y aceite; al menos desde su perspectiva. ​Una hora después, y sintiéndose cansada de tanto pensar en Laura y DANIELA, la periodista salió del área de la piscina y se fue directamente a su habitación, descansaría el resto de la tarde y bajaría solo para cenar. ​Y así lo hizo. POCHE contempló el reflejo de la luna en el mar oscuro y sereno desde el segundo nivel del lodge. Definitivamente ahí se respiraba tranquilidad. Estaba más que satisfecha con la elección de su secretaria. Además de la enorme coincidencia que era que se pudiera ver la casa de la mujer que creía era la escritora que buscaba. ​
XXXXX: Buenas noches. ​
POCHE se sobresaltó. ​
POCHE: ¡Joder! ​
XXXXX: Lo siento, no quería asustarla. ​
POCHE: Creo que no es la primera vez que me lo dices.
​Andrés rio como si hubiese sido atrapado haciendo una travesura. ​
ANDRES: De verdad lo siento. Solo quería preguntarle si estaba interesada en hacer algún tour mañana. Todos los que vienen salen a explorar el lugar y usted simplemente ha estado... aquí. ​
POCHE sonrió entendiendo el punto del hombre. ​
POCHE: Lo sé. Es solo que he estado descansando. Esa es mi prioridad —le aclaró. ​
ANDRES: Lo entiendo. Pero los paseos que se ofrecen aquí pueden ser bastantes cortos, si es lo que prefiere. Lo que no quisiera es que se pierda de las maravillas de este lugar. ​
POCHE: Y no lo haré, te lo aseguro. ​
ANDRES: Bien. ​
Finalmente, satisfecha con lo que había logrado, se quedó contemplando el boceto y sonrió. Tal vez se lo regalaría cuando le diera el libro. O tal vez se lo quedaría para ella, luego lo decidiría. Complacida, cerró el block y solo se quedó admirando como el atardecer le daba paso a la noche; coloreando las nubes, haciendo el azul más oscuro, hasta hacerlo completamente negro. Y así, vio también las estrellas aparecer, desde ese lugar se veían nítidamente, hasta el punto de confundirlas con las luces artificiales de las pequeñas islas que a esa hora no se veían en el horizonte, pero que estaban allí. ​Un rugido de su estómago le recordó que no había almorzado y que por eso debía cenar, así que, con pesar, tomó sus cosas, se levantó de la tumbona y se dirigió hacia la casa. Pero antes de entrar, miró de nuevo atrás, a la escalera y, sin saber por qué, se preguntó qué estaría haciendo la española. ******************************************** ​POCHE: Se fue —dijo POCHE tras llegar de nuevo a la tumbona que ocupaba minutos antes. Dio un vistazo a la casa de Laura, ya DANIELA no estaba en el muro—. Se fue porque cree que puede deshacerse de mí fácilmente. ​
De pronto se sintió tonta por hablar sola, así que guardó silencio, pero sus pensamientos iban a mil. Cada pequeña cosa que sucedía con aquella mujer la convencía más de que era DANIELA. Y si ella creía que alejándose iba a lograr que desistiera de su misión, estaba muy equivocada. Sí, su tiempo en COLOMBIA era limitado, pero no los pocos días que seguramente Laura esperaba que fueran. Si esa era su casa, en algún momento debía regresar y ella estaría ahí, esperándola para confrontarla. Ya no se andaría con rodeos. ​¿O tal vez debo ir con mayor cuidado aún?, se preguntó. ¡Joder! No tenía idea de qué funcionaría o no con la mujer, pero al menos intentaría conocerla a través de su amiga. ​
POCHE: Aunque su amiga parece más reservada que ella —murmuró. ​Y ahí estaba otra vez hablando sola. De nuevo miró hacia la casa. No, DANIELA no volvería a asomarse, seguramente no quería parecer que espiaba. POCHE sonrió. Le había gustado la forma en que la mujer cuidaba a su amiga.

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