CAPITULO 19

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Antes de zarpar de Isla de Plata, POCHE insistió en hacerse algunas fotografías; POCHE presionó una y otra vez el obturador de la cámara, mientras ella posaba en el lugar donde comieron el ceviche, en la playa, en el puerto y subiendo al yate. También hubo algunas selfies de las dos. La periodista quería tener recuerdos fotográficos de su travesía. ​Después de zapar, DANIELA navegó cerca de las islas y bahías de Mochima. Desde la cubierta veía no solo los hermosos parajes marítimos que ya conocía demasiado bien, también contemplaba de vez en cuando la esbelta figura de POCHE enfundada en su traje de baño rojo que contrastaba con el azul del agua, del cielo y la arena blanca de las playas. La española disfrutaba de su vino tendida en una tumbona de cuero que tenía el yate en la cubierta inferior, justo detrás de la proa. ​Posteriormente que volvieron al yate, POCHE simplemente apareció poco después solo en traje de baño y con un pote de protector solar. Desde la cubierta superior ella la vio untar el protector por todo su cuerpo, luego volvió a ponerse el sombrero y las gafas. De vez en cuando le daba un sorbo al vino. DANIELA ciertamente esperaba que la mujer la interrogara sobre Laura, pero hasta ahora apenas la mencionó y solo parecía estar disfrutando del paseo. De vez en cuando se cruzaban con otros yates y POCHE sonreía al ver a sus tripulantes simplemente divirtiéndose. ​Ya llevaban bastante tiempo navegando cuando DANIELA captó un movimiento a unos metros delante del yate. Sonrió, eso POCHE tenía que verlo. ​
DANIELA: ¡Ey! —la llamó. Cuando POCHE bse incorporó y la miró, ella le señaló hacia adelante, y apagó el motor. ​Desde su posición, POCHE vio algo moviéndose en el agua. Se levantó y fue a la proa. Entonces vio varias aletas de delfines surcar las aguas. ​
POCHE: ¡Oh, Dios mío! ¡Hay delfines! ​Eran al menos seis; cuando estuvieron muy cerca del yate, uno saltó saliendo del agua juguetonamente y comenzaron a hacer círculos frente a ella. En ese momento DANIELA llegó a su lado. ​
DANIELA: Se irán en unos minutos, están en busca de comida. ​

Bajó la velocidad del yate y la miró. ​
DANIELA: ¿Quieres decirme que crees que Laura hace algo ilegal? ​
POCHE rio. ​
POCHE: Oh, no. No es lo que quiero decir. ​
DANIELA: ¿Eres policía? ​POCHE casi bufó. ​
POCHE: ¡No! ¿A caso crees que vine de tan lejos para investigar a tu amiga por algo ilegal?
DANIELA: Bueno, no era algo ilegal, pero sí la investigaba. ​
DANIELA consideró su argumento y eso hizo que bajara la guardia. ​
DANIELA: De acuerdo. ¿Entonces por qué preguntas sobre su casa?
POCHE: ¿Tú no te lo preguntas?
​Ella de nuevo lo consideró. Laura le había dicho que encontró un buen trabajo en internet que pagaba muy bien y ella le creyó. ¿Por qué iba a mentirle? ​
DANIELA: No —respondió—. Hace algo por internet. POCHE asintió.
POCHE: De acuerdo —dijo simplemente. ​
DANIELA: ¿Eres una caza fortunas? ​La española rodó los ojos. ​
POCHE: Ni policía, ni caza fortunas. ​
Y con esa respuesta, DANIELA volvió a su impresión inicial. POCHE simplemente estaba rendida por los huesos de su amiga, como todas las demás mujeres, así que aumentó la velocidad del yate. Poco más de media hora después, llegaron a la zona de los arrecifes y POCHE se encontró poniéndose las aletas y gafas de buceo, sin tener idea de cómo DANIELA la convenció de hacer snorkeling y, mientras se preparaba, miraba alrededor del lugar buscando alguna aleta de tiburón. ​No eran las únicas allí, había algunas otras embarcaciones y personas nadando; incluso vio algún kayak bastante cerca de la bahía. Allí el agua era muy tranquila, era ideal para bucear. Y así como DANIELA la convenció de entrar al agua por segunda vez ese día, también la persuadió de que no era necesario usar un traje de neopreno, pero cuando se hundió en el agua, casi le gritó que la había engañado porque el agua sí que estaba muy fría ahí.

y, por primera vez, la española comió los populares patacones del occidente de COLOMBIA al estilo oriental, con pescado frito. Y como ya pasaba del medio día, también bebieron agua de coco que las refrescó bajo el calor del sol que a esa hora estaba un poco abrasador. ​Se quedaron en esa isla alrededor de dos horas, disfrutando del ambiente que hacían propios y turistas. Cuando volvieron al yate, POCHE ya ansiaba llegar a los arrecifes. Después de pasar por El Faro, DANIELA se dirigió a la isla Chimana Grande solo para que la española viera la Cara del Pirata, una formación rocosa que justo parecía eso, la cara de un pirata. POCHE tomó fotografías de la peculiar imagen que dibujó la naturaleza. Pero su siguiente destino eran los arrecifes coralinos. ​
DANIELA: ¿No vas a preguntarme por Laura ? ​POCHE apartó la vista de las islas lejanas para posarla en la mujer de ojos verdes. ​
POCHE: Puedo hacerlo si insistes. ​
DANIELA: No es que insista. Sé que es la intención de este viaje. ​
POCHE: Mi intención es que me conozcas. ​
DANIELA: Y saber más de Laura.
​De acuerdo, que DANIELA no le creyera, comenzaba a molestarle, aunque muy en el fondo había algo de cierto en esa afirmación. ​
POCHE: ¿Cuándo regresará? —preguntó sin poder evitarlo. ​La capitana rio. ​
DANIELA: No lo sé. ​
POCHE: ¿Si lo supieras me lo dirías? ​
DANIELA: Definitivamente, no. ​
POCHE: Entonces no tiene caso que te pregunte por ella, ¿cierto? ​
DANIELA: Cierto. ​
POCHE: Pero quieres saber cuál es mi interés por ella. ​
DANIELA: El interés está a la vista —la contrarrestó DANIELA. ​
POCHE: No cuando nunca ante la había visto. Al menos no físicamente.
​Recibió una mirada suspicaz. ​
DANIELA: ¿Qué quieres decir con físicamente? ​POCHE: Que mi interés por Laura no surgió porque la haya visto antes. ​
DANIELA: ¿Entonces cómo? ​
POCHE meditó sus palabras. No quería ponerse en evidencia ante la amiga de Laura.
POCHE: Digamos que le vi a través de sus letras. ​
DANIELA le buscó sentido a esa respuesta, pero no lo encontró. ¿De qué rayos habla esta mujer?, se preguntó ​
DANIELA: De verdad que no entiendo de qué hablas. ​
POCHE: DANIELA, ¿cómo es que Laura tiene esa casa? ​Ahora sí que la española había captado toda su atención. Y de pronto, POCHE quiso que llegaran ya a los arrecifes y ver eso que la maravillaba tanto. Y era que DANIELA era así, no parecía que le gustara lo común. ​
POCHE: ¿Por qué no ejerces la abogacía? ​El cambio en el tema fue radical. Al igual que cuando hablaron del tema, DANIELA se encogió ligeramente de hombros y bebió de su cerveza antes de responder. ​
DANIELA: No es algo que me apasione. ​
POCHE esperó más información, pero nada llegó. ​
POCHE: ¿Siempre eres así de elocuente o es solo conmigo? ​Ella simplemente sonrió. ​
DANIELA: Un poco de lo primero y mucho de lo segundo. ​
POCHE rio negando con la cabeza. ​
POCHE: ¿Al menos disfrutas esto? ​DANIELA la miró, aunque no podía ver sus ojos.
DANIELA: Sí, lo hago. Es agradable. ​
POCHE sonrió complacida. Al menos tengo unos puntos ahí. ​
POCHE: Oh, Dios mío —y es que seguía diciendo esas tres palabras. ​DANIELA miró hacia el lugar que llamaba la atención de la española. ​
DANIELA: Esa es la Isla El Faro. ​
POCHE no pudo apartar la vista del lugar. En su travesía, iban rodeando lo que era una isla curvada, como media luna, pero cuando tuvo una vista del arco interno, lo que vio era hermoso. El agua era increíblemente cristalina y allí sí que había algunas embarcaciones más que en la otra isla. Y por supuesto, pudo ver en lo alto de una de las montañas la estructura que le daba nombre. El faro. ​POCHE se levantó mientras el yate se adentraba en el arco que formaba la isla y se alejó del pequeño puerto para acercarse a una zona rocosa. Casi podía ver el fondo de la bahía. ​
POCHE: ¿No vamos a bajar? ​
DANIELA: Nadaremos un poco antes de almorzar —respondió DANIELA apagando el motor y alzando las cejas. ​Y así lo hicieron. La capitana se cambió de ropa, ahora usaba un short negro y un suéter de surfista del mismo color con algunos diseños de un rojo vivo al frente. Ella se encargó de desplegar la escalera de la popa y fue la primera en entrar al agua. Rio cuando vio las dudas de POCHE y le aseguró que no había tiburones. Eso la convenció. Solo flotaban y avanzaban mientras charlaban sobre esa isla y luego llegaron a la playa donde almorzaron,... POCHE: Nunca los había visto tan cerca. Son hermosos. ​El agua cristalina le permitía verlos juguetear bajo el agua. POCHE sonreía emocionada por el inesperado encuentro. ​DANIELA: Ya se van —anunció DANIELA. ​
POCHE: ¿Cómo lo sabes? ​
DANIELA: Ya uno siguió adelante —le señaló y POCHE en efecto, vio a uno de los delfines seguir adelante y pronto los demás lo siguieron. ​
POCHE: Oh, no tenía idea de que podríamos verlos. No tenía la cámara cerca —se lamentó. ​
DANIELA: Es probable que encontremos más. Navegaremos por todo el parque, así que tenla a la mano. Además, traje la mía que es sumergible. ​POCHE la miró. ​
POCHE: ¿Sumergible? —repitió en forma de pregunta con una ceja arqueada. ​DANIELA sonrió ligeramente. ​
DANIELA: Hay una zona de arrecifes coralinos. Tienes que entrar al agua para que lo veas. ​POCHE: Emmm... no, no, no. No voy a entrar al agua. Si hay delfines, hay tiburones. ​Su compañera soltó una carcajada. ​
DANIELA: Esa es una lógica bastante inexacta. Los arrecifes de aquí son superficiales, apenas unos pocos metros bajo el agua. No hay tiburones. ​
POCHE: El agua es muy fría. ​
DANIELA: Ese no es alegato que puedes hacerle a una abogada. ​POCHE frunció la boca. ​
POCHE: Cierto. ​
DANIELA: Sigamos adelante. ​
POCHE: ¿A dónde vamos ahora? ​
DANIELA: A Isla El Faro. Te encantará —le aseguró yendo por el estribor de regreso a la cubierta superior. ​POCHE la siguió, ya había tomado suficiente sol. ​
POCHE: ¿Quieres una cerveza? ​
DANIELA: Sí, estaría bien —respondió cuando ya subía a la cubierta. ​POCHE fue a la cocina y buscó la cerveza. Ya ella había tomado suficiente vino, así que se dedicaría a seguir disfrutando de todo lo que la rodeaba. Subió a la cubierta y le dio la cerveza a la capitana que bebió un sorbo, mientras ella tomaba asiento, esta vez a su lado. ​
POCHE: ¿Cuál es tu lugar favorito de Mo... chima? ​
DANIELA: ¿Aún te cuesta decirlo? ​POCHE rio. ​
POCHE: Sí, un poco. ¿Cuál es? ​
DANIELA: Me gustan los arrecifes. Puedes nadar en completa libertad en aguas cristalinas y disfrutar de algo que no vemos a diario. Es como estar en otro mundo.

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