CAPITULO 16

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Al día siguiente, con mucha impaciencia, POCHE esperó a que la mañana avanzara, pero mientras desayunaba en la terraza, se mantuvo atenta a la casa de Laura. Aunque de igual manera iría, esperaba avistar a DANIELA antes de la hora que había decidido esperar, pero eso no pasó. Así que se distrajo un poco, solo un poco, viendo a las pequeñas embarcaciones acercarse al puerto del lodge a buscar a las familias y parejas que se disponían a ir a alguna de las islas de Mochima o bien a recorrer los corales y arrecifes, ese lugar también era perfecto para practicar buceo. ​Desde el área de la piscina vio las embarcaciones alejarse. A lo lejos vio también un ferry desplazarse apaciblemente sobre esas aguas. Sin poder evitarlo, suspiró profundamente; le encantaba, definitivamente le encantaba el lugar. Era perfecto para disfrutarlo con alguien. En ese instante pensó en su ocasional amante. No, con ella solo compartía buenos momentos de intimidad, no las unía sentimientos románticos, eso era más que claro. Pero ese lugar sí era perfecto para compartirlo con... ​ POCHE miró otra vez hacia la casa de Laura y volvió a suspirar. Con la persona que transmite tan intensas emociones a través de sus novelas. Y así como lo pensó, trató de desechar la línea del pensamiento. No podía dejarse envolver por aquellas tramas, pero... Siento que la conozco, se admitió. Y ese sentir era intenso. Tan intenso que la atraía poderosamente. Sí, tenía ya que aclarárselo. Ella estaba allí, en COLOMBIA, porque de cierta manera, esperaba que al ver frente a frente a DANIELA descubriría si realmente era su otra mitad, tal como se lo susurraban sus palabras a través de las historias que contaba en sus novelas. ​
POCHE: Y así es como se comienza a perder la razón —murmuró. ​POCHE sacudió la cabeza, ya no podía seguir navegando en pensamientos irreales. Decidida, se encaminó hacia el sendero que la conducía a la casa de Laura. Ahora el recorrido le resultó más corto que las dos veces anteriores. En pocos minutos ya subía la escalera que la conducía al área de la piscina. El lugar estaba muy tranquilo, en silencio POCHE: De acuerdo, eso queda claro. Pero, por favor, acompáñame. No conozco a nadie aquí. Y creo que será divertido ver cómo esquivas mis intentos de utilizarte para acercarme a tu amiga. ​
DANIELA: Eres la mujer más descarada que he conocido —tuvo que admitir DANIELA riendo. ​
POCHE: Entonces, ¿me acompañarás? ​
DANIELA volvió a negar con la cabeza sin poder creer la situación en la que se encontraba. ​DANIELA: De acuerdo, te acompañaré. ​
POCHE levantó los brazos en señal de victoria, lo que hizo reír a la otra mujer. ​
POCHE: No te arrepentirás, te lo aseguro. ​
DANIELA: Creo que sí lo haré, pero igual iré. ​
POCHE rio. ​
POCHE: Gracias. Ahora, ¿vas a darme café? —le preguntó arqueando una ceja y cruzando los brazos. ​DANIELA sonrió enigmática. ​
DANIELA: Definitivamente, no....

DANIELA: ¿Quieres decir que se fue por ti? ​
POCHE: La verdad es que no lo sé. El otro día vine, hablé con ella. Ahora no está. No sé si es por mí. ​
DANIELA: ¿Ella te gusta? ¿Es eso? ​
POCHE: No. No del todo. ​
Los ojos verdes de DANIELA se entornaron una vez más. ​
DANIELA: No del todo —repitió—. ¿Te das cuenta que lo que dices no tiene ni pies ni cabeza? ​
POCHE se rascó la cabeza. ​
POCHE: Sí, un poco. ​
DANIELA: ¿Estás segura de que no eres una loca? ​ POCHE rio.
POCHE: Estoy segura, sí. Pero si lo estuviera, tampoco lo admitiría porque estaría segurísima de que no lo estoy. ​
DANIELA: Entonces yo tendría que correr el riesgo. ​
POCHE: Así es —le dijo la periodista con su mejor sonrisa. ​Los ojos negros de POCHE y los verdes de DANIELA volvieron a encontrarse, ambos analizándose, buscando respuestas. Finalmente, la COLOMBIANA dio un paso hacia afuera, dirigió la mirada ahora al mar y volvió a peinar sus cabellos. POCHE se quedó mirando su perfil. Esa mujer era fuerte, no solo se reflejaba en su físico, también en sus ojos y la forma en que apretaba la mandíbula. Y era atractiva. Muy atractiva. ​
DANIELA: ¿De qué se trata esa invitación que mencionaste? —le preguntó sin mirarla. ​Ahora POCHE también miró hacia el horizonte. ​
POCHE: Quiero conocer un poco de estas tierras de muchas aguas. ​
DANIELA la miró. ​
DANIELA: ¿Y? ​
POCHE: Me gustaría que me acompañaras. ​DANIELA se movió para mirarla de frente. ​
DANIELA: Hay muchas personas que pueden servirte de guía. ​
POCHE: Pero con quien quiero limar asperezas es contigo. ​
DANIELA: ¿Siempre tienes una respuesta para todo? ​ POCHE no pudo evitar que su boca se curvara con una sonrisa. Y DANIELA no pudo evitar que sus ojos fueran a los labios de la mujer frente a ella, pero tan pronto como los miró, apartó la vista; aunque quiso quedarse admirando esa blanca, perfecta y hermosa sonrisa. ​
POCHE: Por lo general —respondió ampliando la sonrisa. ​DANIELA sonrió negando con la cabeza. ​
DANIELA: No creo que sea una buena idea. Tú quieres interrogarme sobre Laura y yo no voy a darte respuestas. Si quieres conquistarla, tendrás que hacerlo tú solita. ​POCHE soltó una carcajada. ​
POCHE: Puede ser verdad —le rebatió alzando una ceja con un gesto de advertencia. ​
DANIELA: ¿Te lees eso en algún manual o te lo inventas en el momento? ​
DANIELA evidentemente se estaba divirtiendo con la situación, en ningún momento había cambiado su postura y sonreía reservadamente mientras hablaba. ​
POCHE: Tenemos un enorme manual —respondió POCHE. ​DANIELA rio negando con la cabeza, pero luego se quedó mirando a la mujer frente a ella durante unos segundos. ​DANIELA: Laura no está —le dijo. ​POCHE frunció los labios. ​
POCHE: Quedó entendido ayer, créeme. En realidad, vengo a hacerte una invitación. ​Las dos cejas de DANIELA se alzaron y, finalmente, se despegó del marco de la puerta, se pasó los dedos por los cabellos. ​DANIELA: ¿En serio? ​
POCHE: Sí. ​
DANIELA: ¿Cómo no lo consigues con Laura lo vas a intentar con su amiga? ​
POCHE: No. Ciertamente con Laura tengo un asunto pendiente, pero con su amiga quiero comenzar de nuevo. ​
DANIELA escuchó la explicación y, aunque lo del asunto pendiente con Laura captó poderosamente su atención, se contuvo de cuestionar al respecto. A pesar de la extraña situación con POCHE, su instinto le decía que no representaba ningún tipo de peligro, ni para ella, ni para su amiga. ​
DANIELA: Comenzar de nuevo —repitió las palabras con un tono cauteloso. ​
POCHE: Sí. La verdad es que reconozco que fui un poco... —buscó la palabra apropiada— intrépida, al aparecerme de pronto aquí. ​DANIELA: Fuiste muy intrépida en realidad. ​POCHE rio. ​
POCHE: De acuerdo, sí. Lo fui demasiado, pero solo pretendo hablar con Laura. Nada más. Y pues, no quiero que haya malos entendidos con su amiga... que eres... tú —la señaló. ​
DANIELA: POCHE, ¿qué quieres? ​La periodista se encogió un poco de hombros. ​
POCHE: Pretendo que me conozcas. No quiero que por un error le adviertas a Laura que tenga cuidado de mí. Quiero decir, no soy mala persona. Vine aquí con un propósito... ​
DANIELA: Un propósito que no me dirás —la interrumpió. ​POCHE torció levemente la boca. ​POCHE: Aún no puedo decírtelo. ​
DANIELA: Laura es mi amiga de toda la vida, obviamente tengo que advertirle. ​
POCHE: Eso lo entiendo, pero no quiero que esa advertencia, haga que se aleje más. ​
DANIELA frunció el entrecejo. ​
... Desde ahí no se veía absolutamente nada hacia dentro de la casa, ni siquiera en los niveles superiores; las enormes ventanas, tanto de arriba como de abajo, estaban cubiertas por cortinas blancas. ​¿Laura regresaría?, se preguntó, a pesar de que DANIELA le había dicho que no lo haría en varios días. Con el corazón algo acelerado, pero a paso lento, se dirigió hacia la puerta trasera. El silencio reinaba, lo que le daba un aire de mucha tensión al momento. POCHE dudó solo unos segundos en tocar, pero luego levantó la mano y lo hizo. Pudo avistar un poco dentro, las cortinas eran bastante finas, sin embargo no le permitían ver demasiado, ni siquiera de cerca. Supuso que era por la luz del día. ​Tras varios segundos, no hubo respuesta, así que insistió; volvió a tocar. Y a esperar, pero de nuevo, nada pasó. Con algo de frustración, se giró para mirar al mar. Pero, después, se sobresaltó cuando oyó un leve click detrás de ella. Al darse la vuelta, se encontró con unos ojos que la miraban inquisitivos. ​
DANIELA: Tú de nuevo —dijo DANIELA con un tono perezoso. ​POCHE arqueó una ceja.
DANIELA: Tenía entendido que los venezolanos eran conocidos por su amabilidad.
DANIELA sonrió. ​
DANIELA: Bueno, no solemos ser amables con acosadores —le rebatió con una sonrisa presumida. POCHE tuvo que esforzarse por no reír, en su lugar, entornó los ojos, pero no dijo nada; solo se quedó mirando a la mujer recostada del marco de la puerta con una pose en exceso relajada. Se notaba que acababa de levantarse, su cabello estaba ligeramente alborotado, sus ojos hinchados e iba descalza. Y el que vistiera una camiseta algo transparente, que permitía ver un poco sus senos pequeños a través, y un bóxer femenino, también la delataba. ​
POCHE: ¿Huele a café? —la periodista rompió finalmente el silencio. ​
DANIELA: Si intentas que te invite, no lo vas a conseguir. ​
POCHE rio. ​
POCHE: Qué dura eres —le dijo con un tono divertido—. ¿Sabías que no darle café a alguien es casi tan pecaminoso como negarle agua? ​
Ahora fue DANIELA la que entornó los ojos. ​
DANIELA: Esa es la mentira más grande que he escuchado jamás. ​
POCHE soltó una carcajada.

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