CAPITULO 14

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DANIELA dejó a un lado el libro que leía y se levantó lentamente de la tumbona, pero manteniéndose alerta en todo momento. Sus ojos se entornaron ligeramente observando a la mujer que ya se había adentrado un poco en el área de la piscina. Echó un vistazo detrás de ella, asegurándose de que no hubiera nadie más en la escalera, pero no vio nada extraño. ​
DANIELA: ¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó DANIELA con cautela. ​
POCHE le sonrió. ​
POCHE: Hola. Busco a Laura.
​La sorpresa se dibujó en el rostro de DANIELA, lo último que pensó al ver a la mujer fue que buscara a Laura. Además, notó cierto acento que le pareció español. ¿Tenía Laura una amiga española? ​
DANIELA: Ella no está. ¿De dónde vienes? El acceso es privado. ​
POCHE: Oh, no lo sabía. Estoy hospedada en el lodge —señaló sin prestar realmente atención. ​POCHE notó que la mujer volvió a mirar hacia la escalera y se mantenía atenta. DANIELA asintió sin parecer realmente convencida. ​
DANIELA: Laura no está.
POCHE: ¿Regresará hoy? ​
POCHE notó que la mujer era en extremo cautelosa, no se mostraba tan accesible como Laura. ​
DANIELA: No lo creo —respondió DANIELA finalmente—. ¿Cómo la conoces? Es la primera vez que te veo. ​
¿Será su pareja?, se preguntó POCHE de inmediato. Tal vez estaba metiendo en un enorme lío a Laura al aparecer de nuevo ahí. ​
POCHE: La verdad es que apenas la conozco. Vine aquí hace unos días. Me gustó la casa y quise verla de cerca. Así conocí a Laura. ¿Eres su... novia? ​
DANIELA realmente no sabía cómo actuar. De pronto esa desconocida mostraba interés en Laura; ciertamente eso sucedía todo el tiempo, las mujeres solían buscar a su amiga, pero la historia no terminaba de convencerla. Una vez más miró hacia la escalera. ​
DANIELA: ¿Vienes sola? —le preguntó en cambio. ​
POCHE: Sí. Estoy en el lodge... ​
DANIELA: Eso ya lo dijiste —la cortó DANIELA finalmente moviéndose hacia el muro. Caminó rápidamente y, en cuanto lo alcanzó, echó un vistazo a la playa y por todo el lugar. Ver que no había nadie la relajó. Cuando volvió su atención a POCHE, ella la miraba como si hubiese perdido la cabeza.

o Ella correspondió al gesto, pero POCHE no lo vio porque se giró rápidamente y siguió el sendero que la regresaría al lodge. ​DANIELA la vio alejarse lentamente. De vez en cuando POCHE echaba un vistazo hacia el mar, pero ella estaba segura de que lo hacía solo para cerciorase, con su vista periférica, que continuaba ahí, viéndola alejarse. ​
DANIELA: Como a todas, Laura te sedujo, española —murmuró DANIELA sin poder evitar sentir pesar. ​En pocos minutos, vio a POCHE llegar al lodge y luego desapareció de su vista.

POCHE: Entonces, ¿cuidas la casa de Laura? ​De nuevo DANIELA arqueó una ceja, definitivamente no se sentía cómoda contestando tantas preguntas sobre su amiga. ​
DANIELA: Vengo de vez en cuando —respondió con cautela. ​
POCHE: Dios mío, eres tan desconfiada —dijo POCHE riendo—. Pensé que ya éramos amigas. ​
DANIELA bufó. ​
DANIELA: Hasta donde sé, solo conoces mi nombre. No hay manera de ser amigas solo con eso —alegó esta vez, pero con un tono divertido. ​
POCHE: Eso podemos arreglarlo al paso. ​
DANIELA: ¿Cómo al paso? ​
POCHE se encogió de hombros. ​
POCHE: Bien, creo que no me vas a prestar tu diario... ​
DANIELA: No tengo un diario —la interrumpió DANIELA. ​
POCHE: ... Así que tendremos que sentarnos a hablar, entonces nos conoceremos al paso, mientras hablamos.
La mujer de pelo castaño se quedó pasmada. Definitivamente ella no tenía límites, iba directo a lo que quería. ​
DANIELA: No vas a sacarme nada más sobre Laura, si es lo que intentas. ​
POCHE: No es lo que hago, te lo juro. ​
DANIELA: Y seguramente dijiste, a esta mujer le doy porque le doy —dijo DANIELA acompañando sus palabras con un chasquido de dedos. ​POCHE soltó una fuerte carcajada. ​
POCHE: Así que conoces un poco de nuestras expresiones. ​
DANIELA: Por supuesto, no solo leo literatura local. ​
POCHE: Es bueno saberlo, pero no es lo que intento hacer. ​
DANIELA: No soy idiota, POCHE. Crees que puedo servirte de fuente para conocer cosas de Laura; debes saber eso no va a suceder. ​¿Fuente? Sí, eres una especie de fuente para mí, admitió POCHE, pero jamás se lo diría a DANIELA. ​
POCHE: Vale. Entiendo tu desconfianza, así que me iré. No voy a molestarte más. ​
DANIELA: Con eso no me convencerás. ​
POCHE sonrió con pesar. ​
POCHE: No es lo que hago. Te dejaré continuar con la lectura. Espero que cumplas con tu palabra de prestarme ese libro.
DANIELA se encontró sin saber qué hacer. ​
DANIELA: Lo tendrás en cuanto lo termine. ​
POCHE: Gracias —dijo y se encaminó hacia la escalera. ​DANIELA se acercó al muro del borde del risco y la vio bajar hasta la playa, luego subir lentamente las enormes rocas. Cuando la española alcanzó lo más alto, se volteó a mirarla. Le dedicó una sonrisa y se despidió agitando su mano con cierta reserva.

DANIELA: Eso no será posible por estos días. ​POCHE asintió. ​
POCHE: De acuerdo, ya me queda claro —ella solo se quedó asintiendo. En realidad, no quería irse, esa mujer era amiga de Laura, tal vez podría sacarle algo sobre la esquiva escritora—. ¿Qué lees? ​
Por unos segundos DANIELA no supo de qué hablaba, hasta que POCHE le señaló con un gesto con la cabeza hacia la tumbona. ​
DANIELA: El grito ignorado —respondió. ​
POCHE: No he escuchado de él. ¿Es bueno? —vio a la mujer arquear una ceja, como si ya estuviese perdiendo la paciencia—. Soy una ávida lectora, debo preguntar —alegó encogiéndose de hombros. ​DANIELA no supo hacer otra cosa ante el gesto de la española que sonreír de nuevo, pero fue moderada. ​
DANIELA: Es bueno, sí. Es de una periodista COLOMBIANA. Es el resultado de su investigación sobre el caso de un niño que murió mostrando signos de maltrato y tortura. ​
POCHE: Oh, Dios mío. ​
DANIELA: Fue un caso muy sonado aquí. Conmocionó a la opinión pública. ​
POCHE: Me gustaría leerlo. ​
DANIELA: Casi lo termino. Creo que es un libro que todos deberían leer para que cosas como esas no vuelvan a suceder, así que, si estarás por aquí unos días más puedo... dártelo. ​
POCHE: ¿De verdad lo harías? ​
Ahora fue DANIELA la que se encogió de hombros tras hundir las manos en los bolsillos del bermuda. ​
DANIELA: Por supuesto. Como ávida lectora, entiendo tu interés —alegó asomando una sonrisa más genuina. ​Y con ese gesto, POCHE supo que había dado el primer paso para ganarse la confianza de la amiga de Laura. ​
POCHE: Aún no sé tu nombre —le dijo la periodista. ​
DANIELA: Yo tampoco el tuyo. ​
POCHE rio. ​
POCHE: Vale, tienes un punto. Me llamo POCHE —se acercó y le tendió la mano. ​
DANIELA: DANIELA —dijo su nombre estrechándole la mano. Y para su sorpresa, POCHE se acercó y le dio un beso en cada mejilla. ​
POCHE: Es nuestra costumbre —alegó para explicar su gesto. ​
DANIELA: Sí, lo sé —dijo un tanto azorada. ​POCHE no pudo evitar sonreír por la evidente incomodidad de DANIELA, se notaba que no estaba acostumbrada a ese tipo de acercamientos con extraños.  DANIELA: No soy su novia —le aclaró—. Disculpa, tenía que asegurarme que no había nadie más. Por aquí es seguro, pero nunca se sabe. ​

POCHE: Vale, lo entiendo. La primera vez que vine, Laura me preguntó si sabía que estaba irrumpiendo en su casa.
​DANIELA, por primera vez, sonrió sutilmente. ​
DANIELA: Eso parece algo que diría Laura. ¿Eres española? ​
POCHE: Sí. ¿Es tan obvio el acento? ​
DANIELA: Sí, demasiado —respondió DANIELA sin poder evitar ampliar un poco su sonrisa. ​POCHE pensó que cuando estaba relajada, era encantadora. No le atraía mucho el estilo andrógino, pero la mujer que tenía delante, era muy atractiva. El corte de cabello iba bien con su rostro , ojos verdes , y labios finos. Era tal vez un par de centímetros más alta que ella y sus cabellos castaños parecían suaves por la manera en que la brisa los alborotaba y volvían a su lugar delicadamente. ​
POCHE: Entonces si no eres su novia, ¿eres su...? ​
DANIELA volvió a entornar los ojos, como si estuviese considerando si darle más información o no. ​
DANIELA: Su amiga —respondió otra vez con la cautela aflorando en el tono de su voz sutilmente grave. ​
POCHE: ¿La conoces hace mucho? ​
DANIELA: ¿Te has dado cuenta que haces muchas preguntas? ​
POCHE rio. ​
POCHE: Vale, sí. ​
DANIELA: Pareces muy interesada en Laura para apenas conocerla. ​
POCHE: Creo que no es algo que debe sorprenderte, ¿no te parece? Quiero decir, hay que estar ciego para no interesarse en ella. ​
Y con esas palabras, que no era la primera vez que DANIELA escuchaba, llegó la punzada de celos. Sí, había que estar ciego para no querer acercarse a Laura. ​
DANIELA: Eso lo puedo entender —admitió muy a su pesar. ​POCHE notó la forma en que la mujer apretó la mandíbula. ​
POCHE: Pensé que eras su amiga. ​
DANIELA estrechó los ojos una vez más. ​
DANIELA: Lo soy. ​
POCHE: Pues no lo pareces. ​
DANIELA: Pues estás equivocada. ​
POCHE rio. ​
POCHE: Vale, no quiero enfadarte. He venido porque esperaba ver a Laura, hace días que no está por aquí. ​
DANIELA: Y no lo estará en muchos días. ​
POCHE: ¿Ella te lo dijo? ​
DANIELA: Así es. ​
POCHE: ¿Cuidas su casa? ​
DANIELA: Vaya que haces preguntas. ​
POCHE: Por favor, no te enojes. Yo... solo quiero conocer un poco más a Laura. Es todo. ​

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