CAPÍTULO DOCE

5 2 1
                                    


"Pero no hay hombre más aterrorizado, que el hombre que corre el riego de perderte".

Benson Boone. Beautiful Things.


―Buenos días, Elyna―me saludó Federico al entrar.

―Buenos días―respondí sin mirarlo, estaba de espalda sacando unas galletas del horno.

―Necesito decirte algo―Me giré y dejé las galletas en la barra para que se enfriara ―Te escuchó―la verdad esperaba lo peor, esperaba que me dijera que se iba de regreso a Uruguay y nuevamente tenía que buscar un nuevo empleado.

―Necesito pedirte una disculpa

― ¿Por qué?

―Porque no debí besarte sin tu permiso.

Lo miré fijamente sin expresión alguna, pero por dentro maldije con todas mis fuerzas a Santiago.

―Eso no volverá a pasar, a menos que quieras que pase―me guiñó un ojo.

― ¿Disculpa escuché bien?

―Es una broma, Elyna. Pero mis disculpas son sinceras.

―No sé qué te haya dicho Santiago, pero...

Me interrumpió.

―No he hablado con él. ¿Qué sabe él?

―Nada

―He hablado con mi abuelo y me ha dicho algo que puso todo en perspectiva y fue entonces cuando me di cuenta. A veces puedo parecer un imbécil o que no tengo sentimientos, pero no lo soy y sí los tengo―soltó una respiración sostenida―Así que, lo siento.

―No pasa nada―sonreí― ¿Me puedes ayudar a acomodar las sillas?―cambié de tema.

Él asintió y yo guardé las galletas en la vitrina.

Con el pasó de los días, mis sueños con Federico fueron disminuyendo, pero los seguía teniendo. De alguna manera, me ayudó aquella conversación que (no) tuve con Santiago, porque pude encontrarles un significado a ellos. Al parecer comenzaba a sentir algo por Federico, aunque fuera en contra de mi raciocinio ó quizás solo estaba confundida por convivir con él todos los días ó porque era atractivo a la vista.

Decidí que estaba confundida y que no era enamoramiento lo que sentía por Federico. Comencé a ignorar mis sueños y mi relación con él fue mejorando. Se sentía un mejor ambiente en el local y todo fluyó de maravilla, pero no tardó en desaparecer.

―Buenos días―saludó un joven alto, de cabello negro. Era local, lo percibí en su acento―Me han recomendado este café, ¿tú eres Elyna?

Asentí

― ¿Qué café quieres?

―Un americano, por favor.

―Enseguida sale.

Comencé a prepararlo. Estaba yo sola, Marian entraba en la tarde y era el día de descanso de Federico.

― ¿Cómo has estado? ―preguntó muy jovial como si me conociera.

― ¿Te conozco?

―Soy César.

No me sonó para nada su nombre.

― ¿No me recuerdas, cierto?

Negué con la cabeza.

―Estuvimos juntos en la secundaria, dos años, porque me mudé a León―sonrió.

Canciones, libros, películas y otras cosas sobre amor.Where stories live. Discover now