CAPÍTULO NUEVE

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"Suerte que en el sur hayas nacido y que burlemos las distancias. Suerte que es haber conocido por tomar tierras extrañas. Yo puedo escalar los andes solo por ir a contar tus lunares. Contigo celebro y sufro todo, mis alegrías y mis males".

Suerte, Shakira.

Pasaron varias semanas. Santiago y Federico se hicieron, en ese tiempo, muy cercanos. Probablemente porque mi mejor amigo encontró en él, el compinche que tanto anhelaba, porque yo, no lo quería acompañar todo el tiempo, porque simplemente había días en los que terminaba muerta de cansancio y lo único que quería era dormir.

La afluencia de chicas aumentó. Pensé que con el tiempo pasaría, pero me equivoqué, al contrario, seguían llegando chicas, quizás se corrió el rumor del chico extranjero en La cafebrería. No había visto tantas chicas juntas desde la primera semana en la que Alberto entró a trabajar. Esa su primer semana, él llenaba el lugar con todas las adolescentes laguenses que querían ser atendidas por él.

Literalmente se le lanzaban a los brazos a Federico y él parecía disfrutarlo. Mientras el negocio siguiera prosperando yo no le ponía objeción alguna, nos iba bien en ventas y en propinas.

― ¿Listo para irnos? ―preguntó Santiago a Federico entrando al local.

―Buenas noches, Elyna, ¿cómo estás? Bien gracias por preguntar― expresé.

―Lo siento, olvidé que mi nena se enoja si no la saludó a ella primero―rió. Se acercó y me dio un beso en la mejilla.

―Me voy a robar a tu empleado.

―Como todas las noches este verano― sonreí.

―Eso no pasaría si tú quisieras acompañarnos,  pero siempre te niegas.

―Solo les arruinaría sus conquistas.

―Claro que no. No te creas tan importante―expresó Federico entre risas.

Lo miré fijamente. Si las miradas mataran, él estuviera 3 metros bajo tierra.

Santiago volteó a verlo y negó con la cabeza.

―Tendrás graves problemas por haber dicho eso―le dijo mi mejor amigo―Si yo fuera tú, no diría nada más.

―Fue solo una broma, Jefa. No te enojes.

―Sabes qué Santiago, iré contigo hoy. Y le demostraré a este patán que si puedo conseguir un ligue.

― ¿Quieres apostar? ―el uruguayo alzó una ceja.

―Claro que sí―respondí a la defensiva.

―Si yo gano, me pagarás doble esta quincena.

―Y si yo gano harás todo el trabajo tu solo por una semana, desde abrir hasta cerrar―extendí mi mano para que él la estrechara.

La estrechó.

―Tenemos un trato.

Ya no teníamos clientes, así que me apresuré a apagar todo, ir por mis cosas y cerrar. Cuando salimos, Santiago volvió a confirmar.

― ¿De verdad vas a ir con nosotros?

―Sí, ¿no me creen?

Ambos negaron con la cabeza.

―Federico y yo hicimos un trato. Solamente tengo que llegar a mi departamento a cambiarme, ¿me acompañan o los veo en el bar?

―Te acompañamos para que no te vayas sola―respondió Federico de inmediato.

Santiago lo miró inmediatamente.

―Está bien. Así Federico conoce tu departamento, desde hace días se muere por conocerlo.

Canciones, libros, películas y otras cosas sobre amor.Where stories live. Discover now