CAPÍTULO CINCO

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"He pasado los últimos ocho meses pensando que lo único que hace el amor es romperse, arder y terminar, pero un miércoles, en un café lo vi comenzar de nuevo".

Begin again, Taylor Swift.


Estaba completamente sola en la cafebrería. Era temprano y todavía no abría al público. Lavaba lo que utilicé para preparar las galletas y algunos bollitos para la venta que estaban en el horno. Salí más temprano que de costumbre. Para alistar el local y que estuviera ordenado. Era el día de descanso de Marian y Alberto me había pedido entrar en la tarde para ordenar algunas cosas antes de irse. Le quedaban solamente unos días en la ciudad antes de mudarse y andaba con los últimos detalles. Yo mejor que nadie entendía como eran esos días. Escuchaba de fondo un podcast de terror. Me gustaba hacerlo, me ayudaba a concentrarme.

"La mujer escuchó unos ruidos extraños en la habitación. No le tomó importancia hasta que recordó que estaba completamente sola" dijo esa gruesa voz en los altavoces.

Escuché como carraspearon.

―Que buenos efectos―expresé en voz alta.

Entonces los volví a escuchar.

Apagué los altavoces, me giré y me encontré de frente con Federico. Ahogué un grito.

―Por Dios, que susto me has dado.

―Toqué, pero no me hiciste caso―sonrió apenado―Vi que estaba abierto y entré.

Pensé que le había puesto seguro, pero ya vi que me equivoqué.

―Has venido. Eso quiere decir que sí aceptas el empleo.

Asintió.

― ¿Qué es lo que tengo que hacer, jefa? ―hizo énfasis en la última palabra.

―Primero no me llames así. Y segundo, lo que harás es atender mesas, en unos días te enseñaré a preparar cafés.

― ¿Qué tan complicado es preparar un café?

―Cuando te enseñe lo sabrás.

Federico me apoyó acomodando las sillas y mesas. Terminé de lavar los trastes y saqué lo que estaba en el horno. Lo dejé en la barra para que se enfriaran. Acomodé los libros, dejándolos en los estantes que iban.

Cuando terminé me fui a la bodega por unas cajas. Él fue detrás de mí.

― ¿Te ayudo? ―me preguntó Federico.

―No pesa, son servilletas.

― ¿Segura?

―Sí.

Salí de ahí. Abrí la caja y saqué los paquetes de servilletas. Le di un paquete de servilletas.

―Para que pongas en las mesas.

Asintió.

Yo dejé otro paquete para la barra donde preparaba los cafés. Acomodé los cupcakes y las galletas en la vitrina.

Cuando terminamos, Federico se acercó a mí.

― ¿Qué es lo que se hace aquí?

―Todos los días llego temprano y hago el aseo en el local, se acomodan las sillas y mesas, los libros donde deben de ir. Si tengo que hacer galletas o cupcakes los hago. Por lo regular, hay clientes que llegan cuando se abre, son los que pasan por su café antes de ir a su trabajo. No tarda en llegar Santiago, por su café.

― ¿Santiago? ¿Un cliente regular?

―Bueno, yo no lo llamaría cliente. Tu abuelo, él sí es un cliente regular. En realidad, Santiago viene a que le regale su café.

Canciones, libros, películas y otras cosas sobre amor.Where stories live. Discover now