La carta: Diego Vegezzi x Rafael Federman

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La época navideña siempre fue la favorita de Diego por diferentes motivos.
Cuando era niño le gustaban los regalos, desenvolver con entusiasmo las cajas forradas en papeles rojos y verdes brillantes, arrojando los moños a un costado y descubrir dentro de ellas autos, armas de plástico, peluches, a veces y por alguna extraña razón, dulces y si tenia realmente mala suerte, medias y calzoncillos.

Pero no era solo el sentido comercial de la fecha lo que generaba en él una emoción plausible e histriónica, era también el clima en si, las luces, los villancicos, los platillos especiales, la familia reunida, los especiales de televisión, etcétera, etcétera.

Cuando dejo de ser niño, la emoción que sentia con respecto a esa fecha no cesó, aunque los motivos podian ser otros: salir con amigos, ir a fiestas temáticas, el alcohol, el alcohol...el alcohol.

Cada navidad era especial, era esperada y en está aún más, pues hacia muchos meses que sus hermanos mayores habían dejado la casa materna, y eso en si no estaba tan mal, ahora habia más espacio para él, tenia más libertades, y podía usar las cosas que algunos de ellos habían dejado en casa, como algunas prendas de vestir, discos, juegos y ese tipo de cosas.
Se suponía que para aquél invierno ambos viajarian a pasar las navidades con él y su madre, pero por diferentes motivos terminaron cancelando casi a último momento, uno tenia un viaje de emergencia por una cuestión laboral y en cuanto al otro, la novia con quien compartia un departamento le habia exigido pasar la fecha con su familia.

—y él dijo que si, porque es un dominado—

—no hables asi de tus hermanos, Diego, ya podrán venir, aunque es una pena, siempre preparo tanta comida, ya tengo todo comprado...¿Y si invitas a algún amigo?¿A Rafa? Invitalo, que cene con nosotros mañana, asi al menos no es todo tan triste—

Diego lo pensó y estuvo de acuerdo, aunque dudaba de si Rafael estaría disponible con tan poco tiempo de preparación, pero finalmente resultó que si y el 24 a la tarde, allí estaba el chico, bien vestido y arreglado, listo para la cena.

Aquélla noche, la cena, realmente abundante, fue disfrutada por los tres mientras hablaban y escuchaban música, muy a disgusto de Diego que pensaba que aquéllo arruinaba la velada.

Llegadas las doce, la madre les dio un obsequio a cada uno y tomando una botella de champagne se dirigió a la casa de al lado, a saludar a la vecina de quien también se habia hecho muy amiga, dejandolos solos.

—yo...tengo algo para vos— dijo timidamente Rafa.
Él no tenia plata, y más allá de eso, tampoco habia tenido tiempo de salir a comprarle nada.
Había intentado escribirle un poema o componerle una canción, y de hecho lo intentó, pero el resultado siempre era muy cursi y temía que su amigo se riera de él.
Rafa estaba totalmente enamorado de Diego, pero nunca se lo habia confesado, en partes porque no se animaba a hacerlo, era terriblemente tímido, en partes porque no queria arruinar la amistad, pero principalmente porque sabia que Diego era heterosexual, confesar sus sentimientos carecia totalmente de sentido.

Se habia decidido entonces a escribirle una carta en donde expresara sus sentimientos de amistad, puede ser que en algunas partes sea al final algo cursi, pero ¿que mas daba? Al fin y al cabo eran amigos, y él creía que las cosas que salían del corazón eran las que más importaban.

—oh, yo también tengo algo para vos, está acá— dijo Diego, extendiendole a Rafa una pequeña cajita forrada de papel metálico dorado con un gran moño rojo.

Las mejillas de Rafa se tiñeron del mismo color,su regalo era mucho más aburrido y miserable que sea lo que sea que haya en la caja, se sintio avergonzado.

Rompió el papel y debajo de este habia una cajita de cartón que contenia una camara Polaroid antigua.

—Diegui esto es carísimo, no tendrías que haberte molestado

—no fue una molestia, ni fue caro, es una camara que dejo mi hermano cuando se fue, dijo que podia tenerla pero que no servía, asi que ayer la llevé a arreglar con mis ahorros, ahora sirve y es tuya— dijo, sonriente.

—es que...dios mio, mi regalo es...estúpido

—vos sos estúpido, lo que sea que tengas estará bien

—de acuerdo, hagamos algo, voy a vendarte los ojos

—y eso ¿para que?—preguntó extrañado.

—porque voy a darte mi regalo, que es una carta...al menos voy a leertela

—ya veo, bueno, de acuerdo, usemos las corbatas horribles que nos dio mi vieja— dijo riendo y sacó de la bolsa, la corbata roja que su madre le dio y él jamás usaría.

Rafa le vendó los ojos con ella, sentados los dos frente al árbol de Navidad.

—bien...acá  voy, no te rías por favor—dijo, con una voz temblorosa.

Afinó su garganta tosiendo levemente y comenzó a leer:

—Diego: lamento que este regalo no sea un regalo realmente, me hubiese gustado comprarte algo lindo, algo mejor que esto, pero no tengo guita ni tiempo de comprar nada, prometo compensarlo más adelante.
Te escribo esta carta porque siento que hace muchos años que somos amigos y sin embargo nunca pude decirte cuanto te quiero.
Te quiero, te quiero mucho, sos de mis amigos, el mejor, el que esta siempre y en quien más confio.
pasamos por tanto juntos, y espero que eso sea asi, incluso cuando a mi se me caiga definitivamente todo el pelo y vos aún conserves el tuyo— dijo sonriendo, mientras Diego lo hacia también ante el comentario. — quiero que sepas que podes confiar en mi y contar conmigo para lo que sea y para lo que necesites, yo siempre voy a estar, porque mi corazón y mi alma siempre te esperan, siempre se sienten bien cuando estás cerca...yo siempre me siento bien cuando estás cerca, me siento importante y una mejor persona, espero no asustarte con estas palabras, pero siento que te amo, como algo más que amigos, espero que sientas igual.
Feliz navidad— terminó, sintiendose tan apenado que apenas podía respirar.

Sin embargo, a pesar de la vergüenza, se acerco hasta Diego y le besó la mejilla tiernamente.
Diego se sorprendió ante ello, pero sonrió igualmente, feliz.

—¿Como es más que amigos?— preguntó aún con los ojos vendados.

—em...como hermanos, quiero decir— respondió él, rápidamente.

—que mal, yo no me llevó muy bien con mis hermanos— bromeó.

—no me refiero a eso, tonto— respondió el otro, riendo.

Diego tanteó los brazos ajenos con las manos, para luego tocar su pecho y escalar hasta el cuello y de ahi, hasta su boca, pasando los dedos suavemente por allí.
Se acercó despacio y le besó en la boca, un beso corto y bonito.

—yo quiero que seamos algo más que amigos, y no hermanos justamente— susurró sobre los labios ajenos.

—yo... también, es que...tenia tanto miedo, a veces soy tan cobarde, yo...

Diego volvió a besarlo, interrumpiedolo.
Subió ambas manos hasta su cuello y nuca para afianzarse.
Rafa llevó las suyas hasta el suave cabello contrario y comenzó a acariciarlo, mientras sus labios se movían lento y exquisitamente.
Se besaron por todas esas veces que habian querido hacerlo y no se animaban, disfrutandose mutuamente.

—esa carta fue el mejor puto regalo de mi vida— murmuró mientras separaba su boca de la boca de Rafa unos segundos, para luego seguir besandolo.

Un puñado de papel con palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora