Vampire: Felipe Ramusio x Ema Parga

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No podías sacarle los ojos de encima a aquél chico, en aquél bar, y eso te hacía sentir un poco mal por qué ¿que clase de pervertido eras mirando sin discreción a un desconocido en una noche lluviosa? sin mencionar lo tierno que parecía, como si de sus venas brotara inocencia en lugar de sangre.
y pensar en su sangre te la puso un poco dura ¿no? porque si vas a ser un pervertido lo vas a ser de verdad, con todas las letras, degustando la palabra de principio a fin.

Pensabas que lo conocías de algún lado pero no recordabas de dónde y cuándo finalmente el alcohol sumergió tu mente y pudiste acercarte a hablarle supiste que se conocían, o al menos él te conocía a vos.

"Felipe, Felipe Ramusio, estabamos en la misma clase" te había dicho entusiasmado como si el hecho de que le hablaras fuese más que suficiente para alegrarle la noche, y te sentiste un poco mal porque no sos la clase de persona que ignora a otras, o tal vez sí, al parecer si, porque habías visto esa linda cara pero no le habías dado un nombre y ahora lo tenías en la punta de la lengua "Felipe, Felipe Ramusio".

Crees haberle dicho que tu nombre es Ema, porque asi te llaman ahora, en este país, en este siglo.

Cuándo lo llevabas en tu auto a casa pensaste que tu apariencia de nene bueno era el anzuelo, nadie podía pensar lo sucio de tus pensamientos.
quisiste convencerte de que tu mente estaba bien, hoy en día hay cosas peores, no hay nada malo con tu mente, el problema esta en tu sed.

Y todo el tiempo tenés sed.

Pudiste soportar las ganas por decadas, no tanto siglos, pero si unos cincuenta años o más.
siempre tranquilo y sin llamar la atención, alimentandote como ellos, destrozando pedazos de carne de algún animal porque eso es humanamente aceptable, supones.

No dejaste que te dijera nada de lo extraña que era tu casa, una vez más te diste cuenta de que parecía un perrito alegre ante tu atención.

Lo tuviste colgado de tu cuello en segundos, besandote mientras sus manos apretaban todo lo que tocaban y eso era agradable, te gustaban sus dedos hábiles, tocaba bien, tenía ganas de hacerlo.

"vamos a mi cuarto"le murmuraste al oido rozando bastante la piel de su cuello, casi te ahogas con la saliva, una indiscreción.

subieron los escalones casi tropezando, dejando las prendas de ropa desperdigadas por el suelo.
Cuándo cerraste la puerta pudiste oler su miedo, ya no te miraba como en el bar, estaba asustado, de seguro habrá visto algo en tus ojos, todavía no podes controlar eso.

Decidiste calmarte, te sentaste en la cama y le pediste que se subiera en tus piernas.
Él lo hizo, tenías su entrepierna contra la tuya refregandose mientras él se movía y volvia a besarte.

Tus manos recorrían su delicada espina dorsal, pensaste un poco en lo mucho que quisieras romperla, pero esta noche no se trata de eso, tenes que mantener tus instintos bajos.

Su lengua, húmeda y rápida enrosca la tuya, sus manos empujan tu pecho y te recostas. nunca habías notado lo suave que es el colchón.
Su pelo parece brillar en la luz nocturna y sus ojos parecen más profundos.

Sigue frotándose contra tu cuerpo y te abraza por los hombros, parece que tiene algún plan.

Su boca mojada recorre tu pecho y tu abdomen. los pálidos dedos (¿habías notado lo palido que era?) bajan el elástico de tu ropa interior y te tiene, literalmente, bajo su cuerpo.
te sentís una presa fácil, casi olvidas lo que va a pasar.

La chupa bien, el chico es bueno, casi te pondrías celoso si no fuera porque arranca todos tus pensamientos con cada lamida, con cada succión.
su lengua es larga y rápida, se enrosca y te suelta, te empuja la punta y la mordisquea y en ese mordisqueo oles algo, pero no te da tiempo de nada, se quitó el boxer demasiado rápido.

Ahora todo es una presión, estas profundo en él y escuchas sus gemidos.
se mueve y te hunde en su interior, como si fueran uno.
no sabes cuando quedaste sentado en la cama porque la cabeza ya no te sirve más, solo tenes sus manos arañando tu espalda y las tuyas apretando su cadera que no se detiene, sube y baja a un ritmo que te va a matar...si pudieras morir.

te da otro beso y apoya la cabeza en tu hombro. es el momento,pensas, tenes su blanco y suave cuello al alcance.
Él está ido, los ojos cerrados, la víctima que esperabas ¿no?

Tus colmillos están un poco oxidados pero todavía son filosos y largos. toda la sangre agolpada en tu pene apresado se detiene y entonces simplemente pasa, es tu naturaleza.
lo mordes sintiendo a todos sus tejidos romperse contra tus dientes y un sabor metalico inunda tu boca.
la sangre es espesa, si no tragas rápido te vas a ahogar, asi que lo haces, succionas y le tomas la sangre sabiendo que no podes con todo, dos largos hilos de sangre chorrean tu cuello y tu pecho.

ese es el placer que querias, te alimentas después de tanto y no entendes como pudiste vivir fingiendo ser un simple mortal.

pero mientras su sangre llega lento a tu estómago, ocurrió algo ¿no? algo que te asustó de verdad.
Sentiste un dolor intenso en tu propio cuello, si no estuvieras perdido en todo ese placer sucio lo hubieses sabido, si tus ojos permanecian abiertos un poco podrías haberlo visto.

Lo ves ahora, cuándo desclavas tus colmillos de su yugular.
Él te mira fascinado y se ríe, todavía estas adentro suyo pero ya no importa.
ves que sus labios están mojados y rojos, y ves, también, que entre su sonrisa hay un par de colmillos iguales a los tuyos, un poco más largos tal vez.

tocas tu cuello y sentis los dos agujeros de los cuáles aún emana la sangre.

"sabía que eramos perfectos" te dice, suena enamorado y vos pensas que podrias enamorarte también, después de todo, sería un amor que duraría para siempre, ¿y quién no quiere eso, eh? un amor eterno.

Un puñado de papel con palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora