Parte 2

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— Pequeña mía, no diga eso, por supuesto que mamá la ama; es solo que ella no sabe como demostrarlo — le arrullo Lorenzo

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— Pequeña mía, no diga eso, por supuesto que mamá la ama; es solo que ella no sabe como demostrarlo — le arrullo Lorenzo. Aunque él dudaba en el fondo que eso fuera verdad.

— ¿Es cierto eso que dice usted, papá? — preguntó esperanzada; en sus ojitos grandes y redondos se podía ver un leve brillo lleno de fe ante las palabras de su padre.

— Yo lo creo. Solo dele espacio, mi pequeño regalo del cielo — dijo entonces Lorenzo con voz suave y calmo. Quería que su hija se sintiera amada; que sintiera que él estaría para ella pase lo que pase, así como también para sus hermanos. Pero en el caso de los mellizos, Isabella les daba ese amor maternal que necesitaban; algo que a Donum le faltaba. — En todo caso, mi pequeño regalo; papá siempre estará para usted y sus hermanos; lo sabe, ¿verdad?

— Si papá...

— Ahora intente dormir de nuevo.

— No puedo... tengo miedo... — dijo con pequeñas lagrimitas deslizándose por sus mejillas y con una vocecita suave debido al llanto.

— ¿Miedo a qué, mi pequeña? — preguntó Lorenzo enternecido.

— A la oscuridad... por eso salí corriendo... quería buscar a mamá... pero no la encontré...

Lorenzo palmeó el asiento a su lado, indicándole que se sentara junto a él.

— No debe temer; yo siempre estaré para cuidar de usted.

La niña asintió suavemente; ella reconocía que su padre y rey cuidaría de ella. Aún así el miedo era grande, por eso cuando despertó sola en la habitación intentó buscar a su madre quien se supone debería haber estado con ella. Lastimosamente no estaba y lloró mientras buscaba, la pequeña no sabía que su madre debía encontrarse en los aposentos de su padre, hasta que vio a su padre caminar por los pasillos y decidió correr tras de él, ahí fue que llegó a sentirse segura.

Lorenzo solo pensaba en lo cruel que podía ser la peli negra. Desde el momento en que Donum nació la rechazó, algo que lo intrigó pero francamente pensó que sería temporal.

Se había alegrado un tiempo después cuando María pidió criar a su hija. Creyó que eso arreglaría su relación madre-hija y durante cierto tiempo eso era lo que parecía. Pero María no prestaba atención suficiente a la pequeña.

El único afán de la peli negra al criar a la pequeña eran cosas básicas como bañarla, vestirla o calzarla, pero en todo eso nunca se había escuchado una palabra de amor o aliento a su hija. Hacia todo en completo silencio, incluso cuando la pequeña trataba de entablar conversación con su madre, y esta última a penas si respondía con palabras simples como un "no" o un "si".

Era lamentable ver como la pequeña cuando pasaba tiempo con su madre no decía una sola palabra, con el tiempo aprendió que de su progenitora no escucharía una sola oración. Además, se supone que cuando María se encontraba con él rey en los aposentos debía de dejar a Donum al cuidado de una de las nodrizas y no dejarla sola de esa manera.

Vestigios Nocturnos:  Vínculos DoradosWhere stories live. Discover now