Parte 4

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Isabella se paró frente al espejo mientras admiraba su imagen

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Isabella se paró frente al espejo mientras admiraba su imagen. Hace unas horas que vio por su ventana como todos los invitados ingresaban al palacio; se asombró de ver miles de caballeros dispuestos a pedir su mano en matrimonio, o al menos para intentar cortejarla, no era agradable para la joven sentirse como un objeto, más como un trofeo del cual los hombres podían regodearse, pero eso es exactamente lo que era para el mundo en ese momento.

Mientras observaba la llegada de muchos carruajes con sus respectivos propietarios, quienes uno a uno iban bajando de aquellos carruajes, se quedó ahí en la ventana mientras analizaba a cada uno de ellos, desde el físico hasta el comportamiento de algunos; los gestos, edades y ademanes, por ahora era lo único que podía hacer. También tenía algunos pretendientes descartados en definitiva; algunos hasta doblaban su edad, otros eran demasiado extrovertidos y algo irrespetuosos, jamás querría casarse con caballeros así, él reino también necesitaba a alguien digno y preparado para asumir las responsabilidades que conllevaba ascender al trono, no solo simplemente por ganar un título en la sociedad. Se prometió así misma pensar no solo en su futuro, si no también en alguien adecuado que pudiera sustituir a su padre como rey; tenía que darle a su nación al mejor de todos.

Así que ella intentaba buscar un caballero que cumpliera con esos requisitos, tanto para ella como para el pueblo.

Estaba hastiada de ver exactamente lo mismo; ninguno de aquellos hombres parecían interesantes o adecuados para ella y eso la preocupaba aún más; ya que su padre querría el reporte de la noche a mitad del baile, y eso implicaba que si no encontraba un pretendiente por cuenta propia, su padre tendría que elegirlo. Suspiro con resignación.

Al final, parece que la tarea pasaría a su anciano padre después de todo.

Estaba a punto de retirarse cuando vio algo que llamó su atención, era una especie de bandera, esta contenía el escudo de uno de los reinos más cercanos al suyo. Isabella parecía recordar a quien pertenecía ese carruaje; de niña lo había visto muchas veces y su padre solía viajar para visitar al propietario ya que eran muy buenos amigos.
Ella muy pocas veces había tenido el privilegio de ir a visitar al rey Leonardo y sus ocho hijos, según recuerda ese era el número de hijos que aquel rey tuvo con su esposa. Pero el tema en ese momento se debía, a que la asombró saber sobre la llegada del rey Leonardo a su palacio, jamás pensó que vendría al cortejo, sus reinos ya llevaban mucho tiempo sin saber nada el uno del otro.

El carruaje se detuvo frente a uno de los del servicio real, quienes se encargaban de darle la bienvenida a los invitados. Isabella tenía mucha curiosidad de saber quién de los hijos del rey vendría a pedir su mano.
Pero grande fue su asombro al ver bajar a un joven casi de su misma edad, lo recordaba como el mayor de los hijos; era un hombre realmente apuesto y elegante. Al menos así se miraba desde su ventana.

Se preguntó: "¿Dónde estará su padre?"
No era costumbre que los hijos salieran antes que el padre, el rey siempre iba primero. Era curioso saber que el hijo bajó del carruaje antes que el rey Leonardo.

Vestigios Nocturnos:  Vínculos DoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora