Parte 3

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Después de comer, Isabella condujo a María hasta su nueva habitación

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Después de comer, Isabella condujo a María hasta su nueva habitación. A pesar de que los sirvientes pudieron haberlo hecho, fue Isabella la que insistió a Lorenzo en llevarla. La reina quería ofrecerle a aquella mujer una bienvenida cálida y hacerla sentir bien, como parte de la familia. Quería que la mujer la viera como una amiga y no como su enemiga, no quería que los accidentes del pasado llegaran hasta a ellas.

— Está es la recámara que preparé para la futura esposa del rey — comentó Isabella — Es una de las mejores, espero sea de su agrado.

— Se ve bien — comentó María mientras ingresaba.

Vio todo con desinterés, la habitación era bonita, mucho mejor a las que María siempre tuvo desde su niñez, pero la habitación parecía estar hecha como para alguien inferior a los reyes, algo como para duques o marqueses. Y ella no quería tal recámara, ella deseaba una habitación digna de una reina, pues ella sería la soberana más adelante, no tenía dudas de ello.

— ¿Está segura? — preguntó Isabella al ver el rostro de la joven — Al parecer no es muy de su agrado. Si lo desea, puede elegir otra habitación. — enunció la reina con amabilidad.

— Bueno, la habitación no está mal. Es solo que no parece ser la adecuada para la futura esposa del soberano. — comentó María.

Eso sorprendió por completo a Isabella, pues la reina se había esmerado en elegir la mejor habitación, incluso preparo ella misma cada detalle para que la joven se sintiera como una más de la familia. Pensó que lo había logrado; al parecer se equivocó.

— Lo siento, no fue mi intención, pensé que la habitación le agradaría — se disculpó Isabella — Lorenzo me comentó que usted disfrutaba de la brisa fresca, así fue como terminé eligiendo esta. — dijo mientras señalaba la puerta que dirigía al balcón.

La vista desde ahí era hermosa, ya que se podían ver los jardines del castillo; al estar cerca de esa parte de palacio, la habitación se mantenía fresca debido a las sombras de los árboles y al aire que estos desprendían al moverse con el viento.
Isabella también había equipado el balcón con una mesa de jardín y algunas sillas cómodas para que María pudiera sentarse en ellas cuando deseará recibir el aire fresco, o simplemente tomar alguna taza de té o algún café al aire libre.

— Agradezco mucho, mi reina, que se haya esmerado en darme la bienvenida... — respondió María hipócritamente, pero siempre tratando de verse cortes y amable — Pero en realidad la habitación no es de mi gusto.

— Oh. Bueno... si desea, puedo pedirle a mi dama de compañía que le ayude a elegir otra — respondió Isabella con vergüenza, no pensó que este encuentro fuera así de incómodo.

— De acuerdo mi señora. Esperare la ayuda de su sirvienta.

Isabella asintió en confirmación.

— Si necesita algo más puede decírmelo, yo daré las órdenes para que todos en palacio la reciban y atiendan como es debido — comentó Isabella con una sonrisa suave.

Vestigios Nocturnos:  Vínculos DoradosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt