Caminando Hacia El Altar...

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— ¡Lorenzo, hermano! — habló Leonidas con entusiasmo en cuanto vio ingresar a su hermano menor

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— ¡Lorenzo, hermano! — habló Leonidas con entusiasmo en cuanto vio ingresar a su hermano menor. — No sabe lo orgulloso que estoy.

— Gracias... — murmuró, él de verdad deseaba sentir esa misma alegría, pero la verdad no la sentía — Gracias Leonidas... — volvió a repetir.

— ¿Acaso dirá que no se siente feliz con esto? — preguntó el mayor.

— Claro que lo estoy — mintió. — Seré rey.

— Por qué me da la impresión que no lo está — siguió insistiendo Leonidas — Creo que debe estar confundido. Sé también que esto no era lo que quería, casarse con Isabella me refiero.

— No... — dijo por lo bajo — Sabe que no... — suspiró con decepción.

— Quisiera hablar con usted a solas, si lo permite — solicitó el mayor al menor. Aún habían cosas que quería aclarar con su hermano, era tiempo que ambos tuvieran un espacio para hablar de hombre a hombre.

La verdad es que Leonidas no había dicho toda la verdad en ese periodo de tiempo. Sabía que Lorenzo amaba profundamente a María, sabia también que los planes de su hermano no eran casarse, al menos no tan joven, y si lo hacía sería con aquella mujer del servicio. El mayor no era de mal corazón, si María hubiera sido otro tipo de persona quizás le hubiera permitido a Lorenzo casarse con ella, aunque esto fuera contra las leyes, él sería capaz de todo con tal de ver a su hermano menor feliz, pero las circunstancias fueron otras. Esa mujer había causado muchas controversias en la nobleza un tiempo antes de que Lorenzo se enamorara de ella, es decir, antes de que ella embrujara con sus encantos a su hermano menor. Y Leonidas no quería que se aprovecharan de la sencillez, de la humildad y de los sentimientos de su hermano.

— ¿Hablar sobre qué? — argumentó Lorenzo sin entusiasmo.

— Acompáñeme si desea saberlo.

— Sabe que, no lo haré — declaró — Le agradezco por todo hermano, sé también que se preocupa por mi, pero creo que ya se ha hecho demasiado aquí.

Leonidas quedó asombrado con la respuesta de Lorenzo, él era un hombre gentil y respetuoso, nunca antes le había negado nada a su hermano, incluso Leonidas sabía que su hermano menor disfrutaba pasar tiempo con él, Lorenzo desde que era un bebé siempre admiro a su hermano mayor, aunque ahora era muy comprensible el porqué de su negación a hablar.

— De acuerdo — aceptó Leonidas — Si eso es lo que desea entonces lo dejaré descansar por ahora hermano. Aún tiene mucho en que pensar.

— Gracias...

Lorenzo dejó a Leonidas atrás y continuó caminando hasta la habitación que le habían asignado en el castillo del rey Magnus. Cuando regreso con la princesa al interior del palacio, comenzó a sentirse muy mal por la forma en la que había actuado. No era justo para una dama dócil y tierna como lo era Isabella, pero no tenía el valor para continuar con el acto, con el beso...
María siempre sería esa mujer, aquella que jamás olvidaría y que siempre estaría presente en sus pensamientos. Este era uno de los pocos días en que lamentaba ser un noble, a causa de eso no podría casarse con la mujer que realmente amaba.

Vestigios Nocturnos:  Vínculos DoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora