UN BUEN DÍA PARA MORIR

DIARIO DE TUCKER

La primera vez que intenté suicidarme fue ahorcándome, para ello necesitaba un buen lugar donde después de atarme el cuello mis pies no tocaran la tierra. Me llevó días elegir, tenía que ser donde Ignacio e Isabel no me vieran o, por lo menos, un lugar alejado en donde les costara minutos llegar y me encontraran muerto. Conseguí la soga, una escalera y, para no hacer el cuento tan largo, decidí que un árbol abandonado en la parte trasera de la casa fuese mi cómplice. Ese árbol me agradaba, estaba tan solo como yo. Cuando miraba ese árbol, sentía que él estaba a fuerza como yo aquí; no daba frutos, tendía a secarse y una vez le cayó un rayo. Me subí a la escalera, me amarré la soga en mi cuello con un nudo fuerte y con mis pies tiré la escalera. Ese 12 de enero de 2014 cerré mis ojos, empecé a toser y creí estar muriendo.

Yo, olvidé un detalle. Mich me buscó por toda la casa y al no tener éxito, salió al terreno a buscarme hasta debajo de las piedras. Debí de haber amarrado a Mich para evitar que sus ojos inocentes viesen como me quitaba la vida; para morir he sido pendejo. El olfato de Mich era increíble, ella logró encontrarme y al darse cuenta de que yo no bajaba de ahí, inmediatamente corrió por Isabel... Isabel le hizo caso y la siguió. Mich continuó ladrando e Isabel, al verme, se desmayó. A Ignacio, que se encontraba en la cochera revisando el auto, se le hizo raro que Mich ladrara mucho, así que guiándose por el sonido llegó a nosotros.

Ignacio es más fuerte que Isabel, me vio y no lo pensó dos veces, puso la escalera rápido y sabrá Dios cómo lo hizo, pero me desamarró y me bajó al suelo. En ese momento yo también me desmayé y desperté en una camilla en el hospital.

Ese 12 de enero no morí, solo aprendí que si quería morirme de verdad sin que nadie interviniera, requería ser más cuidadoso al planificar. Esa no fue la única vez que lo intenté. Fueron varias, tantas que de verdad comencé a pensar que incluso la muerte no me quería de su lado.