Capítulo 16: ¿Qué habrías hecho?

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Nunca pensé que me subiría a una nave como esa, nunca pensé como sería la emoción de estar dentro de una y como inicia el viaje, como arrancan los motores y, con ello, todas las naves empiezan a tomar el vuelo hacia el más allá. Jamás pensé que vería tal momento en el que parecíamos ser como aves aprendiendo a volar, pero en vez del cielo, sería por el universo.

En ese momento en donde las naves se alejaban más del planeta, sentí un cosquilleo rodearme todo el pecho, una presión que iba aumentando, ¿iba a conseguirlo la nave? Era lo que pensaba mientras veía a través de los cristales enormes de la nave, como poco a poco dejábamos atrás ese cielo para ir conociendo la oscuridad profunda donde las estrellas parecían formar un camino hacia su misión principal.

Lágrimas cayeron de mis ojos sin querer, no quitándole ojo a lo que veía enfrente mía, ¿así era la emoción? ¿Así era el momento de salir y conocer el exterior? Y lo mejor, es que no era un disfrute silencioso, sino que había ánimos y suspiros aliviados de que la nave hubiera salido de su planeta. Se escuchaban aplausos a la vez que el jefe que seguía les pedía prudencia porque no todo estaba ganado, aunque al menos ya era un gran paso.

—Informarme de todo tipo de peligro, da igual que sea el mínimo. Nuestra nave es una de las más afectadas aunque sea una nimiedad. Pido prudencia y atención, no bajar la guardia, en especial cuando atravesemos la cinta de asteroides, ¿comprendido? —ordenó el jefe.

Los demás aceptaron ante sus mandatos, dirigiéndose a sus puestos que había en la nave, la cual no era pequeña. Aun me costaba ubicar donde estaba cada cosa, empezando con que donde se encontraba el jefe, era la zona principal de control, donde tres sujetos pilotaban la nave con sus volantes, botones y hologramas que informaban de la situación, aparte de haber una radio central donde se comunicaban con las demás naves.

Aparte del enorme cristal que teníamos enfrente, las paredes eran recubiertas por un metal del cual cubría todo a la perfección, dejando unos pocos cables al descubierto que se dirigían a las otras salas donde se encontraban los demás vigilando los lados y las espaldas de la nave. Sabía que en esos sitios se encontraban los cañones de la nave y también las naves estelares, las pequeñitas que iban a usar solo en caso de emergencia.

El jefe se quedaba en el sitio con los brazos cruzados, mostrando un rostro muy serio, propio de un posible señor amargado, aunque en este caso sabía que no era así, sino que era porque estaba preocupado por la situación en donde se encontraba a la vez de que daba miles de vueltas a sus pensamientos.

Sabía que pensaba mucho, lo había vivido antes cuando estuvo haciendo apaños a la nave antes de viajar. Siempre vigilaba por los demás, en especial en aquella chica junto a su pareja, los cuales también estaban en la nave, pero vigilando los otros lados como había mandado. La sala tenía varios ruidos suaves, unos correspondientes a la nave que indicaban la estabilidad a la vez que los movimientos suaves de un volante girándose o de unos botones pulsados, pero para mí me daba la sensación de estar envuelta en un silencio intranquilo cuando le miraba.

«Me ha dicho que los escudos terciarios pueden aguantar mucho, pero no creo que soporten la cinta de asteroides —pensó el jefe, algo que me pilló por sorpresa porque oía sus pensamientos—. Si las cosas se dificultan, dudo que los cañones puedan hacer algo más, y si seguimos avanzando, la nave quedará inutilizada».

Era previsor, lo veía en sus ojos mientras miraba a su alrededor en silencio. Tragué saliva con cuidado, ¿qué estaba pensando? Alguien como él debía estar listo para todo tipo de adversidades, daba igual cuales, pero lo que yo veía en sus ojos...

—¡Señor! Nos estamos acercando, las primeras naves han dicho que irán primeras para que nosotros no suframos tantos daños —explicó uno de los soldados, provocando que ambos le miráramos con seriedad.

Las pruebas de la muerte [Código 025#] [MO]Där berättelser lever. Upptäck nu