Capítulo 7: Horas contadas.

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Era un milagro para mí no despertarme con un gran escándalo en medio de casa, aunque más bien había una tensión que se sentía nada más abrir la puerta de mi habitación y ver a mi madre moviéndose de un lado a otro para preparar todo lo necesario para la mudanza. Bostecé sin darle mucha importancia a lo que ocurría, haciendo la rutina de siempre, o al menos es lo que intentaba hacer hasta que Andra me lo impidió.

—¿Tienes todo preparado para la mudanza? —me preguntó.

Ah, sí, la mudanza y el viaje a Ic'nes, con tan solo pensarlo, mi cabeza volvía ante todo lo ocurrido ayer, dándome cuenta que mucho no lo había consultado con la almohada y que aun tenía dudas si seguir viviendo aquí o en Ic'nes. Mirando con cansancio a mi madre, le respondí con que ya lo prepararía todo porque tenía clases, a lo que ella me dijo que ir allí ya no tenía sentido alguno y que mejores cosas iba a encontrarme en Ic'nes antes de arriesgar mi vida en En'rec.

Tenía razón, pero a su vez no. Prefería jugármela mil veces en un sitio donde me sentía cómoda antes de estar incómoda y con los ojos puestos en mi como si fuera alguien importante para sus vidas.

Así pues, tras desayunar y vestirme según a la moda acorde en En'rec, me despedí mientras ponía mis auriculares, recorriendo el mismo camino de siempre, encontrándome con Miles, mi profesor, en medio del trayecto.

Mi sorpresa fue notoria mientras me retiraba el auricular derecho, viendo como él fumaba un cigarro con cierta prisa mientras hablaba con alguien por teléfono, notándose la tensión en sus hombros y en los gestos bruscos que hacía con la mano libre. No se le veía nada alegre a buenas horas de la mañana, aunque en general, nadie le alegraba empezar su rutina siendo el primer día de la semana.

Cuando dejó el móvil a un lado, me acerqué con cuidado para saludarle, viendo la sorpresa en sus ojos.

—Qué madrugadora, Nilia, ¿qué tal te ha ido el fin de semana? Me enteré que estabas en Ic'nes —me preguntó mientras íbamos de camino.

—No me gustó mucho... pero por suerte conocí a alguien que me alivió esa mala sensación, alguien llamado Elior —respondí mientras guardaba mis auriculares.

—Algo me suena ese nombre —murmuró Miles mientras terminaba el cigarro—. De igual forma, ¿no te gustó?

—No, para nada —admití.

—¿Por qué no me sorprende viniendo de ti? —Rio Miles con calma—. Aun así, no puedes negar que es un lugar muy llamativo a diferencia de los demás.

—Sí, pero... dudo que vaya a vivir allí —respondí, viendo una ligera sorpresa en los ojos de Miles.

—¿Tu familia se lo tomará bien? —preguntó.

—Mi padre y Samay lo saben... La pequeña se enteró sin querer, pero prometió quedarse callada —expliqué mientras ponía mis manos en los bolsillos de mi chaqueta—, pero mi madre... en cuanto lo sepa se va a enfadar conmigo, más cuando descubra que mi padre quiere pagarme los costos del hogar.

—¿Vivirás en otra casa?

—No, en la misma.

Miles mostraba la misma sorpresa que yo tuve cuando me dijo Eran esas palabras. Se quedó en silencio mirando hacia el puente que separaba la ciudad de En'rec y Oic, viendo como el sol poco a poco iba apareciendo, dejando unos colores bellísimos en el mar que teníamos justo debajo.

—¿Samay que le pareció el hecho de que quieras independizarte? —preguntó Miles con calma.

—Está apenada y dice que quiere que la visite de vez en cuando porque no quiere perderme —expliqué con cierto dolor—. Es normal, de pequeña le pedí lo mismo a mi hermana Tani.

Las pruebas de la muerte [Código 025#] [MO]Where stories live. Discover now