Ramona

Parte /3/Alejandro

Alejandro nació en 1874, en el norte de la república mexicana entre la frontera de México y los Estados Unidos, Alejandro trabajaba en un rancho dedicado a la cría, compra y venta de ganado fino; el dueño del rancho al contrario del de la hacienda donde vivía Francisca, si se preocupaba por sus trabajadores, les tenía una escuela para sus hijos donde aprendían lo más elemental cómo leer, escribir, las operaciones elementales, e inglés, ya que por estar tan cerca de USA, era muy importante la comunicación entre los dos países. Alejandro fue uno de esos niños que nacieron y crecieron en ese rancho, era huérfano de madre y padre, su progenitora murió cuando apenas era un crio de meses y su padre algunos años después, creció al cuidado de su tía, la hermana mayor de su padre, Alejandro trabajaba arduamente en el rancho, su tarea era llevar a USA el ganado o traerlo según era el caso.

Alejandro desde muy jovencito convivio con vaqueros americanos, aprendió a hablar y entender su idioma perfectamente, aunque solo leía y escribía lo más elemental que le enseñaron en la pequeña escuela del rancho. Era uno de los trabajadores de confianza del patrón. Cuando tenía veinticinco años contrajo matrimonio con una joven de veinte, se casarón enamorados, no fue un matrimonio arreglado por sus padres; a los pocos meses de casados la joven quedó embarazada para la alegría del joven matrimonio.

Desafortunadamente su mujer contrajo una enfermedad poco conocida en ese tiempo "preclamsia"; cuando llegó a término su embarazo, murió junto con su hijo, ese evento dejo destrozado a Alejandro, él concentró su dolor en el trabajo, duró tiempo en pensar en otra relación, pero como el tiempo lo cura todo, cuando tenía treinta y dos años, conoció a otra joven con la cual empezó a tener un noviazgo.

En ese tiempo las mujeres tenían dos cosas que cuidaban más que su vida, la virginidad y su cabello. El pelo largo las distinguía de las mujeres fáciles; si una mujer se dedicaba al oficio más antiguo del mundo, por ley tenía que llevar el cabello corto; es por eso que las mujeres entre más largo tenían su cabello más orgullosas se sentían y, si, por alguna razón, alguien atentaba contra el cabello de una mujer, era castigado con cárcel era un delito mayor.

Cuando cumplieron un año de noviazgo pensó que ya era tiempo de formalizar su relación con su novia, por lo tanto, le propuso matrimonio.

Celia, eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida y si tú sientes lo mismo por mí que te parece si formalizamos nuestra relación.

─Yo también siento lo mismo por ti, tú eres el hombre de mi vida.

─Siendo así, ¿aceptas casarte conmigo?

─¡Alejandro, cuanto tiempo esperé este momento y claro que si me quiero casar contigo!

─Mira Celia, vamos a llevar un ganado al norte (USA) en cuanto regrese voy hablar con tus padres para fijar la fecha de la boda ¿Te parece bien?

─¿Y cuánto vas a estar fuera esta vez?

─Va a durar alrededor de dos meses.

─Bien yo te espero como siempre lo hago cuando tienes que viajar.

Los jóvenes sellaron su compromiso con un beso, Alejandro se fue ilusionado pensando en su novia y en los acontecimientos que se avecinaban.

Al siguiente día partieron los vaqueros con tan buena suerte que no tuvieron ningún contratiempo en su viaje lo cual sirvió para regresar más pronto de lo acordado, cuando llegaron los trabajadores al rancho. Alejandro le dio los pormenores a su patrón y se fue a su casa a asear, quería ver a su prometida cuanto antes.

Cuando estuvo aseado y vestido con ropa limpia se dispuso a ir a la casa de su novia, pero cuando llegó se llevó una muy desagradable sorpresa, ahí en un oscuro rincón estaba el amor de su vida en brazos de otro hombre, ciego de furia saco una daga que siempre traía en el cinto y le corto las trenzas a su prometida, prácticamente la deshonró iba hundir el arma en el pecho de su rival, pero este ya había huido, en su carrera dejo su caballo amarrado, se dice que el hombre ni por la silla volvió. La mujer gritaba histérica.