Parte/1/Pascasio

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Pascasio.

Pascasio era abuelo de Francisca, la madre de Ramona, él y su familia trabajaban en una gran hacienda de más de mil quinientas hectáreas de territorio destinadas a la ganadería y la agricultura, ésta estaba ubicada entre los límites de Michoacán y Jalisco, los pobladores de esa gran hacienda más que trabajadores eran esclavos del hacendado, "El patrón" como era llamado por todas las familias que trabajaban para él.

Ya que les pagaba un sueldo ínfimo, como era usual en esos tiempos, él era el dueño de la tienda de raya donde les vendía los productos más esenciales para subsistir, maíz, frijol, manta para confeccionar su atuendo, guaraches, tequila y algunas cosas más, estos productos eran comprados a precios de oro; los pobres trabajadores vivían endeudados con la tienda de raya, nunca terminaban de saldar la cuenta, siempre quedaban debiendo la mercancía nueva y parte de la anterior.

En las haciendas, todos trabajaban tanto hombres como mujeres y niños, a éstos últimos los ponían hacer labores de acuerdo a su edad ya que la casa grande como era nombrada dónde habitaba el patrón y su familia, ésta era muy grande ya que contaba con veintiséis habitaciones, un par de grandes salones, jardines, un lienzo charro, una gran cocina, y muchas cosas más. No había escuela, ni servicio médico para atender a los trabajadores y a su familia cuando alguno de ellos enfermaba, lo que, si, no podía faltar, era la capilla con un sacerdote de planta. Los hacendados a pesar de ser tan crueles eran muy católicos, ya que era lo que convenía a sus intereses, el cura colaboraba con el patrón para poder tener a la pobre gente sometida a su antojo, en la misa dominical no podía faltar el sermón, éste siempre terminaba así.

─Hermanos míos, confiesen sus pecados, así sea el más mínimo, porque si no lo hacen cuando mueran y lleguen al juicio final, Dios no va a tener piedad de su alma y las va a mandar a expiar sus culpas al infierno por toda la eternidad.

A los niños no los enseñaban a leer ni a escribir, pero el catecismo se lo tenían que aprender de memoria y para eso estaba la hermana del sacerdote, una solterona que vivía desquitándose con las criaturas, fue la única mujer en su familia entre cinco varones, es por eso que sus hermanos la destinaron a cuidar a sus ancianos padres y cuando éstos fallecieron, paso al servicio de su hermano el sacerdote corrupto que servía en la hacienda.

El abuelo de Francisca comprobó en carne propia la crueldad de estos dos hombres, tanto el patrón como el cura; en una ocasión, sus hijos tenían hambre y no tenía nada que darles de comer. Fue a los sembradíos, recolectó algunos elotes para saciar el hambre de sus pequeños, el domingo que fue a la misa le confeso al padre su falta.

Acúseme padre, he pecado gravemente.

─Dime hijo ¿Cuál es tú falta?

─Mis hijos tenían hambre y no tenía nada para darle de comer, es por eso que me vi en la necesidad de robar unos elotes, si no lo hacía mis hijos morían de hambre.

─No te preocupes hijo, Dios en su infinita misericordia te perdona tú falta.

El sacerdote lo absolvió de sus pecados le dio una penitencia, don Pascasio recibió la sagrada comunión de manos del sacerdote, el hombre se sintió en paz consigo mismo, emprendió el camino de regreso a su choza, pero no sabía lo que le esperaba, cuando llegó a su vivienda ya lo esperaban dos de los hombres de más confianza del patrón, con voz áspera le ordenaron.

─Jálale pa la hacienda, el patrón quiere hablar contigo.

─¿Pero por qué?

─Pos eso te lo tienes que preguntar tú, sabe Dios que harías, pa que el patrón se digne a hablar contigo, y ha de ser porque nada bueno hiciste.

RamonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora