Capítulo 45: Jaula de oro

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Año Caxacius, Mes de las Almas, día 22

18:17 horas

Norian se había ido con una invitación a la próxima reunión.

Cynus y Heraine también se habían ido, prometiendo que pronto irían para pasar tiempo juntos. Lysander, por su parte, los acompañó a sus aposentos.

Caminaron pacíficamente a través del castillo, rodeados de guardias.

La reunión había ido extrañamente... Bien. Más allá de cualquier cosa que habría esperado.

No les habían negado la entrada. No los habían negado como familia legítima y, en su lugar, los habían escuchado.

Y aunque el recibimiento había sido emotivo y abierto, no podían ignorar el brillo astuto en los ojos de su familia.

Seguían pensando en las circunstancias en las que sus padres habían abandonado el castillo, su supuesta muerte y el dolor que les había provocado. La curiosidad que les provocaba el hecho de que ellos sí que estaban vivos y cómo habían sobrevivido a Ursian.

Ella y Valtteri se habían cerrado con ese tema.

Él le había ofrecido su brazo y juntos caminaban tras su tío Lysander; ella observó a su hermano por un momento, unos centímetros más alto que ella, sus anchos hombros cubiertos por la chaqueta de su traje y un gesto ligeramente burlón eternamente grabado en su rostro perfectamente tallado.

Era una montaña sarcástica y protectora –tal vez unos de los rasgos en los que más se parecían-, pero en ese momento estaba tan silencioso y tranquilo que la asustó.

Pero no alcanzó a hablar con él a través del vínculo antes de que su tío Lysander se girara.

—Si saben hacer uso de su herencia, ¿cierto? –inquirió él, haciéndola tensarse ante su entusiasmo repentino.

Y allí comenzaba.

No, definitivamente no.

Ella no sabía hacer uso de su herencia, pero tampoco estaba dispuesta a demostrarlo delante de sus tíos y el resto.

Unos dedos helados recorrieron su columna, pero ella logró curvar ligeramente una comisura de sus labios.

—Nuestros padres nos guiaron tanto como pudieron, tío. Pero no espere que seamos expertos –respondió ella, dejando que una nota de sarcasmo se deslizara en su voz-. Pasamos la mitad de nuestras vidas reprimiéndolo para seguir viviendo en secreto entre los humanos.

Su tío asintió profundamente, parpadeando como si se le hubiera olvidado ese pequeño detalle.

—Cierto, pero siguen siendo Daungnott –dijo Lysander, su voz firme y ella se le quedó mirando a la nuca-. Nuestro linaje es poderoso, así que es mejor que aprendan cuanto antes. Lástima que no pueda dedicarme por completo a ustedes, y mis hermanos tampoco.

Ella ocultó el alivio de saber eso, pero se aseguró de demostrar –por el contrario- decepción en su voz.

—Bueno, no se preocupe –habló ella, bajando la voz y desviando la mirada cuando su tío se giró para mirarla-. Ya encontraremos una manera.

Lysander hizo una mueca de dolor y miró hacia adelante, pasándose una mano por la cara. Pero ella no se sintió culpable en absoluto.

Valtteri entrecerró los ojos hacia ella, quien le respondió con un débil encogimiento de hombros, sus ojos brillando.

A través de pasillos y escaleras llegaron a sus aposentos, donde su tío se giró hacia ellos antes de dejarlos pasar por las puertas dobles.

—Entiendo que esto debe ser difícil, muchachos –dijo, y su rostro se suavizó de la misma manera en que lo había hecho la primera vez que los vio-. Pero ya no están solos, y aquí podrán aprender muchas cosas. El tiempo va a valer con todo lo que hagamos.

Reino de Sombras y EsmeraldasWhere stories live. Discover now