Capítulo 31: Estrellas en la oscuridad

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Año Caxacius, Mes de las Almas, día 2

19:35 horas

Todo le parecía tan borroso e irreal ahora.

Era consciente de que su hermano había llegado a ella.

—Estrella, tenemos que hablar –escuchó lejanamente.

Al escuchar su cálida voz, algo temblorosa, ella trató de respirar con normalidad en un desesperado intento de absorber la energía que se le había escapado.

Lo único que persistía en su mente y le hacía saber que no era una pesadilla, era la furia que seguía bullendo en su interior.

Junto a Fai, había luchado contra los guardias de Canther que los habían emboscado, pero no estaba muy segura de que haya logrado contenerse contra los que había luchado y, por lo tanto, no sabía si seguían vivos.

Luego había perseguido al que intentó escapar, aprovechando la oportunidad de dar rienda suelta y drenar aquello que amenazaba con hacerla explotar desde adentro.

Y ahora allí estaba, con un montón de destrucción y oscuridad a su alrededor, y un hermano temeroso que, a pesar de sí, intentaba aplacarla.

—Oye, ¿Dónde está el guardia? –escuchó que Bastian le preguntaba con cautela, como si temiera asustarla.

Ella mantuvo los ojos cerrados.

Extendió una mano temblorosa, dándole un débil toque con los dedos al tronco del único árbol que sobrevivió a su alrededor, sintiendo la energía extenderse desde su pecho, serpentear por su brazo hasta la punta de sus dedos.

Inmediatamente, el polvo deslizándose entre sus dedos le indicó que el árbol había hecho lo que ella había pensado.

Desintegrarse.

Escuchó a su hermano exhalar, pero no se acercó.

—Está bien, Anne. Respira –dijo su hermano en voz baja.

Se concentró en las palabras relajantes de Bastian, las suaves órdenes para recuperar el control, alejando el rugido en sus oídos.

Por un segundo deseó que Bastian no estuviera allí, mirándola en ese estado. Era lamentable.

La opción más fácil sería cortar el lazo con la pesada energía que danzaba en su interior y en el ambiente alrededor de ella, pero no sabía cuánto daño generaría en el proceso al liberarla toda.

Y justo porque era la opción más fácil no podía tomarla.

Así que agarró los hilos de oscuridad y tiró de ellos con furia, obligándolos a alejarse de Bastian. A alejarse del bosque y regresar a ella.

Los tentáculos de oscuridad regresaron, pero no felices. Se arrastraron dolorosamente a su interior, castigándola, y cuando terminó estaba jadeando, doblada sobre sí misma.

Antes de desplomarse y tocar el suelo, escuchó rápidas pisadas y luego allí estaba Bastian, rodeándola con sus fuertes brazos y sosteniéndola con fuerza, murmurando su nombre.

—Quédate conmigo –dijo Bastian, su voz desesperada mientras la acercaba a su regazo y la abrazaba, sentado en el suelo ennegrecido y enterraba su rostro en el cuello de ella-. Quédate conmigo.

Sus fuerzas la abandonaron por completo y sólo los latidos del acelerado corazón de Bastian y sus murmullos desesperados la mantuvieron despierta. Los tentáculos furiosos de oscuridad, ahora en su interior, rasparon sus huesos en venganza, pero ella apretó los dientes con fuerza, negándose a dejarlos salir.

Reino de Sombras y EsmeraldasWhere stories live. Discover now