Capítulo 43: Años por recuperar

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Año Caxacius, Mes de las Almas, día 22

16:45 horas

Lysander Daungnott, Rey Supremo de Vasilis, se acercó a ellos.

Su tío, se acercó a ellos.

El hermano que había sido elegido para gobernar en lugar de Harlan Daungnott, su padre.

Su padre, quien estaba muerto, pero los rasgos duros de Lysander se lo recordaron dolorosamente, aún cuando Lysander se mostraba afable.

Lo miraron en silencio a la vez que él hacía lo mismo, con el rostro palideciendo y recuperando el control cada tantos pasos, sus orejas puntiagudas asomándose entre su largo cabello castaño, igual que al de su padre.

Era un hombre apuesto.

Cuando se posicionó frente a ellos parecía haber recuperado el control sobre sus emociones y se irguió, observándolos desde su altura.

—¿Quién se presenta ante mí? –preguntó el Rey Supremo, su voz grave.

Como uno solo, ambos se inclinaron leve y respetuosamente.

—Caslien Daungnott... -habló ella, su voz firme.

—Valtteri Daungnott... -dijo su hermano.

—... hijos de Harlan Daungnott y Vanisse Tesalion. –Terminaron juntos.

Se enderezaron, mirando fijamente los ojos grises del hombre frente a ellos, que nuevamente tenía una lucha en su interior, alternando la mirada entre cada uno.

A ella le latía furiosamente el corazón.

Ese momento marcaría sus vidas. Nuevamente.

—Rey Supremo, nuestros padres deseaban mantenernos a salvo y así lo hicieron, con la promesa de que algún día regresaríamos a casa -dijo ella, imponiéndose serenamente.

—Y hemos venido, cumpliendo su promesa –habló su hermano, a su lado-. Esperamos retomar las cosas que ellos dejaron pendientes.

Mientras hablaban, el rey había lanzado su mirada hacia la pirámide de plata que permanecía en medio del Jardín Vaie, regresándola en un segundo y, antes de siquiera alarmarse por su rapidez, el rey se había acercado a ellos y los encerró en un sofocante abrazo.

—No he esperado por más de una década, pensándolos muertos –dijo Lysander, su voz afectada mientras inspiraba el aroma de ambos, que estaban estáticos contra su cuerpo-, para que vengan a llamarme Rey Supremo. Son mis sobrinos, refiéranse a mí como su tío, por favor.

Ellos estaban demasiado aturdidos por la repentina muestra de afecto de parte de ese poderoso hombre como para hacer algo más que parpadear, sin moverse, y cuando los soltó, examinando sus rostros de cerca, ella se escuchó tomar frágilmente una bocanada de aire.

—Una década es como un parpadeo para una vida mortal, tío –dijo ella, manteniendo las emociones lejos de su voz.

Su hermano lanzó una risa silenciosa.

—Seguramente no vio pasar mucho –coincidió él, amigable.

Pero Lysander sacudió la cabeza, una sonrisa triste atravesando sus labios cuando les colocó suavemente las manos en las mejillas.

—Cuando te duele y lamentas tanto algo, ni siquiera los años de una vida inmortal pasan tan rápido o lo hacen más fácil –expresó el rey, mirándolos con esos ojos grises que ocultaban tormentas. Mantuvo esa afectada sonrisa-. Son la viva imagen de mi brillante y fallecido hermano Harlan, y de la hermosa Vanisse, sagaz como ninguna.

Reino de Sombras y EsmeraldasWhere stories live. Discover now