Parte /2/Francisca

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Francisca, nació en el año 1894.

El patrón era un hombre cruel y despiadado como la mayoría de los hacendados en aquellos lejanos tiempos. Él era el dueño de todo lo que su vista alcanzaba a ver, inclusive se sentía el dueño de las personas que trabajaban para él.

Cuando las niñas llegaban a la adolescencia, en la primera oportunidad las violaba, sumiendo a la familia en la vergüenza, los padres de familia sabían muy bien que si sus hijas perdían la virginidad antes de contraer matrimonio eran repudiadas por las personas aún sabiendo que las niñas ninguna culpa tenía, para evitar esto, al momento de nacer las niñas las comprometían en matrimonio, algunas veces con los mismos primos, cuando las niñas tenían su primera menstruación inmediatamente las casaban, había niñas que desde los once años ya se convertían en esposas.

A Francisca la comprometieron, con el hijo de un trabajador, desafortunadamente el niño se ahogó en el río cuando tenía diez años de edad, ella quedo viuda antes de casarse, a los trece años le llego la menstruación, su madre para protegerla de los ojos del patrón la dejaba en su vivienda al cuidado de sus hermanos menores, siempre le advertía antes de irse a la casa grande donde prestaba sus servicios.

¡No te acerques a la casa grande, mucho menos cuando sea la hora en que llega el patrón, no quiero que te desgracie la vida!

Ella obedecía a su madre, en su vivienda estaba a salvo ya que era bien sabido que el patrón nunca se acercaba a las viviendas de los trabajadores, es por eso que Francisca quedaba alejada de la lujuria del tirano, pero no siempre fue así. Un buen día se terminó el agua para beber, Francisca fue al rio a traer el vital líquido, iba contenta con su cántaro al hombro, admirando el paisaje a su alrededor, no obstante iba a paso apresurado ya que pronto se iba a llegar la hora en que el patrón solía llegar a la casona; de pronto escuchó unos cascos de caballo que se acercaban a toda velocidad, ella se hizo a un lado del camino para no ser atropellada, súbitamente el caballo se paró en seco a su lado; ella lentamente subió la mirada para poder ver al jinete, y lo que vio la dejo petrificada, con horror vio que el dueño del caballo era nada menos que el patrón.

Ella corrió lo más veloz que sus piernas se lo permitieron, el hombre la dejo que se alejara, con una sonrisa malévola y mirada lujuriosa, cuando Francisca no escuchó los cascos del caballo se sintió más tranquila, no obstante, no disminuyo su carrera.

El hombre la miraba tranquilamente viendo cómo se alejaba, de pronto espoleo su caballo y corrió tras ella a todo galope, pronto le dio alcance, de un salto bajo del caballo y tomándola de la cintura, la metió entre la maleza y allí en el suelo la violo sin ninguna consideración, ella sentía como el hombre entraba y salía dentro de su parte intima, al mismo tiempo que sentía un terrible dolor tal parecía, que la estuviera partiendo en dos partes, después de su acción el truhan se levantó tranquilamente se sacudió la tierra de sus ropas, montó su caballo y se alejó tranquilamente sin ninguna prisa, dejando atrás a una niña tirada en el pasto, con la ropa rasgada, dolorida, sin poder moverse del terror que todavía la embargaba.

No supo cuánto tiempo transcurrió tirada en el pasto, poco a poco se puso de pie, lentamente camino hacia el río que estaba muy cerca, se introdujo en el agua, sintió como el agua poco a poco mitigaba el dolor de su cuerpo, lloraba en silencio sus emociones estaban a flor de piel, sentía dolor, rabia, impotencia y mucho miedo por la reacción de sus padres, pensaba con angustia.

─Ahora que va a pasar, que van a decir mis tatas. (Papás) me van a pegar y si no le digo a mi mama lo que me paso, no, no puedo hacer eso, ¿por qué tuve que salir? Bien me dijo mi mama que no saliera.

El tiempo pasaba inexorablemente, de pronto a lo lejos escuchó varias voces que la llamaban a gritos.

─Francisca, Francisca, Francisca...

Era su madre, sus hermanos preocupados porque no llegaba con el agua le avisaron a su progenitora.

Ella salió en su busca, al fin la encontró y en cuanto la vio supo, que lo que tanto temía había pasado, con mucho cuidado la saco del agua, se quedó horrorizada al ver a su hija llena de moretones en todo el cuerpo, tenía un ojo cerrado por la hinchazón y un hilo de sangre escurría por la comisura de sus labios a causa de los golpes que le dio el malvado cuando la chica intento defenderse del cruel ataque del que estaba siendo víctima, su madre se quitó el rebozo, cubrió su semidesnudo cuerpo, en silencio regresaron a su vivienda.

Cuando desaparecieron las huellas de su cuerpo que delataban lo que le había sucedido, la madre de Francisca ya no la escondió más, la llevó con ella a la casa grande para ayudar en las labores, ella sabía que el patrón ya no repetía mujer, nunca tenía relaciones sexuales con la misma niña, el infeliz se jactaba diciendo.

─Las mujeres de mi propiedad son como el maíz, cada año hay cosecha nueva.

La desgracia no llegó sola, a las pocas semanas del evento la mamá de Francisca escucho un estruendo en la cocina, eran unos platos que se rompieron cuando su hija cayó desmayada, rápidamente la auxiliaron le pusieron cebolla en la nariz para que recobrara el conocimiento, no se necesitó a un doctor para saber con certeza de lo que pasaba, Francisca estaba embarazada, o como decían en su léxico coloquial estaba panzona, un hijo más que se sumaba a la larga lista del patrón.

El veintinueve de diciembre, Francisca cumplió catorce años y el diez de enero de mil nueve cientos diez, nació su hija, a la cual bautizaron con el nombre de Ramona, con ese evento, se morían las esperanzas de que Francisca se casara, las mujeres adultas tenían secretos para hacer pasar las niñas como si nunca hubiesen perdido su virginidad, pero ya con un hijo, Francisca y su familia quedaban sumidos en la deshonra total.

RamonaWhere stories live. Discover now