Danilo a mi lado les echa un leve vistazo.
—Ah, son de los que fuma Ian.

El estómago se me revuelve porque no me equivoqué. —¿Éstos?

—Ajá, últimamente lo he visto con esos cigarros —él se encoge de hombros y se mete las manos en el pantalón —. ¿Por qué? ¿No te los dio él?

Escucho a Raúl aclararse la garganta.

—Me los dio Danielle —aclaro, con la repentina duda sucumbiéndome la cabeza. A Danielle le gusta fumar, pero esta marca de cigarros dudo que los vendan en cualquier parte, y aparte... ¿por qué Ian y Danielle fumarían de la misma marca peculiar de cigarros?

—Son cajetillas comerciales —dice el primo de Ian, encogiéndose de hombros y tirando la ceniza de su cigarro —. A lo mejor también compra de esa marca.

Podría ser una opción, pero...
—Es que siempre compra Pall Mall.

—Ay, Gabriel, son solo cigarros —Raúl se ríe y luego le sigue Danilo y el Hacker —. Relájate y limpia tu conciencia.

Cuento los cigarros restantes, hay menos de diez, pero ya no digo nada, sólo enciendo el cigarro y le doy la primera calada, saboreando el sabor a clavo en mi boca. Una espina punza en mi pecho y hago una mueca, tomando distancia de los demás. Estoy consciente de que Danielle es una mujer preciosa, buena, noble, fiel, y que nunca le faltarían hombres, pero tengo miedo de que me haga lo que yo le hice, porque también estoy consciente que no la estoy cuidando como debe ser, porque Ian es un tipo con dinero, de nuestro mismo rango de edad, y aunque yo sea hombre sé que no es feo.

Aprieto la mandíbula, exhalando el humo por la nariz. Confío en Danielle, confío con los ojos cerrados, pero no debo tenerle confianza a Ian, no importa que esté casado, porque al final es un hombre, y los hombres pensamos más con la cabeza de abajo que con la principal.

¿Sería capaz?

«—Te encargo que no vayas a ser muy duro con ella.

—No te preocupes, a las mujeres no las trato mal.«

Pero Ian no es el hombre más amable del mundo, no importa si eres mujer. He visto la forma en la que rechazaba a las mujeres que se le acercaban.

Trago saliva, mirando con atención el cigarro encendido en mis dedos y la cabeza se me calienta aún más, porque me ha prendido chueco, quemándose de un solo lado.

Nunca le he pedido a Danielle que deje algo sólo porque me molesta, pero esta vez lo haré, porque ya no voy a estar tranquilo.

Así que le pediré que renuncie.

♣️♣️♣️

Aprieto mis manos y cierro los ojos, pensando en lo que estoy por hacer. La cabeza no me ha dejado de dar vueltas, y todo por una simple cajetilla de cigarros. El remordimiento y la culpabilidad me pican, porque tengo tanto miedo que Danielle pueda ser capaz de engañarme así como yo lo llegué a hacer. No lo soportaría. No podría. Las venas me hierven de solo imaginarlo, de solo pensar en mi Danielle haciendo las mismas cosas que hacía conmigo con alguien más...

Pero no, es imposible. Danielle me ama como yo la amo. Mi cabeza solo me quiere jugar mal por mis acciones, pero no es ni será karma, no, porque la mierda entre Pamela y yo ya acabó.

La mujer del Diablo. [+18]Where stories live. Discover now