Capítulo 17

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Danielle:

Mi celular vibra en señal de un nuevo mensaje sobre el escritorio y yo contengo la respiración, leyendo de reojo el nombre de Gabriel. Está aquí. Ya regresó.

«Estoy entregando a los últimos niños, pero no tardo en terminar, sólo primero me daré un baño rápido y luego te veo en tu apartamento.»

10:35 AM.

Trago saliva y suelto la bocanada de aire. ¿Cómo es que soy tan mentirosa? ¿Cómo puedo ser capaz de mentir sin terminar? Tengo tantas cosas que ocultar.

Tallo mis ojos y levanto mi celular después de unos segundos, escribiéndole una respuesta a su mensaje.

«Qué bueno, mi vida, ya quiero verte.»

10:38 AM.

Mentiras. No es que no me alegre que esté aquí, porque me alivia saber que llegó bien, sin embargo, no me siento preparada para lo que sea que se vaya a avecinar.

Meto mi celular en el bolsillo de mi saco y me pongo de pie. La oficina quedó intacta a como la última vez que la dejé, realmente nadie entró en los días de mi ausencia. Y sobre mi esposo... no sé dónde está o que estará haciendo, no se presentó hoy a la oficina, y no es que tengamos muy buena comunicación por celular... porque pensándolo bien... solamente una vez me llamó, y fue la primera noche de nuestro reencuentro. Y ni hablar de mensajes que no existen ninguno. Un matrimonio normal, eh.

La boda de ayer terminó temprano, no podía durar mucho porque era noche abierta para público, así que simplemente me dejó en el edificio de mi apartamento y se despidió. Tampoco hubo un beso o alguna sonrisa. Y no es que estuve esperándolo o algo, no, no.

Pero, la misma pregunta se repite en mi cabeza, ¿qué estará haciendo él? ¿Estará ocupado? ¿Se preguntará también qué es lo que hago yo? Aunque la respuesta a la última pregunta es fácil: sabe que mientras me tenga en la oficina me tiene ocupada blanqueándole el dinero.

Suelto un suspiro y termino por guardar mis cosas. He terminado todo temprano, así que ya no hay posibilidad de verlo, no hasta la noche.

Abro la puerta para salir, pero un jadeo brota de mi boca al encontrarme a un hombre frente a mí. Él se endereza y yo lo miro de arriba hacia abajo, desconociéndolo.

—Disculpe si la asusté —él se aclara la garganta. Es un hombre alto y maduro, con facciones duras, pero no puedo adivinar su edad —. Estoy aquí para cuidarla.

«Tenemos a Reyes. Uno de mis mejores hombres. Será asignado a ti para cuidarte.» Las palabras de Ian inundan mi cabeza, y observo con más atención al hombre frente a mí, reconociendo que es el mismo de la foto que mi esposo me mostró.

—¿Es usted Reyes? —pregunto.

Él asiente. —Así es, mi señora

Trago saliva. —Puede llamarme simplemente Danielle.

—No, no puedo, señora. El jefe no lo permitiría.

—¿Ha estado aquí afuera desde que llegué?

Reyes vuelve asentir. —Sí, señora.

No estoy acostumbrada a esto, jamás he tenido alguien tras de mí cuidándome los pasos, no sé cómo debería actuar, y sé que sería en vano si le digo a Ian que no es necesario, porque debe ser por algo que toma sus medidas.

La mujer del Diablo. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora