•37• Mi boca

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Mañana Siguiente

Mi cerebro despierta con la sensación de que mi cuerpo ha estado demasiado en esta posición. Así que me pongo de otra manera pero ahora una claridad me da en los párpados, obligándome a abrir los ojos. Los vuelvo a cerrar y me remuevo con un vago y profundo suspiro.

Termino mirando hacia arriba, y ahí me quedo unos segundos mientras caigo en cuenta de que había dormido con mi hermosa esposa ayer. Sin embargo, estoy solo en la cama. Miro derredor, intentando verla, pero no está por ningún lado.  Me siento en el colchón y me pongo las pantuflas con calma mientras busco algo de ropa con la mirada. Encuentro mi chándal en el suelo, el cual me pongo en seguida. Me doy una vuelta por el baño para lavarme un poco la cara y quitarme las legañas. Mi siguiente objetivo es buscar a HaeMi.

Paso por su habitación, pero sigue sin aparecer, así que voy directo la primera planta. En la sala están Kingkang y Bam jugando sobre la alfombra, llegó donde ellos y me agacho a acariciar a Bam, Kingkang me olfatea contento y lo toco a él también.

Me levanto y voy a la cocina, entonces la hallo de espaldas junto a las puertas, al parecer tomándose algo. Vacilo mientras me acerco, tiene puesta mi camiseta. No puedo no recordar todo lo que hicimos anoche, me esfuerzo escondiendo mi felicidad.

Sigilosamente, le abrazo por detrás. Ella se asusta como es evidente.

—Dios, Jungkook!— exclama.— me asustaste.

Sonrío y beso su cabeza. Se me olvida decirle buenos días en cuanto veo mis dedos marcados en sus muñecas. Lo de ayer fue muy intenso, y aunque intenté hacerle el amor y no follarle tan salvajemente, se me fue la olla, como siempre, y  tuvimos que parar porque le estaba lastimando, lo cual empañó un poco la noche mágica que tuvimos.

—Lo siento.— abrazo su muñeca con mi mano y acaricio con el dedo pulgar.

—Está bien.— me dijo volteando a verme con una sonrisita. Eso me alivia casi totalmente el sentimiento de culpa. Le doy un beso.

—¿Qué tomas?— miro su taza.

—Café con leche.— me enseña— te hice uno.— señala.

Miro hacia la encimera y encuentro una taza igual con humito encima.

—¿Para mí?— me acerco dudoso a tomar el envase.

—Sí, para ti.— dijo mirándome dar un buen sorbo.

Estaba perfectamente caliente, y no es porque estoy enamorado de ella; está riquísimo.

—¿Está bueno?— me mira.

—Mmm.— muevo la cabeza a los lados.— No mucho.

Ella entrecierra los ojos.— ¡Sí lo está!

Yo me empiezo a reír.

—Vale, sí.  Está bueno.

Vuelvo a tomar y mientras lo hago me fijo nuevamente en su vestimenta.

—Esa camiseta... me parece conocida— digo con picardía.

Ella se mira a sí misma.— ¿Me queda?— posa de varias formas. Yo la miro con atención.

—Sí, demasiado sexy.— afirmé sin pena.

—¿Tu crees?— me sigue la corriente. Tiene las mejillas un poco sonrrojadas.

—Totalmente.— dejé mi café sobre la encimera y me le arrimé.

Ella alza la cabeza. Y de manera automática, la beso. Profundizo y ella lo permite con facilidad. Escucho como suelta la taza en la mesa y me pone las manos en el cuello. Entonces me pego mucho más. Mis manos la aprietan, su boca se suelta más, nos soltamos más, y la excitación no tarda en arraigarse entre nosotros.

Casada Con Jeon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora