Sarah, max y las Tierras Desconocidas

Capitulo 47 Ehtan y la ciudad de Lyriath

En los días dorados de Lyriath, la ciudad prosperaba como un faro de avances tecnológicos en Zenithar. Las innovaciones y la tecnología avanzada eran el corazón de la metrópoli, atrayendo a mentes brillantes y curiosas de toda la región. Sin embargo, a medida que la ciudad crecía, la brecha entre aquellos que abrazaban la tecnología y los que seguían las antiguas artes mágicas se ensanchaba.
La divergencia en creencias y valores llevó a una creciente tensión social. Grupos pro-tecnología veían las artes mágicas como obsoletas, mientras que los adeptos a la magia consideraban que la tecnología amenazaba la esencia misma de la conexión mágica con Zenithar. Este conflicto latente desencadenó una guerra civil en Lyriath, dividiendo a la población y desgarrando el tejido mismo de la ciudad.
Las calles que una vez estuvieron llenas de avances tecnológicos y brillo ahora se veían ensombrecidas por la devastación y el conflicto. Barrios enteros se sumieron en la anarquía, con enfrentamientos constantes entre facciones mágicas y tecnológicas. La ciudad se volvió un campo de batalla, con edificios antes imponentes ahora marcados por las cicatrices de la guerra.
En medio del caos, algunos visionarios buscaron un camino intermedio, tratando de encontrar una manera de unir la tecnología y la magia para el beneficio de Lyriath. Sin embargo, sus esfuerzos se enfrentaron a la resistencia de ambos lados extremos, atrapados en sus propias convicciones y prejuicios.

Lyriath se convirtió en un símbolo de la lucha entre el progreso tecnológico y la veneración de las antiguas tradiciones mágicas en Zenithar. La ciudad, alguna vez orgullosa y unificada, quedó marcada por la guerra civil, una herida que tardaría en sanar y que dejaría cicatrices en la historia de Zenithar.
En los oscuros días de la guerra civil en Lyriath, cuando las facciones de tecnología y magia se consumían en un conflicto sin fin, una sombra se cernía sobre la ciudad. Ehtan, el oscuro guerrero con la espada imbuida en magia oscura, vislumbró la oportunidad de aprovechar el caos para alcanzar el poder.
La historia de la ciudad de Lyriath resonaba en los oídos de Ehtan mientras se acercaba a sus murallas, la tensión palpable en el aire. Su llegada fue precedida por sus huestes de seguidores oscuros, guerreros corrompidos por su magia y lealtad fanática. A medida que avanzaban, la ciudad temblaba bajo la oscura presencia que se avecinaba.
Con su espada centelleando en la mano, Ehtan irrumpió en la ciudad dividida. Los enfrentamientos entre las facciones tecnológicas y mágicas se detuvieron abruptamente cuando los ciudadanos se dieron cuenta de la magnitud de la amenaza que se cernía sobre ellos. Los líderes de ambas facciones, aunque en desacuerdo entre ellos, se unieron momentáneamente para hacer frente al intruso oscuro.
Ehtan, sin embargo, no tenía interés en las disputas internas de Lyriath. Con habilidades mágicas y la fuerza de su espada, sometió a los líderes y a todos aquellos que se atrevieron a desafiarlo. La ciudad, que ya estaba sumida en la discordia, cayó en una oscura rendición. Los cielos de Lyriath se volvieron sombríos cuando Ehtan, rodeado por sus seguidores, se autoproclamó gobernante absoluto. Usando su magia oscura, esclavizó las mentes de los ciudadanos, obligándolos a adorarlo y aceptar su reinado tiránico. Lyriath, una vez un faro de progreso, ahora estaba sumida en las tinieblas.
Los símbolos de tecnología y magia fueron reemplazados por emblemas oscuros que marcaban la nueva era de Lyriath bajo el yugo de Ehtan. Las calles, antes llenas de vida y actividad, se convirtieron en pasillos sombríos donde los ciudadanos caminaban sin rumbo, cautivos de la oscura influencia que emanaba de su nuevo líder.
Ehtan, desde el trono recién conquistado en el corazón de Lyriath, se regodeaba en su victoria mientras observaba la desesperación de la ciudad que yacía a sus pies. Lyriath, una vez un crisol de innovación y diversidad, ahora era un reflejo distorsionado de su antigua grandeza, presa de la tiranía de Ehtan.