Capítulo 33 Risas a la Luz de la Luna

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A medida que salían del bosque de los Susurros, Max y Alex decidieron detenerse para disfrutar de un momento de relajo. Se encontraron en un claro bañado por la luz de la luna, y la atmósfera tranquila invitaba a una pausa cómica.
Max, siempre dispuesto a alegrar el camino, comenzó con un chiste.
Max con una amplia sonrisa dijo:
– ¿Listos para otro chiste? Esta vez sobre criaturas mágicas. ¿Cuál es la fruta favorita de un mago?

Alex y Sarah compartieron miradas de expectativa antes de que Max revelara la respuesta.
Max con entusiasmo respondió : –¡Mandarina!
Las risas resonaron entre los árboles, y Alex, contagiado por el ambiente distendido, decidió sumarse.
Alex sonriendo dijo: –Aquí va uno para ti, Max. ¿Por qué los magos son tan buenos en el escondite?
Max, intrigado, esperó la respuesta.
Alex riéndose dijo: –Porque siempre desaparecen.
Las risas se mezclaron con el susurro de las hojas y el murmullo de la brisa. Sarah, disfrutando del momento, también quiso compartir algo.
Sarah sonriendo dijo: – Estos chistes son geniales, chicos. Pero, en serio, ¿alguna vez se preguntaron por qué las escobas no se caen?
Max y Alex se miraron con curiosidad antes de que Sarah revelara su propia respuesta.
Sarah con tono juguetón respondió: –¡Porque siempre están volando!
Las risas resonaron nuevamente, y el claro se llenó de una atmósfera cálida y divertida. La luna, testigo silencioso de sus ocurrencias, iluminaba sus rostros con destellos de complicidad.

Con cada chiste compartido, Max, Alex y Sarah no solo aligeraban el camino sino que fortalecían la conexión entre ellos. La risa se convertía en un hechizo mágico que ahuyentaba cualquier sombra de preocupación.
Así, entre chistes y risas, continuaron su travesía, llevando consigo la amistad como un faro en la oscuridad de la noche.

 Sarah, max y las Tierras Desconocidas Where stories live. Discover now