La maldición

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Habían pasado ya tres semanas desde la muerte de Nephrite.

Las Sailor Scouts ya habían despertado su "Séptimo sentido" ahora, pero no podían volver aún debido al estado de su amiga.

¿Qué le dirían a su madre si llamaba para preguntar por qué no habían vuelto?

En el proceso, Haruka había tomado rencor y odio hacia el caballero de Capricornio, Shura, que aún mantenía plasmada en su mejilla la clara imagen de una mano que lo golpeó con todas sus fuerzas...

Nadie hizo preguntas, era mejor dejarlo como estaba.

Las chicas, viendo a su amiga recostada, estaban hablando sobre alguna posible solución.

—Setsuna ¿No puedes consultar a tu esfera?—Le preguntó Minako.

Setsuna miró su cetro, pero frunció el ceño al hacerlo —El tiempo no está claro aún, no sé qué pasará, ni qué debamos hacer—Dijo ella.

Las chicas guardaron silencio, no había forma alguna de despertar a Usagi, ya llevaban días esperando a que despertara y... nada, seguía dormida.

Usagi, por su parte, estaba reviviendo un terrible suceso: la muerte de Tenma.

Ése día ella estaba esperándolo en el mismo lugar de siempre, aquel lugar de la infancia de Tenma, recolectando flores.

Ella tejía una corona de flores cuando una sombra la cubrió por la espalda.

Ella se dio la vuelta y se topó con un hombre de largo cabello negro envuelto en una armadura oscura.

Ella no sabía quién era esa persona, así que le sonrió amablemente y siguió con lo suyo, pero entonces las flores en sus manos empezaron a marchitarse de prisa y se desmayó.

Cuando despertó, no estaba en un lugar que conociera, sino, aparentemente, dentro de un castillo: todo estaba oscuro, estaba recostada sobre una cama suave, de sábanas oscuras, cortinas violetas y una única vela alumbrando a su lado.

Se levantó de la cama y tomó la vela para poder ver su camino.

Empezó a caminar por el amplio lugar, no sabía dónde estaba, ni por qué había llegado ahí, sólo recordaba a aquel hombre de armadura oscura y cabello negro antes de desmayarse.

Estuvo vagando entre pasillos cada vez más tétricos, e inclusive se perdió en un punto, pero cuando por fin logró encontrar a una persona, resultó ser aquel hombre con quién se topó antes de llegar ahí.

Serenity, en un principio, se asustó, pero después recuperó la compostura y preguntó —Eh, disculpe ¿Puede decirme dónde estoy?—.

El hombre la miró un momento con finjida sorpresa, antes de sonreír educadamente y preguntar —Eres la hija de Serenity ¿Qué haces aquí, en la Tierra? ¿No se supone que tienen prohibido venir aquí? ¿Por qué tú estarías aquí, princesa?—

Serenity se sorprendió de las palabras del hombre y, tímidamente, le preguntó —Yo... ¿Lo conozco?—.

El hombre, nuevamente, guardó silencio, y pasó un largo rato así.

Entonces la tomó del brazo con fuerza repentinamente —No, pero claramente conoces a uno de los caballeros de Atenea, hay rastro de su Cosmos en ti...—Le dijo, con una mirada aterradora.

Serenity forcejeó con aquel hombre para zafarse de su agarre pero él parecía tener más fuerza que ella, y finalmente la tomó de ambos brazos, obligándola a mirarlo de frente a aquellos aterradores ojos negros que la miraban con maldad.

—En serio ¿No sabes quién soy? Tu madre o el caballero de Pegaso debieron contarte sobre mí—Declaró.

Serenity recordó algo que habían hablado Tenma y Yato, y miró a aquel hombre con evidente terror —Hades...—Dijo ella en un susurro aterrador.

Pegasus and the MoonWhere stories live. Discover now