Capítulo 30

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Cuando Levi se despertó, tardó unos segundos en acostumbrarse. El cambio repentino de los pajaritos cantando por el ruido de la ciudad lo dejó anonadado. Se incorporó, sentándose contra el respaldar de la cama, escuchando ruidos provenientes del comedor. Se le hizo un tanto extraño, hasta que recordó que lo había prendido la noche anterior para no sentirse abrumado por la sensación de estar solo.

Reuniendo valor para despojarse de las frazadas y luego de quince minutos de una lucha interna, se levantó, buscando rápidamente su campera con la vista para abrigarse del frio. Camino hasta el comedor y apagó la televisión, notando que había dejado su celular arriba de la mesa. Quiso revisarlo, pero se dio cuenta de que estaba apagado y se enojó consigo mismo por no haberlo puesto a cargar el día anterior. Busco su cargador y después de enchufarlo, fue a prepararse algo para desayunar.

Lleno de agua la pava eléctrica para hacerse unos matecitos cuando escucho el ruido de la puerta de entrada abrirse.

—Está diluviando afuera, me moje todo entre que baje del auto y entré al edificio —se quejó Kirschtein, mientras se sacudía el pelo.

—Jean, ¿Qué haces acá?

El mayor se subió los lentes de sol que traía puestos y lo miro, perplejo. —¿Vivo acá?

—Me refiero, Armin me había dicho que no empezabas las clases hasta dentro de dos semanas.

—¿Dos semanas? ¿Tan rápido se pasaron las vacaciones? —preguntó.

Levi asintió— Ehr, ¿supongo? Estamos a mediados de Agosto.

—Uh no, que paja, se me termina la joda. ¿Y el Master Chef esta acá también?

El cordobés rio ante el apodo. Jean solía joderlo con eso, debido a que era el que más se encargaba de la cocina. —No, Armin se mudó. ¿no te dijo que se iba a vivir a otro lado?

—Si, pero no pensé que se iba a ir apenas volvía. Llegaron ayer, ¿no?

El agua hirvió, y Levi aprovecho para apagar la pava y pasarla al termo— Ayer a la noche. ¿Y vos donde andabas?

—La pregunta es donde no —confeso, entre risas—. Salimos de gira con Marco.

— ¿La pasaron bien? —preguntó, mientras cebaba el mate.

— Si. Onda terminamos en una joda en la casa de no sé quién, y cayo uno con unos brownies que estaban rebuenos.

Levi lo miro, extrañado— ¿Brownies?

— Si, con flores —explico. El menor alzo una ceja, sin entender— Brownies locos, no sabes el re viaje que me pegue. Nunca los había probado, están buenos.

— ¿Vos te drogas?

— No para, tampoco lo digas así que suena feo. Y no, solo si estoy con otros que también se andan falopeando, sino no. A ver, pásame el mate.

Levi le dio un último sorbo y volvió a ponerle agua, para después pasárselo— Entonces si

—No —dijo, llevando la bombilla a sus labios

—Pero hacerlo en compañía de otros también cuenta como drogarse

— Onda, pero yo no lo compro, nomás si estoy en una joda y están fumando, me ofrecen uno y me pongo a fumar también. Además, seguro tu novio se re sniffea y no le decís nada.

El cordobés frunció el ceño. Estaba seguro de que Eren no hacia ese tipo de cosas. Nunca le había sentido olor en su ropa ni en su habitación. Tampoco lo había visto alguna vez con los ojos colorados —como Jean los tenía en esos momentos—, así que estaba seguro de que no lo hacía. Y recién cuando termino de analizar todo eso, cayó en cuenta de la palabra que el mayor había usado. Se había referido al moreno como su pareja. Sus mejillas se sonrojaron levemente.

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