Capítulo 19

105 11 1
                                    

Eren estaba tirado en el sillón de su casa, mirando el celular y averiguando con el GPS como viajar hasta Córdoba. Aquel plan aún le parecía una locura, pero sus amigos tenían razón. Connie le había dicho que no perdía nada con intentarlo. Así que ahí estaba, aprovechando la tranquilidad de su casa a las nueve de la mañana, con sus hermanos en la escuela y su madre en el trabajo, disfrutando del silencio y buscando toda la información necesaria.

Sabía que hacer ese viaje haría que se terminen todos sus ahorros, y que cuando vuelva, tendría que conseguir un trabajo para seguir manteniéndose y ayudando a su familia (porque no, no pensaba volver a robar).

Sus ojos amenazaban con cerrarse. Le era inevitable no quedarse dormido cuando se recostaba en el sillón. «Solo un segundo...» pensaba cada vez que dejaba que sus papados caigan cual cortinas sobre sus ojos. En un momento, sintió como el celular se le cayó, dándole de lleno en la cara, y Eren decidió que había hecho suficiente búsqueda por ese día. Apoyo su celular en el piso y se acomodó en el sillón, acurrucándose dispuesto a pegarse una siestita. Ya estaba por dormirse, cuando de repente, un golpe en la puerta lo obligo a despabilarse.

— ¿Quién mierda viene a romperme los huevos a esta hora? —prensó en voz alta, ignorando los golpes y agarrando un almohadón para ponérselo en la cabeza, tratando de amortiguar el ruido

El moreno opto por ignorarlo, generalmente solo llamaban a la puerta los vendedores ambulantes, así que siguió en su misión de conciliar el sueño. Sin embargo, volvieron a llamar. Los golpes se volvieron más frecuentes, incluso parecían con cierta desesperación, así que, a regañadientes, se levantó del sillón.

Abrió la puerta con brusquedad y de mala gana, sin fijarse por la mirilla, pensando que sería algún vecino que venía a pedirle algo. Grande fue su sorpresa al encontrar a Levi allí.

—¿Qué haces acá? ¿No viajabas vos? —pregunto, confundido, mientras se apartaba de la puerta para dejarlo pasar.

El cordobés aprovecho y se metió dentro de la casa, aliviado. Estar en aquel barrio le daba cierto miedo, y había tenido suerte de que Eren no haya tardado tanto en abrirle.

—Sí, pero al final no.

Eren lo miro confundido, y el cordobés suspiro, mientras se sentaba en el sillón. Era difícil explicarlo, más teniendo en cuenta lo introvertido y reservado que era y que había sido toda su vida. Para mal de males, ni siquiera estaba seguro de haber tomado la decisión correcta. Había hablado con Moblit esa mañana, después de que Eren se fuera enojado por la ventana de su cuarto. El estudiante de psicología lo había visto medio bajoneado, y se había acercado a hablarle

— Sisi, hacete el boludo, mira que te conozco a vos. ¿Qué te pasa? Hasta el otro día te querías ir corriendo a Córdoba, pero ahora ni queres cerrar el bolso —le había dicho Moblit.

Y a Levi no le quedó otra opción que contarle todo lo que había pasado. Desde cómo se habían empezado a hablar con Eren hasta su última salida juntos a escondidas. Le conto como lo defendió aquella vez que habían intentado asaltar el negocio donde trabajaban, y el más alto escucho todo con atención.

— Yo creo que deberías hablar con él. Total, podes cambiar el pasaje para mañana o cualquier otro día. Son cosas que no se hablan por mensajito.

— Si, tenes razón. Pero es que no se ni que decirle.

— Ahí ya verás vos. Porque si, te robo el celular, pero también el corazón me parece, eh.

Una risa escapo de los labios del menor— Dale, no jodas.

— Yo no jodo más, pero deberías aprovechar e ir a hablarle. Eso o terminar de armar el bolso y salir corriendo a la terminal de Retiro.

Levi le había agradecido y se había quedado mirando su bolso. Las dos opciones estaban allí, podía agarrar sus pertenencias y volverse a su pueblito. O podía quedarse un tiempo más, hablar con Eren y aprovechar para rendir sus últimos exámenes antes del receso de invierno.

Y ahora, estaba allí, haciéndole frente a lo que había elegido esa mañana. Tenía la vista clavada en sus pies, incapaz de ver al moreno.

— Tenias razón —soltó Levi, de repente.

Eren lo miro, confundido, sentándose a su lado— ¿Con que?

— Con lo de que me estaba yendo por tu culpa... y también por otras cosas. Quería irme antes y ver de convencer a mis papas de seguir estudiando en alguna ciudad que quede cerca de mi pueblo, aunque sea otra carrera.

— Perdón... —Levi lo interrumpió.

— Déjame terminar. Me quería ir porque las cosas no me estaban saliendo bien, y pensé que lo más fácil era irme y hacer como que no pasó nada. Y creo que, si no hubieses ido a buscarme anoche, yo ahora estaría arriba de ese micro —explicó el mayor, levantando la mirada para encontrarse con los atentos ojos oscuros del moreno—. Estaba enojado, porque te conocí y me enamore de vos, me enganche re rápido y después me di cuenta de quien eras. Pero yo ya estaba hasta los huesos, y no podía creer que la persona que se había convertido en el ser más importante en estos últimos meses haya traicionado mi confianza de esa forma. Después viniste y me explicaste todo, insististe, aunque te trate de alejar, por miedo a que me vuelvas a lastimar. Así que quiero preguntarte una sola cosa; ¿puedo confiar en vos esta vez?

El ojiverde tomo el rostro de Levi entre sus manos, y junto su frente con la de él. Sus parpados se cerraron suavemente— Sí. Te prometo que nunca más vuelvo a decepcionarte.

Levi sonrió e inclino su rostro, buscando los labios del más alto, quien no dudo en acercar su boca a la del contrario para besarlo tiernamente. Las manos del moreno acariciaron las mejillas del cordobés con delicadeza, como si fuese algo frágil que podía romperse ante el más mínimo toque. Las manos de Levi, por el contrario, se encontraban en el pecho del contrario, con las palmas extendidas. Podía sentir perfectamente los latidos del corazón del otro, y como estos se volvían más rápidos a medida que aumentaban la intensidad del beso. Eren bajo uno de sus brazos, rodeando la cintura del azabache y tirando de él más cerca, obligándolo a sentarse en su regazo, y mordió levemente el labio inferior del chico. En respuesta, el cordobés no dudo en meter su lengua en la boca del contrario, moviéndola como si estuviese explorando cada rincón de esta. Sintió como la única mano del castaño que quedaba en su rostro viajo hasta detrás de su cabeza, enredando su cabello entre sus dedos, y Levi jadeo al recibir un leve tirón allí, haciendo que ambos se separen.

—Me gustas mucho —le dijo el moreno, tomando una de las manos del cordobés y llevándola cerca de su rostro, para depositar un beso allí.

— A mí también me gustas mucho, Eren —respondió, con la respiración aún agitada.

Sintió como el menor se tensó levemente debajo de él, y poso su mirada sobre su rostro. Podía sentir aquellos profundos ojos clavándose en lo más recóndito de su ser, como si fuesen dagas. El chico lo miraba con una expresión bastante seria en su rostro, y aunque eso asustaría a cualquiera, Levi no pudo evitar pensar en lo lindo que se veía así.

—Decilo de nuevo

El cordobés se sintió algo confundido, pero acepto el pedido del moreno— Me gustas mucho.

La mano en su cadera aumento su agarre, tirándolo más cerca del torso del más alto. Levi podía sentir el calor que emanaba el cuerpo del contrario.

—Eso no. Lo otro.

— ¿Qué cosa? —preguntó, sin entender.

— Mi nombre.

— Eren.

El chico sonrió y echo la cabeza hacia atrás, complacido por escuchar como su nombre salía de los labios del azabache.

— ¿Te gusta cuando digo tu nombre?

La cabeza del ojiverde se movió de izquierda a derecha, negando— No me gusta. Me encanta.

Levi sonrió. —Eren.

—No, corrección. Me vuelve loco cuando escucho tu voz preciosa llamándome.

— ¿De verdad, Eren?

El mencionado tarareo de forma afirmativa. Su otra mano se posó en la espalda del castaño, y dibujando círculos allí, dijo— Va a ser mejor que se te grabe bien como me llamo, porque es lo único que vas a poder decir si esa boquita linda que tenes sigue diciendo mi nombre.

—Eren.

━━━━━━━━ ☆☆☆ ━━━━━━━━

ChorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora