Capítulo 14

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Era domingo y Levi estaba cansado. Seguía algo congestionado después de haber estado llorando durante dos días seguidos, y aún tenía ganas de hacerlo. Había adelantado sus vacaciones en el trabajo y le había pedido a Armin que lo ayude a comprar un pasaje de micro para volver a su casa. Y ahora, después de una charla telefónica con sus padres —quienes no se tomaron muy bien el hecho de que su hijo quiera abandonar sus ultimo parciales con la promesa de rendir los finales en la próxima mesa de examen— estaba armando su valija. Era la segunda vez que trataba de meter toda su vida dentro de un bolso, y no era fácil.

El chico tenía en claro que no quería volver a Buenos Aires después de su receso de invierno, aunque aún no se lo decía a nadie. Iría a su casa y buscaría alguna universidad cerca, aunque tal vez no pueda seguir con su carrera de arte. Prefería mil veces eso a seguir en un lugar donde, lo único que había aprendido, era que no podía confiar en nadie y debía cuidarse en todo momento.

Miro los adornos que tenía en su escritorio y en las paredes. Sacarlos era aceptar que no iba a volver. Pensarlo era fácil, pero ponerlo en práctica era un tema totalmente distinto. No quería que su familia se decepcione aún más. Tampoco quería que sus amigos intenten convencerlo de otra cosa. Se acercó al tablón de corcho de su cuarto y saco las únicas tres fotos que tenía. Siempre pensó que, cuando llegue allí, conocería a bastante gente y haría varios amigos. Y si bien, no estaba del todo errado, la verdad era que nunca se había sacado una foto con ninguno de ellos. Nunca sintió la necesidad de pedirle una foto a Jean o Moblit. Tampoco a sus amigos de la facultad.

Había una sola persona a la que Levi había deseado pedirle una foto, pero nunca se atrevió y, en estos momentos, agradecía ser tan tímido. Ser introvertido casi siempre le jugaba en contra, pero esta vez había servido de algo, al menos. Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.

—Vamos a cenar, ¿venís? —preguntó Jean.

El cordobés no respondió, simplemente termino de guardar las fotos y abrió la puerta. Vio la cara de preocupación del mayor, evidentemente, Armin les habría dicho que había pasado algo, pero aún nadie más que él mismo sabia con exactitud a que se debía su humor y que había ocurrido.

Fue hasta el comedor y se sentó en la mesa. Moblit dejo un recipiente con un revuelto de zapallitos verdes, y Levi tuvo que contener una mueca mientras se servía. No pudo evitar pensar en cómo se había salvado hacia un tiempo atrás de comer eso, cuando Eren lo había invitado a salir. Esa había sido la primera vez que se había tomado de las manos y que se habían abrazado (estaba seguro de que el moreno había acelerado más de la cuenta varias veces, solo para que él lo abrace más fuerte). Las lágrimas amenazaron con salir nuevamente, y pese a que hizo su mejor intento por contenerlas, no funciono.

—¿Queres hablar de lo que paso? Seguro te hace mejor si lo soltas... —preguntó Moblit.

Levi suspiro, y sin levantar la mirada del plato, respondió —Eren era la persona que me robo.

Todos se quedaron en silencio. Estaban sorprendidos por la confesión del menor.

—¿Eren, el que vino acá el otro día? —quiso sacarse la duda Jean. Ackerman asintió. —¿Pero, estas seguro?

— Si. Nos juntamos el viernes y ahí me di cuenta, por un tatuaje que le vi, no se lo había notado antes —explicó Levi, sin especificar muy bien el motivo por el cual no se había percatado de aquel dibujo en su piel con anterioridad.

Armin tuvo que morderse la lengua para contener sus ganas de decirle "te lo dije"— Que paja. Ya fue Lev, la gente es una porquería a veces.

— ¿Vas a denunciarlo? —preguntó el más alto.

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