Capítulo 24

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Todo había pasado tan rápido, que Levi no había tenido tiempo a procesarlo. Eren se había despedido de él antes de subir escoltado al patrullero, asegurándole que le mandaría un mensaje en cuanto termine. Sin embargo, había pasado casi una hora y no había ningún mensaje del moreno en su celular.

Estaba triste y preocupado. Tenía miedo. ¿Y si en realidad lo habían arrestado? La idea lo hizo estremecerse. Si Eren iba a prisión, difícilmente podría verlo. Ya había estado alejado del chico por un par de días, y se había sentido destrozado. No quería que eso vuelva a pasar, sin embargo, el destino parecía querer que ellos no estén juntos. No en esta vida, al menos. Levi podía jurar que sentía que el moreno haba sido su amante en una vida anterior, porque no era posible que haya caído a sus pies tan rápido, enamorándose perdidamente del chico y rindiéndose ante sus encantos. No era normal que sienta como si una corriente eléctrica recorriese su cuerpo cada vez que se tocaban, ni que sus labios encajen tan bien con cada beso que se daban. Nunca le había pasado con nadie.

La idea de que, tal vez, el chico ya había salido y había olvidado avisarle apareció en su mente. Entro al palier del edificio y saco su celular, para marcar el número de Eren. Sonó varias veces, nadie atendió. Decidió colgar y volver a llamar, pero nuevamente, fue en vano.

Suspiro y saco las llaves de su bolsillo, abriendo la puerta del edifico, sin muchos ánimos. Solo quería quedarse tirado en la cama hasta el día siguiente, después de todo, ya tenía el bolso listo, por lo que no tenía que molestarse por preparar su equipaje. Subió las escaleras hasta el segundo piso, y escucho unos ruidos extraños provenientes de su departamento. A medida que se acercaba, pudo distinguir dos voces en lo que parecía ser un intento de canto —totalmente desafinado— y cuando abrió la puerta, se sorprendió

Esto es un asalto, la' manos en la pared

La Tini, Tini, Tini esta noche tiene sed

Descorchando Moët, rebellaca

Nena, por vo' peleo hasta con faca

En el mundo hay tantas guacha' y vo' so' la que me mata

Y si alguien te toca, le tiro placa-placa

El cordobés se restregó los ojos, Jean y otro chico estaban en medio de la sala, cantando a los gritos y bailando bastante pegados. Su mirada viajo a la mesa, donde había varias botellas de cerveza vacías. Bien, eso explicaba aquella situación tan extraña. Posiblemente, estaban festejando el fin del cuatrimestre.

Jean se giró, percatándose de la presencia del menor— Eh, llegaste temprano hoy.

Levi simplemente asintió. El día ya había sido bastante raro de por sí, y cada vez se estaba volviendo aún más extraño allá donde iba.

— ¿Y? ¿No te presentas a tu amigo? —intervino el desconocido. Levi pudo notar por su acento que también era cordobés.

— Ah, sí, ando en cualquiera. Levi, Marco, un compañero de la facultad.

—Ex-compañero —lo corrigió.

El chico con las puntas decoloradas bufo— Deja de presumir que vos ya te recibiste y yo no.

— Cuando dejes de patear finales, capaz.

— Tengo mis motivos. —se excusó— Veni, Lev, sentate acá que mientras voy a buscar unas birritas que tengo en el frezzer.

El chico se acomodó en el sillón, y Marco se sentó a su lado— Ser campeones del mundo no es un motivo, Jean.

—Uh, que anti patria que sos loco. ¿Cómo iba a estudiar y perderme el mundial? —dijo, mientras abría la heladera

ChorroWhere stories live. Discover now