72¦¦ 𝑷𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂𝒔

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—Bien. Ahora intenta mover tu pie izquierdo —pidió Hanji atenta a los movimientos de Levi al igual que yo.

El gruñido del azabache hizo que mis nervios se encresparan, cada quejido que emitía me hacía estar cada vez más alerta. Nunca creí ver a Levi en tal situación y por más que intentara entrenarme mentalmente para este momento nunca iba a estar lista. Me dolía el alma misma por ver los gestos de dolor en el rostro de la persona que amaba.

Con un poco más de esfuerzo logró movilizar su extremidad inferior zurda. Seguía preguntándome mentalmente cómo logró levantarse de su camilla improvisada hasta nosotras.

Después de una serie de ejercicios que ayudaron a Hanji a analizar el estado actual del Ackerman.

—Todo indica que aun tienes movilidad en tus extremidades —soltó un suspiro— pero aún así debes descansar y no esforzarte.

El azabache asintió sin más, sin embargo, Hanji sabía que con eso no bastaba.

—Enano —se miraron— des-can-sar.

—De acuerdo —dijo después de chasquear la lengua.

La castaña y yo nos miramos... sabíamos que no iba a obedecer y que necesitábamos hallar la manera de obligarlo.

Si bien éramos polos opuestos en muchas cosas, en algunas otras nos parecíamos bastante.

—Voy a ver sí todo está en orden, en unos momentos prepararé la cena —Hanji se puso de pie y comenzó a partir— haré mi mayor esfuerzo, no se la pierdan.

Cuando la castaña dejó la casa de campaña un silencio habitó el lugar. No sentía nervios, tampoco desespero o algún sentimiento en particular que no fuese nostalgia, conmoción o un poco de cierta culpa.

Por primera vez en mucho tiempo, Levi y yo nos mantuvimos la mirada, sin decir mucho o si quiera pensar; como aquellas noches en las que veníamos agotados del trabajo y no teníamos un tema de conversación en particular, solo era mirarnos, apreciar al uno del otro.

Pero a diferencia de otras veces, realmente sentía melancolía en el ambiente. Era tan difícil empezar la conversación y no sabía muy bien la razón.

La cabeza me daba vueltas pero siempre regresaba a lo mismo, al darme cuenta que de verdad me había afectado la presencia de sus ojos zafiro.

Verle tan vulnerable hacía que mi interior se quebrara, quería curarlo, decirle que todo estaba bien, pedirle perdón por no llegar antes, protegerlo...

Pero nada salía de mi boca por más que lo intentaba.

Era como sí aun no aceptara la realidad, como si su compañía solo fuese uno más de mis sueños que se burlaban de mí cuando él estaba a kilómetros de distancia.

Sin embargo, cuando Levi estiró su extremidad inferior para tomarme delicadamente la mejilla, no sin antes retirar unos mechones de cabello, me hizo aterrizar. Fue entonces cuando por fin me salieron las palabras de mis labios.

—Tengo... —tragué saliva— tengo tanto que decirte... pero no sé cómo iniciar...

Me tomó de la otra mejilla para dirigir mi mirada a la suya, dando la impresión de que no quería apartarme de su vista o si se asegurara que yo no era parte de su mente.

Ambos no creíamos que por fin estábamos frente al otro, qué no éramos ilusiones aun cuando nuestro ritmo cardíaco sabía la respuesta.

—Tengo... el tiempo... que tú desees —respondió con cierto esfuerzo, razón por la cual me fue imposible derramar una qué otra lágrima qué él se encargaba de limpiar— Biza... no llores... estoy bien...

Wᴇ·ʀᴇ DᴇᴍᴏɴsWhere stories live. Discover now